Roberto López Barradas

 Quien no vive para servir, no sirve para vivir

Vivir como servidor, es igual a experimentar al amor de una manera superior, cuando para ser el primero se es el último y el servidor de todos voluntariamente, cuando se piensa en las necesidades de otros, se ayuda, se tiende la mano, se escucha, se consuela al afligido, se brinda apoyo a quien viene detrás, cuando se enseña a otros lo que hemos aprendido, se les impulsa a crecer

De todos los actos que se pueden realizar a lo lago de la vida, sin duda, los más valiosos, significativos y gratificantes para toda persona, son los actos de servicio, me refiero a los actos de servicio a los demás, sin acepción de persona alguna. Dice un dicho común que quien no vive para servir, no sirve para vivir.

Todos los seres humanos estamos dotados de dones, talentos, carencias, específicos, los cuales debemos poner al servicio de los demás, porque nada es casualidad en este mundo, hay un orden perfecto y es nuestra misión cumplir precisamente en el lugar y en el tiempo donde hemos sido puestos, viviendo una vida con actitud de servidores.

Vivir como servidor, es igual a experimentar al amor de una manera superior, cuando para ser el primero se es el último y el servidor de todos voluntariamente, cuando se piensa en las necesidades de otros, se ayuda, se tiende la mano, se escucha, se consuela al afligido, se brinda apoyo a quien viene detrás, cuando se enseña a otros lo que hemos aprendido, se les impulsa a crecer, mostrándoles el camino, cuando se cuida a los hijos, cuando se cuida a los padres que han llegado a viejos, se atiende a la familia y se procura la felicidad de nuestra pareja.

En la actualidad, el mundo nos ofrece pocas opciones de felicidad, realización y satisfacción propia. La mercadotecnia y la tecnología, nos vende espejos de una vida plena, basada en las riquezas materiales, cuando en realidad, nuestras riquezas deberían ser espirituales, teniendo como prioridad el crecimiento interior como personas, llevando una vida de servicio por amor a nuestro prójimo, que se convierta en una MISIÓN DE VIDA.

El nivel de misión esta implícitamente ligado a la relación personal con Dios, a la seguridad de que Él espera algo de nosotros, a la convicción de una vida espiritual después de la terrenal, en la que, a quien más se le ha dado, más se le va a exigir, convirtiéndonos en una persona cuya vida tiene un sentido superior de ser.

Ser servidor significa darle a Dios el derecho de controlar tu horario y permitirle que lo interrumpa en cualquier momento que lo necesite, ver a esas interrupciones como citas divinas para tu misión y ser completamente feliz por la oportunidad de practicar el servicio.

John Wesley, tenía un proverbio: haz todo lo que puedas, con todos los medios que puedas, en todas las maneras que puedas, en todos los lugares que puedas, en todos los tiempos que puedas, a todas las personas que puedas, cada vez que puedas.

JESÚS, dijo: “porque el hijo de Dios no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate de muchos. “ En la biblia hay una gran declaración, que espero pueda reflexionar un momento y signifique algo para usted, para que a partir de este día comience a vivir para servir, en el libro de Isaías, capítulo 6, versículo 8: “Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quien irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí.”

Roberto López Barradas en manati.mx

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