Sicco Mansholt fue agricultor, miembro de la resistencia neerlandesa durante la Segunda Guerra Mundial, político nacional y primer Comisario Europeo de Agricultura. Las ideas de Mansholt sentaron las bases de la Política Agrícola Común de la Unión Europea, una de las políticas más importantes desde su fundación.
Testigo de los horrores de la hambruna que sufrieron los Países Bajos tras la Segunda Guerra Mundial, Mansholt estaba convencido de que Europa debía ser autosuficiente y de que había que garantizar la oferta de alimentos asequibles a todos los ciudadanos.
El elemento más importante del plan de Mansholt para la primera Política Agrícola Común era el fomento de la productividad agrícola. La política preveía unos sistemas que garantizaban a los agricultores un determinado precio mínimo por sus productos y les ofrecía incentivos para aumentar la producción. Su convicción europeísta y su clara visión del porvenir, asociadas a la voluntad de construir un futuro en común, hicieron de él un auténtico europeo a lo largo de toda su vida.
Primeros años
Sicco Mansholt nació el 13 de septiembre de 1908 en el seno de una familia comprometida socialmente que poseía una próspera explotación agrícola en la provincia de Groninga, al norte de los Países Bajos. Su padre era miembro activo del partido socialista neerlandés y destacado asesor del partido en cuestiones agrarias. Su madre, hija de un juez, fue una de las primeras neerlandesas que estudió Ciencias Políticas en la universidad y celebraba a menudo reuniones políticas para mujeres.
Tras finalizar la escuela secundaria, Mansholt quería convertirse en agricultor, pero su padre ya había pagado un arrendamiento agrícola para su hermano y no podía permitirse otro para Sicco. No obstante, esperando forjarse una carrera en la agricultura, se fue a las Indias Orientales neerlandesas, la actual Indonesia, y empezó a trabajar en una plantación de té. Sin embargo, no logró acostumbrarse al sistema colonial que imperaba allí y regresó a los Países Bajos en 1936. Un año después, consiguió un terreno en el pólder de Wieringermeer, se casó y llevó la vida propia de un agricultor hasta que estalló la Segunda Guerra Mundial.
La Segunda Guerra Mundial
Durante la guerra, Mansholt fue un miembro activo de la resistencia neerlandesa contra los invasores de la Alemania nazi. En los primeros años escondía a personas en su propiedad y divulgaba información secreta, pero más tarde logró crear una amplia red de distribución que suministraba alimentos a personas escondidas en la zona occidental del país. Después de la guerra, en reconocimiento de su experiencia, valor y capacidad organizativa le ofrecieron el puesto de Ministro de Agricultura, Pesca y Distribución de Alimentos en el nuevo Gobierno. A la edad de 36 años se convirtió en el Ministro más joven de los Países Bajos hasta la fecha.
Recuperación de la agricultura
Inmediatamente después de la guerra, ante la crisis que podía provocar la escasez extrema de alimentos, el puesto de Mansholt era de vital importancia. Adoptó diversas medidas destinadas a recuperar los suministros de alimentos rápidamente, pero también vio la necesidad de modernizar la agricultura en profundidad para evitar futuras carencias y garantizar la eficiencia. Fijó unos precios mínimos para los productos agrícolas más importantes, además de impuestos de importación y ayudas a la exportación. Para fomentar la productividad, impulsó la inversión en investigación y formación, así como la concentración parcelaria para obtener unidades mayores y más eficientes.
Una Política Agrícola Común para Europa
Mansholt era un convencido federalista europeo y soñaba con una política agrícola común para Europa. En 1950 desarrolló un plan para la creación de un mercado común de productos agrícolas en Europa, regulado por una estructura supranacional. Pero el plan resultó ser demasiado ambicioso para la época y fracasó. Sin embargo, posteriormente fue recuperado y sirvió de inspiración para la política agrícola de la Comunidad Económica Europea.
