¿Por qué tanto revuelo con el vídeo del Papa? Para el Autor lo bueno es que el Papa ha logrado su objetivo: conmover, trasladar un mensaje a millones de personas
El Papa Juan Pablo I, en su primer mensaje a los fieles, exhortaba a que se estudiaran todos los caminos, todas las posibilidades, y se procurasen todos los medios para anunciar, oportuna e inoportunamente, la salvación a todas las gentes. “Si todos los hijos de la Iglesia −decía el Romano Pontífice− fueran misioneros incansables del Evangelio, brotaría una nueva floración de santidad y de renovación en este mundo sediento de amor y de verdad”.
Oportuna e inoportunamente. Todos los medios para anunciar la salvación. El buen Papa Juan Pablo I no hacía sino repetir las palabras del Apóstol.Pablo habló siempre, a tiempo y a destiempo, oportuna e inoportunamente, en griego y en hebreo, escribiendo, dictando, conversando, exhortando, explicando. “Dad razón de vuestra fe”, dijo el primer Papa.
Y es que parece que se nos ha olvidado que el Cristianismo, además de vivirlo, hay que explicarlo porque no es fácil de entender. La nada se explica rápidamente. El Misterio, no. Llevamos ríos de tinta, en dos mil años, para explicar la doctrina, el Misterio, la Fe. Y no hemos agotado el tema, ni lo haremos nunca.
El Papa lanza un mensaje de amor y de diálogo
¿Por qué, pues, tanto revuelo con el vídeo del Papa? Se trata de una pieza de comunicación publicitaria, y no de una encíclica. Se trata de la síntesis de un mensaje de amor y de diálogo. Se trata de la voz de un profeta.
Y llegan algunos a criticar el vídeo porque es inoportuno y porque hay que explicarlo. Lo bueno del vídeo es que ha logrado su objetivo: conmover, trasladar un mensaje a millones de personas. ¿Hay que explicarlo? ¿Qué palabras proféticas no tuvieron que ser explicadas? Estamos todavía intentando explicar la profecía más alegre de todos los tiempos: el Apocalipsis, que es tan breve, para todo lo que pretende comunicar, como un vídeo publicitario.
¿Explicar el vídeo? El propio Jesús tuvo que explicar sus palabras y sus actos muchas veces porque no le entendían o le entendían a medias o le malinterpretaban. O le calumniaban.
Estoy por pensar que si, como Cristo, tienes que explicarte, es que estás en el buen camino. Estoy por pensar que si, como Cristo, hablas oportuna e inoportunamente, los fariseos te van a difamar. Y acabarán crucificándote.
Y estoy seguro de que si la profecía no produce un vuelco de indignación en el corazón de los culpables −y todos lo somos−, no es verdadera profecía.
Francisco, el Santo Padre y Santo Profeta, habla a tiempo y a destiempo. Como es su deber de amor a Cristo. Habla y, a veces, hay que explicar lo que hace y lo que dice.
Cristo habló a latigazos y luego lo explicó: “No convirtáis la casa de mi Padre en una cueva de ladrones”. Pues eso, fariseos. Tomen nota.