Un documento accesible a cualquier adulto interesado en su fe, que debe ser leído a fondo a un ritmo reflexivo
Vivimos en una época en la que los nervios de la gente están a flor de piel, por la información que reciben, ya sea porque no les gusta, no confían en ella o con frecuencia ni siquiera necesitan. Nos ahogamos en publicidad, en grupos de presión o en una política insana. Mientras tanto, en realidad, los mensajes vitales que dan vida pasan desapercibidos. Y en cuestiones complicadas, es más fácil sencillamente no pensar, y pasar directamente a la discusión.
Francisco, sin embargo, tiene un enfoque diferente. Las más de 250 páginas de la reciente exhortación apostólica del Santo Padre sobre el amor en la familia, Amoris laetitia −"La alegría del amor"− pueden parecer desalentadoras, como mirar la cumbre del monte Everest desde el campamento base. Pero ahí es donde termina la semejanza. Se trata de un documento accesible a cualquier adulto interesado en su fe. Y debe ser leído a fondo a un ritmo reflexivo. También debe sopesarse cuidadosamente a la luz de la exhortación apostólica Familiaris consortio de San Juan Pablo II, la teología del cuerpo, y otros documentos de la Iglesia anteriores sobre el matrimonio y la familia.
Al igual que su texto anterior Evangelii gaudium −"La alegría del Evangelio"−, las reflexiones postsinodales de Francisco sobre la familia, escritas con viveza, contienen una enseñanza excelente, ofrecida en un estilo atractivo propio. Los que buscan un cambio en la enseñanza católica sobre el matrimonio, el divorcio, la familia y la sexualidad se sentirán decepcionados, como ya han mostrado los titulares en la prensa secular. Otros pueden encontrar pasajes del texto del capítulo 8, cuando se subraya la sensibilidad pastoral en situaciones matrimoniales irregulares, que parecen ambiguos en su contenido.
Por lo tanto, es necesario entender "la alegría del amor" en el contexto del cuerpo de la doctrina católica y de la probada sabiduría que la enmarca. Este contexto dará forma a la respuesta de la Iglesia aquí en Filadelfia. Como escribió Romano Guardini −y cabe recordar que Guardini, uno de los grandes eruditos católicos del siglo pasado, es una influencia clave en la mente de este Papa− la piedad es una virtud más perfecta que la justicia. Pero como también Guardini escribió, no puede existir verdadera piedad desconectada de la verdad. Y la verdad del matrimonio cristiano, enseñado por Jesús mismo, es que el matrimonio es una alianza irrevocable permanente, con todo lo que ello implica para la vida sacramental católica.
Cada lector tendrá sus propios pasajes favoritos en este texto. Para mí, el valioso corazón de Amoris laetitia se encuentra en los capítulos 4-7. La extensa reflexión del Papa sobre la primera carta de Pablo a los Corintios es excepcionalmente hermosa. Los párrafos 178-181 sobre la infertilidad, la adopción, el acogimiento y la vocación de la familia son excelentes. Así como el número 187 sobre la familia extendida. El n. 193 sobre la importancia de la memoria histórica es muy valioso, como lo son los números 174-177 sobre el papel de padres y madres. El n. 167 tiene un elogio de bienvenida para las familias numerosas, y todo el texto tiene una profunda concepción de los hijos como un don.
Los párrafos nn. 47 y 48 muestran una genuina sensibilidad para los niños con necesidades especiales y los ancianos. El n. 80 reafirma enérgicamente el mensaje de la Humanae vitae, así como el n. 83 reafirma la santidad de toda vida humana. Y en el número 56, Francisco rechaza claramente la ideología de género y la confusión que promueve sobre la identidad sexual.
El capítulo 8 es una delicada reflexión sobre la necesidad de incluir a los divorciados vueltos a casar civilmente en la vida de la Iglesia, y de tratar a todas las personas en uniones irregulares con un adecuado cuidado. En mi experiencia, es raro que un pastor deliberadamente busque poner obstáculos en el camino de cualquiera que desee vivir una buena vida cristiana. Al mismo tiempo, tenemos que recordar que la enseñanza católica no es un "ideal" para ser alcanzado por unos pocos, sino una forma de vida que puede y debe ser vivida por todos nosotros.
Sería un error interpretar mal el espíritu compasivo de Amoris laetitia como una licencia para ignorar la verdad cristiana sobre cuestiones de fondo −las cuestiones que incluyen la enseñanza católica sobre el matrimonio y la disciplina de la Iglesia en la administración de los sacramentos.
Al momento de escribir estos pensamientos se están elaborando las directrices diocesanas para la comprensión y aplicación de Amoris laetitia, y serán ampliamente difundidos en el próximo mes, una vez que se terminen.
Mientras tanto, sobre todo a raíz de Encuentro de las Familias del año pasado los católicos de Filadelfia sólo puede enriquecerse por la lectura y la oración sobre "La Alegría del Amor".