Después de ejercer de Ministro durante doce años y medio, en 1958 Mansholt tuvo por fin la oportunidad de poner en práctica su plan de política común, al convertirse en el Comisario de Agricultura de la primera Comisión Europea de la historia. En 1957 el Tratado de Roma había establecido la Comunidad Económica Europea, dotando a Europa de un mercado común que se completaría en tres fases de cuatro años. Muchos consideraron que este plan de doce años era demasiado ambicioso y que probablemente fracasaría, sobre todo en su vertiente agrícola, dado que chocaba con una fuerte oposición. Sin embargo, Mansholt mantuvo el optimismo y siguió trabajando. Su plan incluía un acuerdo sobre la combinación de subsidios directos por los cultivos y las tierras cultivables con mecanismos de ayuda en materia de precios, tanto a base de precios mínimos garantizados como de aranceles y cuotas para las importaciones de determinados productos de terceros países. Este sistema fomentaría una mayor productividad agrícola para que los consumidores disfrutasen de un suministro estable de alimentos asequibles y garantizaría que la UE dispusiese de un sector agrícola viable.
El Plan Mansholt
Al principio, sus planes se enfrentaron a una fuerte oposición por parte de los agricultores y sus representantes políticos, que estaban convencidos de que este enfoque común pondría en riesgo su supervivencia y que únicamente se salvarían las
grandes explotaciones. Hasta llegar a acordar una política común europea hubo que superar numerosos obstáculos, pero Mansholt perseveró y, en 1968, la Comisión publicó el «Proyecto de reforma de la Política Agrícola Común», denominado asimismo «Plan Mansholt». Básicamente, el Plan defendía que para que prosperara la agricultura era necesario que los agricultores se modernizasen. Esto garantizaría la productividad y permitiría a los agricultores europeos ser autosuficientes.
La política agrícola obtuvo un gran éxito al conseguir su objetivo inicial: lograr que Europa fuera más autosuficiente en materia alimentaria. No obstante, durante sus 50 años de existencia, ha sufrido profundos cambios para adaptarse al paso del tiempo. En la década de 1970, la política había funcionado tan bien que a menudo se registraban excedentes agrícolas. Durante ese decenio, Mansholt se convirtió en firme defensor de las medidas destinadas a proteger el medio ambiente como un elemento clave de la política agrícola. Fue Vicepresidente de la Comisión de 1958 a 1972, además de su cuarto Presidente entre 1972 y 1973.
El propósito de Mansholt era evitar que se repitiese la horrible hambruna invernal que habían vivido los europeos al final de la Segunda Guerra Mundial. El Plan de Mansholt preveía la recuperación de la autosuficiencia europea y una agricultura europea próspera en un período de tiempo extremadamente corto.
El consejero político y económico francés Jean Monnet dedicó su labor a la causa de la integración europea. Fue inspirador del «Plan Schuman», que preconizaba la fusión de la industria pesada de Europa Occidental.
Monnet procedía de la región francesa de Cognac. Tras acabar sus estudios, a los 16 años, viajó por el mundo como distribuidor de coñac y, más tarde, también como banquero.
Durante las dos guerras mundiales ocupó cargos importantes de coordinación de la producción industrial en Francia y Reino Unido.
Siendo consejero del Gobierno francés, fue el principal inspirador de la «Declaración de Schuman», de 9 de mayo de 1950, que llevó a la creación de lo que se considera el
embrión de la UE: la Comunidad Europea del Carbón y del Acero. Entre 1952 y 1955 fue el primer presidente de su órgano ejecutivo.
Primeros años
Jean Omer Marie Gabriel Monnet nació el 9 de noviembre de 1888 en la ciudad francesa de Cognac. Después de terminar sus estudios a la edad de 16 años, su padre le envió a Londres a trabajar en la empresa familiar de venta de coñac, puesto que había notado que su hijo poseía un extraordinario don de gentes y, en consecuencia, tenía talento para una carrera en comercio internacional. De hecho, esta primera experiencia le permitió viajar por el mundo y convertirse en un respetado y exitoso empresario.
