“El espíritu de la Navidad existe porque es el Espíritu Santo, que en estas fechas tiene ese color especial. Lo tenemos presente todo el año, pero en Navidad estamos más atentos a escucharlo porque estamos más despiertos”
Mar Dorrio se reconoce como “una chiflada de la Navidad” y para dejar constancia decidió escribir Calendario de Adviento (Eunsa, 2019), un libro donde mezcla la magia de las fiestas con reflexiones sobre su fe, su matrimonio, sus 12 hijos −entre 2 y 20 años− o una iniciativa pionera en Instagram conocida como el Café de los Viernes.
¿Por qué ha escrito un libro para preparar la Navidad?
Porque soy una chiflada de la Navidad. No sé si es porque nací en Nochebuena. Me encanta todo lo que conlleva y siempre intento que esas fechas entren en la memoria de mis hijos para que se acuerden de ellas, de la forma de entenderlas y de vivirlas. Porque no es cuestión de dinero, sino de gracia, cariño y dedicación.
Habla del espíritu navideño…
El espíritu de la Navidad existe porque es el Espíritu Santo, que en estas fechas tiene ese color especial. Lo tenemos presente todo el año, pero en Navidad estamos más atentos a escucharlo porque estamos más despiertos. Las películas, los escaparates, los villancicos… nos invitan a prestarle más atención. Esa es la magia de la Navidad.
¿Importa cultivar ese espíritu con tradiciones concretas?
La Navidad es un tiempo para la puesta en escena. Tus hijos, en su disco duro, no van a acordarse de lo que dijiste y, a veces, ni de cómo lo dijiste, pero sí de lo que sintieron en ese momento. Esa forma de entender la familia queda más registrada en su memoria que el resto del año porque entra por todos los sentidos. Por eso, cuando mis hijos mayores traen amigos a casa en estas fechas, pienso: ¡esto va bien! Quiere decir que están orgullosos de su familia. Por eso no hay que tener miedo a abrir las puertas de casa: ¡que vengan los amigos, que entren, que vean!
Además de la Nochebuena, día de su cumpleaños, ¿qué otras fiestas celebran más?
El día de Reyes, muchísimo. Pongo un bufé gigante con dulce y salado, como esas mesas de Hogwarts donde no falta de nada: salmón, jamón, tortilla, gofres, bizcocho de chocolate… y desayunamos largo y tendido. Otra gran tradición es el 22 de diciembre, día en que murió mi suegro y a quien ni los niños ni yo conocimos. Ese día, vamos a misa por los que faltan, empezando por el abuelo, y es nuestro momento de celebrar la Navidad con los que están en el Cielo, incluidos los cinco hijos que perdimos durante el embarazo.
Que a todos los perdieron en etapas avanzadas de la gestación…
A todos, menos al último, los perdimos como de cinco meses y medio de gestación. Cada uno supuso vivir un parto de un bebé que nacía muerto. Pero el tiempo y la gracia de Dios, que son una medicina maravillosa, te hacen entender que fue un “hasta luego”. Hay muchas frases que te dicen en esos momentos y yo me quedé con una: “Hacía falta un alma en el Cielo y la pidieron en tu casa”. Entonces te das cuenta de que, de todo lo que hagas en esta vida, ya has hecho algo bien porque esos hijos ya han llegado a la meta. Eso lo noto mucho después de comulgar, porque digo: “Aquí y ahora estamos todos”. Ese momento justo después de recibir la Comunión es brutal, porque puedes llegar a todas partes. Estoy convencida de que cuando tienes que tomar una decisión importante, conviene hacerlo en esos minutos pues no están interferidos por nada: estás en gracia de Dios y con el Señor.
¿Cómo nació su idea de crear el Café de los Viernes?
Veía que hay muchos medios para acercarse a Dios (charlas, retiros), pero me hacía falta algo intermedio. Entonces pensé en hacer un café con amigas, con un enfoque diferente. Pero como en Ferrol, donde vivimos, hay mucha gente de la Armada, cuando formábamos un grupo, se iba la mitad a vivir fuera. En una ocasión, hablando con una amiga que se había ido, me dijo: “¡Echo de menos el café!”. Entonces un día, justo después de comulgar, se me ocurrió: ¡si el Café de los Viernes puede estar en todas partes; ponemos el testimonio en YouTube y hacemos el directo en Instagram! Así que el copyright no es mío.
Dice en su blog que se trata de “tomarse un café con la Virgen”.
Sí, porque Ella es la primera invitada. Siempre he pensado que la idea de hacer oración puede costar, pero ¿quién no se tomaría un café con la Virgen aunque esté cansado? Además, es un café distinto. Hay un testimonio y luego te tomas algo con amigas para volver a casa más ilusionada: más enamorada de tu marido, con ganas de cocinar mejor, de educar mejor, y menos alucinada con las “casitas de chocolate” que pinta la sociedad y que te dejan vacía.
¿Reza a diario?
No paro de rezar Rosarios. Si las madres supiéramos la fuerza del Rosario, ninguna nos dedicaríamos a la plancha o a la comida antes de rezarlo. Por eso la Virgen es tan pesada: si cada vez que se aparece en la tierra nos pide que lo recemos, es porque sabe de todo lo que nos libra.
En este mundo virtualizado, ¿estamos perdiendo la capacidad de cultivar amistades?
Las buenas amigas son un regalo que nos da Dios. Tienes que ser prudente con quién te desahogas; no puedes llevar el corazón en la mano, que te lo van a destrozar, pero tienes que poder vaciarte con una amiga de esas que pueden entrar hasta la cocina de tu casa. Las mujeres necesitamos consultar: “¿Tú cómo lo haces?”. Y aunque su solución no te aporte, hablarlo ya suma.
¿A quién admira?
A una amiga, que es de esos héroes silenciosos que quizás no tiene un marido tan comprensivo como el mío, y aun así me dijo: “Voy a hacer todo lo posible para que mis hijos crezcan admirando a su padre, se lo merezca o no”. Me pareció la protagonista de La Vida es Bella: no hace falta tener cerca nazis ni poderosos enemigos para dedicarnos a hacer de la vida un lugar feliz para que los hijos crezcan ilusionados.
“Para cuidar tu matrimonio a menudo repito una frase un poco bruta: ‘Para tu marido tienes que estar siempre todo lo buena que puedas estar’. La vida en una casa es complicada: puedes pasar días en los que no te sacas la pinza de la cabeza. Así que encuentra un día a la semana para ponerte guapa y quedar con tu marido sin niños. Y dentro del presupuesto de Navidad, dedicad una parte para el atuendo de mamá, que es la pieza clave de las Navidades. Que mamá esté guapa va a dar el tono de fiesta. Además, hay que cuidar la intimidad matrimonial. El manual que nos dio Dios para la intimidad conyugal está muy bien pensado: el hecho de que durante unos días cada mes tú no puedas estar con tu marido hace que tengas siempre a ese ‘novio’ pesado que está desando verte y llegar a casa para estar contigo. La abstinencia periódica mantiene tu ilusión todos los martes y todos los domingos del resto de tu vida. Si lo vives bien, la gran beneficiada eres tú, pues una mujer que se siente querida, admirada y deseada, podrá comerse el mundo”.
Entrevista de Isabel Molina Estrada, en revistamision.com.
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