El Papa explica muy pegado a la situación real de los jóvenes, hablándoles de las virtudes cristianas más importantes con el vocabulario de su cultura digital
Como conclusión de las jornadas con los jóvenes en Cracovia, el Papa Francisco les ha propuesto vivir desde el encuentro con Jesús (Homilía de clausura de la Jornada Mundial de la Juventud, Cracovia, 31-VII-2016). Ahora bien, ese encuentro es iniciativa de Jesús mismo: “Jesús desea acercarse a la vida de cada uno, recorrer nuestro camino hasta el final, para que su vida y la nuestra se encuentren realmente”.
Así como se puede ver en el encuentro de Jesús con Zaqueo, también los jóvenes, deben vencer tres obstáculos, que explica el Papa muy pegado a la situación real de los jóvenes, hablándoles de las virtudes cristianas más importantes con el vocabulario de su cultura digital.
1. El primero es la baja estatura: “También nosotros podemos hoy caer en el peligro de quedarnos lejos de Jesús porque no nos sentimos a su altura, porque tenemos una baja consideración de nosotros mismos”. Esta −observa Francisco− es una gran tentación, que no sólo tiene que ver con la autoestima, sino que afecta también a la fe. Así es porque la fe nos asegura que somos Hijos de Dios (1Jn 3,1). “Esa es nuestra estatura, esa es nuestra identidad espiritual: somos los hijos amados de Dios, siempre”.
Por tanto, continúa Francisco, no aceptarse, vivir infelices y pensar en negativo significa no reconocer esa identidad nuestra más auténtica, como dándose la vuelta cuando Dios quiere fijar sus ojos en mí.
Pero “Dios nos ama tal como somos, y no hay pecado, defecto o error que lo haga cambiar de idea. Para Jesús −nos lo muestra el Evangelio−, nadie es inferior y distante, nadie es insignificante, sino que todos somos predilectos e importantes: ¡Tú eres importante! Y Dios cuenta contigo por lo que eres, no por lo que tienes: ante él, nada vale la ropa que llevas o el teléfono móvil que utilizas; no le importa si vas a la moda, le importas tú. A sus ojos, vales, y lo que vales no tiene precio”.
Dios nos ama más de lo que nosotros nos amamos −prosigue el Papa−, cree en nosotros más que nosotros mismos, está siempre de nuestra parte, como el más acérrimo de los hinchas; nos espera siempre incluso cuando nos encerramos en nuestras tristezas, no se resigna a vernos apagados y sin alegría. Porque siempre somos sus hijos amados.
Por eso complacerse en la tristeza no es digno de nuestra estatura espiritual. “Es más, es un virus que infecta y paraliza todo, que cierra cualquier puerta, que impide que la vida se reavive, que recomience”
Un consejo de Francisco: “Nos hará bien decir todas las mañanas en la oración: Señor, te doy gracias porque me amas; haz que me enamore de mi vida. No de mis defectos, que hay que corregir, sino de la vida, que es un gran regalo: es el tiempo para amar y ser amado”. Eso es la virtud de la esperanza cristiana.
2. Un segundo obstáculo que Zaqueo tuvo que superar es la vergüenza paralizante, el miedo al ridículo. Pero la atracción de Jesús fue más fuerte, y por eso Zaqueo se arriesgó y actuó. “Ese −apunta el Papa− es también para nosotros el secreto de la alegría: no apagar la buena curiosidad, sino participar, porque la vida no hay que encerrarla en un cajón. Ante Jesús no podemos quedarnos sentados esperando de brazos cruzados; a él, que nos da la vida, no podemos responderle con un pensamiento o un simple mensajito”.
Francisco anima a los jóvenes a no avergonzarse de llevarle a Jesús todo, especialmente las debilidades, dificultades y pecados, en la confesión: “Él sabrá sorprenderos con su perdón y su paz”. A no tener miedo de decirle sí con toda la fuerza del corazón, de responder con generosidad, de seguirlo. “No os dejéis anestesiar el alma, sino aspirad a la meta del amor hermoso, que exige también renuncia, y un no fuerte al doping del éxito a cualquier precio y a la droga de pensar sólo en sí mismo y en la propia comodidad”. Es la meta del amor y de la generosidad, la meta de la caridad, más fuerte que vergüenzas y los miedos.
3. El tercer obstáculo es la multitud que murmura, Así pueden hacer con nosotros: “Puede que os bloqueen, tratando de haceros creer que Dios es distante, rígido y poco sensible, bueno con los buenos y malo con los malos”, sin entender que su amor es más fuerte que el mal. “Puede que se rían de vosotros, porque creéis en la fuerza mansa y humilde de la misericordia. (…) Puede que os juzguen como soñadores, porque creéis en una nueva humanidad, que no acepta el odio entre los pueblos, ni ve las fronteras de los países como una barrera y conserva sus propias tradiciones sin egoísmo ni resentimiento”.
Y viene el consejo: “No os desaniméis: con vuestra sonrisa y vuestros brazos abiertos predicáis la esperanza y sois una bendición para la única familia humana, tan bien representada aquí por vosotros.
Jesús pasa y ve a Zaqueo. No mira sus defectos ni el mal que ha realizado, sino su corazón. Si nos unimos a esa mirada del Señor, “con esa mirada de Jesús, podéis hacer surgir una humanidad diferente, sin esperar a que os digan qué buenos sois, sino buscando el bien por sí mismo, felices de conservar el corazón limpio y de luchar pacíficamente por la honestidad y la justicia”. La mirada de Jesús que queremos hacer nuestra, es la fe.
Por tanto, aquí viene el consejo con vocabulario actual: “No os detengáis en la superficie de las cosas y desconfiad de las liturgias mundanas de la apariencia, del maquillaje del alma para aparentar ser mejores. Por el contrario, instalad bien la conexión más estable, la de un corazón que ve y transmite el bien sin cansarse. Y esa alegría que habéis recibido gratis de Dios, dadla gratis (cf. Mt 10,8), porque son muchos los que la esperan”.
Hoy tengo que alojarme en tu casa, le dice Jesús a Zaqueo. Traducido para nosotros: “El Señor (…) quiere venir a tu casa, vivir tu vida ordinaria: el estudio y los primeros años de trabajo, las amistades y los afectos, los proyectos y los sueños. ¡Cómo le gusta que todo esto se lo llevemos en la oración! Él espera que, entre tantos contactos y chats de cada día, el primer puesto lo ocupe el hilo de oro de la oración. ¡Cuánto desea que su Palabra hable a cada una de tus jornadas, que su Evangelio sea tuyo, y se convierta en tu navegador en el camino de la vida!”
Jesús, le dice Francisco a cada joven, te llama por tu nombre, que es precioso para él. Así como Zaqueo significa el hombre justo que vive del recuerdo de Dios, el Señor nos tiene en su memoria. Pero “su memoria no es un disco duro que registra y almacena todos nuestros datos, sino un corazón tierno de compasión, que se regocija eliminando definitivamente cualquier vestigio de mal”. ¿Y nosotros? Debemos imitar esa forma de memoria fiel de Dios, guardarla y reavivarla siempre.
Ramiro Pellitero, en iglesiaynuevaevangelizacion.blogspot.com.
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