La Primera Guerra Mundial
En 1914 rechazaron su solicitud para alistarse en el ejército por motivos de salud. Para poder servir a su país de otro modo, presentó al Gobierno francés una propuesta para mejorar la coordinación de los suministros de guerra con Gran Bretaña. Su propuesta fue aceptada y el Presidente francés le nombró intermediario económico entre Francia y sus aliados.
Habiendo demostrado sus excelentes aptitudes profesionales durante la guerra, a la edad de 31 años fue nombrado Vicesecretario General de la Liga de las Naciones cuando esta se creó en 1919. Tras el fallecimiento de su padre en 1923, regresó a Cognac y logró sacar al negocio familiar del bache que estaba atravesando. En los años siguientes, su experiencia en finanzas internacionales le llevó asimismo a involucrarse de lleno en la reorganización de las finanzas nacionales de varios países del este de Europa, como Rumanía y Polonia. También asesoró al Gobierno chino, contribuyendo a la reorganización de la red ferroviaria de ese país, y participó en la creación de un banco en San Francisco.
La Segunda Guerra Mundial
Al inicio de la Segunda Guerra Mundial, Monnet volvió a ofrecer sus servicios a su país y se convirtió en presidente de una comisión franco-británica encargada de coordinar la unión de las capacidades de producción de ambos países. Convenció a los líderes británico y francés, Churchill y De Gaulle, de que formasen una unión política total entre los dos países para luchar contra el nazismo, pero el plan fracasó en el último momento.
Plan Monnet
Poco después de que Monnet ofreciese sus servicios al Gobierno británico, le enviaron a los Estados Unidos para supervisar la compra de suministros de guerra. Causó tal impresión en el Presidente estadounidense Roosevelt que, poco después, se convirtió en uno de sus asesores de confianza, instándole a ampliar la capacidad de producción de equipamiento militar de los Estados Unidos antes de que el país entrase en la guerra.
En 1943, Monnet pasó a formar parte del Comité de Liberación Nacional, el Gobierno francés de facto constituido en el exilio en Argel. Fue entonces cuando manifestó por primera vez su visión de una unión de Europa para recuperar y mantener la paz. Durante una reunión del comité celebrada el 5 de agosto de 1943, Monnet afirmó: «No habrá paz en Europa si los Estados se reconstruyen sobre la base de la soberanía nacional [...] Los países de Europa son demasiado pequeños para asegurar a sus pueblos la prosperidad y los avances sociales indispensables. Los Estados de Europa han de formar una federación [...]». En 1944 se hizo cargo del plan de desarrollo y modernización nacional destinado a revitalizar la economía francesa y reconstruir el país después de la guerra.
Jean Monnet inicia la primera producción de hierro fundido en la Comunidad Europea del Carbón y del Acero.
Declaración de Schuman
Cuando su plan había sido aceptado y estaba en marcha, empezó a darse cuenta de que la integración y reconstrucción europeas no se estaban produciendo con la rapidez y de la manera que consideraba correctas. Con el aumento de las tensiones internacionales, Monnet se dio cuenta de que era hora de adoptar medidas reales para avanzar hacia la unidad europea y su equipo empezó a trabajar sobre el concepto de una Comunidad Europea. El 9 de mayo de 1950, Robert Schuman, Ministro francés de Asuntos Exteriores, pronunció la denominada «Declaración de Schuman» en nombre del Gobierno francés. Esta Declaración, instigada y elaborada por Monnet, defendía la creación de una Alta Autoridad que supervisase toda la producción de carbón y acero de Francia y Alemania. Se basaba en la idea de que, si los dos países más poderosos del continente compartían la producción de estos recursos, se evitarían las guerras en el futuro. Los Gobiernos de Alemania, Italia, Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo acogieron favorablemente la Declaración, que sentó las bases de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, la predecesora de la Comunidad Económica Europea y, posteriormente, de la Unión Europea.
