La grandeza de la vida humana, el valor inviolable de su dignidad, la Familia y la libertad no necesitan imposiciones ni aspavientos
La belleza atrae, sólo hace falta descubrirla. La fealdad, en cambio, necesita la ayuda de quienes tienen intereses particulares para que triunfe. Necesita grandes vueltas de tuerca en forma de argumentarios rebuscados para justificar su falsa conveniencia, necesita su imposición en forma de corrientes ideológicas y leyes disfrazadas con cáscaras pomposas y biensonantes para que la sociedad la acepte como válida. Pero no deja de ser fealdad.
La belleza, en cambio, existe y permanece. No necesita nada, simplemente ser contemplada, admirada y comunicada. Oculta tantas veces entre la maleza, espera paciente a que alguien se dé cuenta de que está ahí, entre las zarzas. Es entonces cuando, después de arrancar la mala hierba a su alrededor, puede destacar y ser contemplada por quienes no habían reparado en ella.
La grandeza de la vida humana, el valor inviolable de su dignidad, la Familia y la libertad no necesitan imposiciones ni aspavientos. No necesitan más que quienes hemos descubierto su belleza seamos capaces de mostrarla al mundo con la alegría y serenidad de quien ha reparado en su existencia, con ganas sinceras de que los demás sean partícipes de nuestra admiración por ellas.
Para ello, por supuesto, hemos de podar las zarzas que intentan ahogarlas. La mejor herramienta para hacerlo es la formación, para ser capaces de rebatir con argumentos basados en la Razón y en la ciencia tanto sinsentido, tantas fuentes de infelicidad y sufrimiento plasmadas en ideologías de género, ataques a la vida de los más indefensos e inocentes con envoltorios de falsos derechos, intromisiones de gobiernos en la esfera de la libertad y responsabilidad de los padres en el ámbito de la educación, etc.
En el Foro de la Familia seguimos y seguiremos empeñándonos en señalar los errores de dichos planteamientos antihumanistas, a la vez que seguiremos proponiendo -que no imponiendo- la elección de la Belleza como modelo de bien común. Poco a poco, sin desesperar, confiamos en que cada vez seamos más los que apostemos por lo que merece la pena. El cambio no se produce de la noche a la mañana, y no se produce a base de golpes contra un muro. Es necesaria la formación, son necesarias las conversaciones en nuestros entornos, es necesario que sea la sociedad quien eleve a la esfera política la demanda de proteger y promover las causas nobles que nos ocupan, en vez de que sea la esfera política quien imponga a la sociedad modelos destructivos.