Tras el fracaso de los esfuerzos por crear una «Comunidad Europea de Defensa», Monnet fundó el «Comité de Acción para los Estados Unidos de Europa». Este comité se creó para reavivar el espíritu de integración europea y se convirtió en una de las principales fuerzas motrices de muchos de los progresos en materia de integración europea, como la creación del mercado común, el Sistema Monetario Europeo, las cumbres del Consejo Europeo y la elección por sufragio universal del Parlamento Europeo.
Aunque solo había estudiado hasta los 16 años, y a pesar de las dificultades, Jean Monnet llegó a desempeñar numerosas funciones: empresario internacional, financiero, diplomático y estadista. Sin embargo, nunca fue elegido para un cargo público y, en consecuencia, nunca tuvo el poder político formal para poner en práctica sus opiniones. Gracias a su capacidad para la argumentación y su poder de persuasión, convenció a los líderes europeos para que trabajasen por unos intereses comunes y reconociesen las ventajas de la cooperación.
El estadista Robert Schuman, reputado hombre de leyes y Ministro de Asuntos Exteriores francés entre 1948 y 1952, es considerado uno de los padres fundadores de la unidad europea.
Schuman nació en Luxemburgo y su vida estuvo marcada por su procedencia de una región fronteriza entre Francia y Alemania. A pesar de su experiencia en la Alemania nazi o, quizá, precisamente a raíz de ella, asumió que solo una reconciliación duradera con Alemania podía formar la base de una Europa unida. Deportado a Alemania en 1940, dos años más tarde huyó y se unió a la Resistencia francesa. No obstante, no mostró ningún resentimiento cuando, finalizada la guerra, fue nombrado Ministro de Asuntos Exteriores.
En cooperación con Jean Monnet, elaboró el célebre Plan Schuman, anunciado el 9 de mayo de 1950, fecha que hoy se considera el día de nacimiento de la Unión Europea. Propuso el control conjunto de la producción de carbón y acero, las materias primas más importantes de la industria de armamentos. La idea de partida era que, sin el pleno control sobre la producción de carbón y acero, no es posible librar una guerra.
Schuman informó del plan al Canciller alemán Adenauer, quien vio inmediatamente la ocasión de crear una Europa pacífica y dio su aprobación. Poco después, los Gobiernos de Italia, Bélgica, Luxemburgo y los Países Bajos también se sumaron a la iniciativa. En abril de 1951, los seis Estados firmaron en París el acuerdo de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero. De esta manera comenzó Europa, como una iniciativa de paz.
Schuman también apoyó la formación de una política común europea de defensa y, entre 1958 y 1960, fue Presidente del Parlamento Europeo.
Primeros años
Robert Schuman procedía de un entorno verdaderamente europeo. Nacido el 29 de junio de 1886 en Luxemburgo, su padre era un francés que había adquirido la nacionalidad alemana cuando Alemania anexionó la región en la que vivía, mientras que su madre era luxemburguesa. El propio Schuman, sin embargo, era alemán de nacimiento. Cuando tras la Primera Guerra Mundial, en 1919, Francia recuperó la región de Alsacia-Lorena, adquirió la nacionalidad francesa.
Antes de la guerra estudió Derecho, Economía, Filosofía Política, Teología y Estadística en las Universidades de Bonn, Múnich, Berlín y Estrasburgo; se licenció en Derecho con la máxima distinción en la Universidad de Estrasburgo. Acto seguido abrió su propio bufete en Metz en 1912. Dos años después estalló la Primera Guerra Mundial. Schuman quedó dispensado del servicio militar por cuestiones de salud. Al finalizar la guerra, empezó a participar activamente en política e inició su carrera pública como diputado del Parlamento francés por la región del Mosela.
Cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial, Schuman era Ministro en el Gobierno francés. Durante la guerra participó activamente en la Resistencia francesa y fue capturado. Estuvo a punto de ser deportado al campo de concentración de Dachau, pero huyó a la zona «libre» de Francia y pasó a la clandestinidad cuando los nazis invadieron la zona. Oculto, mientras el Reich ofrecía una recompensa de 100.000 marcos por su cabeza, desafió a los alemanes durante los tres años siguientes. Aunque De Gaulle, líder francés en el exilio, le invitó a ir a Londres, rechazó la oferta y prefirió permanecer con sus compatriotas en la Francia ocupada por los nazis.
Después de la guerra volvió a la política nacional y ejerció diversos puestos del máximo nivel: primero fue Ministro de Hacienda, después Primer Ministro en 1947, Ministro de Asuntos Exteriores entre 1948 y 1952 y, de nuevo, Ministro de Hacienda entre 1955 y 1956. Fue uno de los principales negociadores de importantes tratados e iniciativas, como el Consejo de Europa, el Plan Marshall y la OTAN: siempre con el objetivo de mejorar la cooperación dentro de la alianza occidental y unir a Europa. Pero Schuman realmente alcanzó la fama por lo que actualmente se denomina la «Declaración de Schuman», una propuesta para que Alemania y el resto de países europeos colaborasen con ánimo de aunar sus intereses económicos. Estaba convencido de que, cuando se uniesen, la guerra no sería «simplemente impensable, sino también materialmente imposible».
La Declaración de Schuman
En un discurso pronunciado el 9 de mayo de 1950, inspirado y en gran medida redactado por Jean Monnet, Schuman propuso someter la producción francoalemana de carbón y acero a una Alta Autoridad común. Esta organización admitiría la participación de otros países europeos.
Esta cooperación se diseñó de tal modo que crease intereses comunes entre los países europeos que condujeran a una integración política gradual, condición indispensable para la pacificación de las relaciones mutuas: «Europa no se hará de una vez ni en una obra de conjunto: se hará gracias a realizaciones concretas, que creen en primer lugar una solidaridad de hecho.
La agrupación de las naciones europeas exige que la oposición secular entre Francia y Alemania quede superada.»
Sus palabras no cayeron en saco roto, dado que el Canciller alemán Adenauer respondió rápida y positivamente, al igual que los Gobiernos de los Países Bajos, Bélgica, Italia y Luxemburgo. Un año después, el 18 de abril de 1951, los seis miembros fundadores firmaron el Tratado de París, por el que se creó la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, la primera comunidad supranacional de Europa. Esta organización singular allanó el camino hacia la Comunidad Económica Europea y, posteriormente, la Unión Europea, que todavía funciona con las innovadoras instituciones europeas concebidas en 1950.
No obstante, sus esfuerzos no se detuvieron allí. Pasó a defender con ahínco una mayor integración mediante la Comunidad Europea de Defensa y, en 1958, se convirtió en el primer Presidente del predecesor del actual Parlamento Europeo. Cuando abandonó el cargo, el Parlamento le concedió el título de «Padre de Europa». Dada la importancia de la «Declaración de Schuman», el 9 de mayo de 1950 ha sido proclamado «Día de Europa». Además, en honor a su pionera labor a favor de una Europa unida, se ha dado su nombre al barrio que alberga la sede de varias instituciones de la Unión Europea en Bruselas.
Por su dilatada carrera política, el belga Paul-Henri Spaak bien merece el título de «estadista europeo».
Mintiendo sobre su edad, fue reclutado en el ejército belga durante la Primera Guerra Mundial y pasó dos años en un campo de prisioneros de guerra alemán. En la segunda contienda, esta vez como Ministro de Asuntos Exteriores, intentó en vano mantener la neutralidad de Bélgica. Junto con el Gobierno partió al exilio, primero a París y más tarde a Londres.
Tras la liberación de Bélgica, Spaak ocupó los cargos de Ministro de Asuntos Exteriores y Primer Ministro. Ya durante la Segunda Guerra Mundial había formulado planes para una unión de los países del Benelux, e inmediatamente después abogó por la unificación de Europa, apoyando la creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero y el proyecto de una comunidad europea de defensa.
Para Spaak, unir los países mediante tratados vinculantes era la forma más eficaz de garantizar la paz y la estabilidad. Contribuyó a lograr estos objetivos siendo Presidente de la primera sesión plenaria de las Naciones Unidas (1946) y Secretario General de la OTAN (1957-1961).
Spaak fue una de las personalidades que redactaron el Tratado de Roma. En la «Conferencia de Mesina» (1955), los seis Gobiernos participantes le nombraron presidente del comité de trabajo encargado de hacerlo.
Ascenso en la política belga
Paul-Henri Spaak nació el 25 de enero de 1899 en Schaerbeek (Bélgica), en el seno de una conocida familia de políticos belgas. Su abuelo, Paul Janson, fue un distinguido miembro del Partido Liberal, mientras que su madre, Marie Janson, fue socialista y la primera mujer elegida al Senado belga. Asimismo, tenía un tío dedicado a la política, Paul-Emile Janson, que ocupó el cargo de Primer Ministro de Bélgica a finales de la década de 1930.
Spaak, mintiendo sobre su edad, se alistó en el ejército belga durante la Primera Guerra Mundial. Poco después fue capturado por los alemanes y pasó dos años en un campo de prisioneros de guerra.
Después de la guerra, Spaak estudió Derecho. En aquella época era muy aficionado al deporte e incluso jugó como integrante del equipo belga de tenis en la Copa Davis de 1922.
Tras licenciarse, Spaak ingresó en un bufete de abogados de Bruselas. En 1920 se unió al Partido Obrero Belga. Ascendió rápidamente en la política nacional hasta convertirse en Primer Ministro de Bélgica en 1938. Durante la Segunda Guerra Mundial ejerció de Ministro de Asuntos Exteriores en el Gobierno belga en el exilio en Londres. Cuando regresó a Bruselas en 1944, ocupó los puestos de Ministro de Asuntos Exteriores y Primer Ministro en los Gobiernos de posguerra. En 1945, Spaak adquirió renombre internacional tras su elección como Presidente del primer periodo de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas. En 1956 fue nombrado Secretario General por el Consejo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Aportación a Europa
Spaak fue conocido por su talento para la retórica: era una persona capaz de escuchar a los demás y, además, poseía un gran poder de convicción. Estas aptitudes, combinadas con su visión de la cooperación europea, le convirtieron en uno de los principales impulsores del proyecto de integración europea.
Formación del Benelux
A pesar de que la mayor parte de Europa había quedado en ruinas tras la Segunda Guerra Mundial, Spaak vio en ello una oportunidad de restablecer la fortaleza del continente mediante la cooperación económica y política. La guerra le había convencido de que la cooperación para alcanzar un objetivo común resultaría mucho más productiva que un enfrentamiento. Spaak forma parte de lo que actualmente llamamos padres fundadores de la UE porque supo apreciar el potencial de la unificación de la Europa de posguerra, que quedó demostrado con la formación del Benelux en 1944.
Mientras Spaak actuaba desde Londres, la guerra causaba estragos en el continente. Sin embargo, en colaboración con los dirigentes de los Países Bajos y Luxemburgo, Spaak estaba trabajando en un proyecto completamente nuevo y extremadamente ambicioso. En 1944, nació el Benelux: la unión aduanera entre Bélgica, los Países Bajos y Luxemburgo. Era una idea sencilla, pero completamente novedosa. Dentro de las fronteras de los tres países se garantizaría la libre circulación de capitales, personas y mercancías: una inspiración para una mayor integración europea.
La Conferencia de Mesina
En 1955, la Conferencia de Mesina de los líderes europeos nombró a Spaak presidente de un comité (el Comité Spaak) responsable de la elaboración de un informe sobre la creación de un mercado común europeo. Durante la Conferencia de Mesina, los tres Estados del Benelux propusieron el relanzamiento de
la integración europea sobre la base de un mercado común y la integración de los sectores del transporte y la energía atómica. El «Informe Spaak» sirvió de base para la Conferencia Intergubernamental sobre la creación del mercado común y Euratom en 1956 y condujo a la firma de los Tratados de Roma, el 25 de marzo de 1957, por los que se estableció una Comunidad Económica Europea en 1958. Spaak firmó el Tratado en representación de Bélgica.
A lo largo de su carrera política, Spaak siempre insistió en la importancia de la integración europea y la independencia de la Comisión Europea: «La Europa del futuro debe ser una Europa supranacional,» afirmó para rechazar el «Plan Fouchet» de 1962, del Presidente francés De Gaulle, que intentaba bloquear el acceso de Gran Bretaña a las Comunidades Europeas y socavar su base supranacional. La unidad europea prevista por Spaak tenía un carácter principalmente económico. El estadista belga deseaba una unificación política, pero que no estuviese basada únicamente en los países del mercado común. Por consiguiente, no quería seguir avanzando hasta que se hubiese producido la integración económica de Gran Bretaña en la unión. Se retiró de la política en 1966 y falleció en Bruselas en 1972.
Un europeísta entusiasta
Spaak ocupa un lugar en los libros de historia como la fuerza motriz que impulsó la integración europea. Incluso antes de que se iniciase la cooperación económica y política a escala europea, ya creía en el proyecto europeo. Fue un europeísta entusiasta y su visión superó las fronteras de su propio país.
El político italiano Altiero Spinelli fue uno de los padres fundadores de la Unión Europea, principal responsable de la propuesta del Parlamento Europeo de un Tratado sobre una Unión Europea federal, el llamado «Plan Spinelli». La propuesta fue aprobada en 1984 en el Parlamento por amplia mayoría y fue una importante fuente de inspiración para la consolidación de los Tratados de la UE en los años ochenta y noventa.
A los 17 años, Spinelli ingresó en el Partido Comunista, y a raíz de ello fue encarcelado por el régimen fascista italiano entre 1927 y 1943. Al final de la Segunda Guerra Mundial fundó el Movimiento Federalista en Italia.
En su función de consejero de personalidades como De Gasperi, Spaak y Monnet, hizo mucho por la unificación europea. Jurista de formación, también fomentó la causa europea en el mundo académico y fundó el Instituto de Asuntos Internacionales en Roma.
De 1970 a 1976 fue Comisario europeo encargado de política interior. Durante tres años fue diputado del Parlamento italiano por el Partido Comunista, antes de ser elegido diputado al Parlamento Europeo en 1979.
Primeros años
Altiero Spinelli nació en Roma el 31 de agosto de 1907 en el seno de una familia socialista. Empezó a participar activamente en la política a una edad muy temprana en el Partido Comunista italiano. En 1926, a consecuencia de sus actividades en el Partido Comunista, fue arrestado y condenado por el Tribunal especial fascista de Mussolini a 16 años y 8 meses de prisión. Finalmente pasó diez años en la cárcel y otros seis desterrado. Durante todo ese tiempo se negó a renunciar a sus ideales y a arrepentirse, aunque ello le hubiera permitido obtener un indulto. Mientras estaba en prisión, se dedicó en cuerpo y alma a estudiar y se convirtió en un acérrimo defensor de la integración supranacional. Criticó algunas de las posturas políticas del Partido Comunista. Su decepción con el Partido y los conocimientos que adquirió durante sus estudios le llevaron a abandonar a los comunistas y a unirse a la causa federalista. Fue durante el período que pasó en cautividad en la pequeña isla de Ventotene cuando sus ideas federalistas empezaron a tomar forma. Cada vez estaba más convencido de que un movimiento paneuropeo hacia el federalismo haría de contrapeso a la fuerza destructiva del nacionalismo.
El Manifiesto de Ventotene
Durante el tiempo que pasó en Ventotene, Spinelli leyó las obras de varios teóricos federalistas. Inspirado por sus pensamientos e ideas, redactó junto con otros presos políticos el Manifiesto de Ventotene, donde presentó las bases de su visión federalista y sobre el futuro de Europa. Este Manifiesto es uno de los primeros documentos que abogan por una constitución europea. Titulado inicialmente «Hacia una Europa libre y unida», el manifiesto declara que cualquier victoria sobre los fascistas resultaría inútil si tan solo conducía al establecimiento de otra versión del antiguo sistema europeo de Estados nacionales soberanos, aunque asociados en alianzas distintas. Esto solo acabaría provocando otra guerra mundial. El manifiesto proponía la formación de una federación supranacional europea, cuyo principal objetivo consistiría en unir a los Estados europeos hasta el punto de imposibilitar una nueva guerra.
El Movimiento federalista
Cuando se puso fin a su destierro en 1943, sus escritos sirvieron de programa al Movimento Federalista Europeo (Movimiento Federalista Europeo) que se creó ese mismo año. Durante el resto de los años cuarenta y la década de 1950, Spinelli se convirtió en un firme defensor de la causa federalista para una Europa unida. En este periodo criticó la falta de progreso en los esfuerzos por alcanzar la integración europea. Creía que la cooperación intergubernamental con plena soberanía nacional en organizaciones como la OCDE y el Consejo de Europa no bastaba. Por ello defendía a ultranza una mayor integración. Por ejemplo, como asesor político del entonces Primer Ministro italiano Alcide de Gasperi, convenció a este para que impulsara la creación de una Comunidad Europea de Defensa, aunque el proyecto acabaría fracasando, para gran decepción de Spinelli.
El «Club del Cocodrilo»
Durante la década de 1960, Spinelli trabajó como investigador y asesor del Gobierno, creó el Instituto de Asuntos Internacionales en Roma y fue miembro de la Comisión Europea entre 1970 y 1976. En 1979 fue elegido diputado al Parlamento Europeo. Como diputado al Parlamento Europeo, volvió a aprovechar la oportunidad de defender su visión federalista de Europa. En 1980, en colaboración con otros eurodiputados de ideas federalistas, fundó el «Club del Cocodrilo», así llamado por el restaurante de Estrasburgo que frecuentaban. El «Club del Cocodrilo» propugnaba un nuevo tratado europeo; de hecho, sus miembros presentaron una moción para que el Parlamento crease una comisión especial encargada de la redacción de un nuevo tratado sobre la Unión Europea, que sería prácticamente una constitución de Europa, excepto por el nombre.
El Plan Spinelli
El 14 de febrero de 1984, el Parlamento Europeo aprobó por aplastante mayoría el «Proyecto de Tratado por el que se establece la Unión Europea», el denominado «Plan Spinelli». Aunque finalmente los Parlamentos nacionales no apoyaron el tratado, el documento sirvió de base para el Acta Única Europea de 1986, que abrió las fronteras nacionales para el mercado común, y para el Tratado de Maastricht de 1992 por el que se creó la Unión Europea. El entusiasmo de Spinelli convenció al Presidente francés Mitterrand de que acabase con la hostilidad francesa hacia cualquier cosa que no fuese un enfoque intergubernamental de Europa. Esto dio a varios Gobiernos europeos el impulso que necesitaban para avanzar aún más con el proceso de integración europea.
Aunque no todas sus ambiciosas ideas llegaron a realizarse, Altiero Spinelli luchó incansablemente por su objetivo de conseguir un gobierno supranacional europeo que evitase nuevas guerras y de congregar a los países del continente en una Europa unida. Sus ideas inspiraron numerosos cambios en la Unión Europea, en particular el considerable aumento de las competencias del Parlamento Europeo. En la actualidad, el Movimiento federalista sigue reuniéndose periódicamente en la minúscula isla de Ventotene. Altiero Spinelli falleció en 1986; el edificio principal del Parlamento Europeo en Bruselas lleva su nombre.
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