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En su carta, el Prelado habla del reinado de Cristo, quien ante todo desea ser Rey de "nuestros pensamientos, palabras, obras y acciones"
Se refiere el Prelado del Opus Dei al iniciar su Carta pastoral, a las abundantes acciones de gracias que hemos de dar a Dios, todos los días, por los muchos bienes que nos concede y hace mención, en concreto, a las muchas gracias obtenidas de Dios por intercesión del beato Álvaro, por lo que, afirma, entiendo muy bien que nuestro Padre escribiera y dijera con frecuencia: semper in lætítia!, al ver cómo el Cielo nos bendice.
Vemos, una vez más, continua, que la santidad reluce cuando la Iglesia la reconoce en alguno de sus hijos. En ocasiones no la percibimos, porque nos distraemos y no ponderamos esa asistencia de Dios. Hijas e hijos míos, convenzámonos de que la fe nos ayuda a caminar con firmeza en medio de los vaivenes de la historia: la Providencia divina dirige todo hacia la plenitud del reino de Dios, que Jesucristo instauró en la tierra, afirmando que nos toca ahora a los cristianos hacer presentes los frutos de la redención, sobreabundantemente realizada por Jesucristo con su vida, muerte, resurrección y ascensión a los cielos. Y lo pedimos por intercesión de don Álvaro, cuando suplicamos a Dios que sepamos convertir todos los momentos y circunstancias de mi vida en ocasión de amarte y de servir al Reino de Jesucristo.
Para ello, y recordando la pedagógica insistencia de San Josemaría, invita a fomentar el deseo de aumentar cotidianamente la vibración apostólica, de rogar al Señor que envíe su Espíritu a todas las personas, rompiendo las barreras que podemos poner a su acción en nuestras almas, urgiendo a asimilar, de modo muy personal, aquel queremos que Cristo reine, que latía en el corazón de nuestro Padre desde los comienzos del Opus Dei, y que nos repitió don Álvaro.
Afirma el Prelado que estas y otras consideraciones resultan muy adecuadas en este mes, al prepararnos para la solemnidad de Cristo Rey. Nuestro Padre nos pregunta a cada uno, a cada una: ¿Dónde está el Rey? ¿Dónde está el Cristo, que el Espíritu Santo procura formar en nuestra alma? No puede estar en la soberbia que nos separa de Dios, no puede estar en la falta de caridad que nos aísla. Ahí no puede estar Cristo; ahí el hombre se queda solo[1]. Dios desea reinar, ante todo, en nuestros pensamientos, palabras, obras y acciones. Pero qué responderíamos −prosigue nuestro Padre−, si Él preguntase: tú, ¿cómo me dejas reinar en ti? Yo le contestaría que, para que Él reine en mí, necesito su gracia abundante: únicamente así hasta el último latido, hasta la última respiración, hasta la mirada menos intensa, hasta la palabra más corriente, hasta la sensación más elemental se traducirán en un hosanna a mi Cristo Rey 2[2].
Y sugiere a todos descubrir en estas y otras expresiones que menciona en su Carta las diversas manifestaciones del triunfo de Cristo, cuando las almas se muestran dóciles a la acción del Espíritu Santo, como preparación para la próxima solemnidad, el próximo día 23 de Jesucristo Rey del Universo, y más adelante, recuerda las palabras de San Josemaría en una reunión familiar: San Josemaría nos señalaba el camino adecuado para colaborar en la instauración del reino de Cristo, a pesar de los obstáculos: todos sabéis que hay dificultades en la vida del mundo y en la vida de la Iglesia. Que estas dificultades nos exigen −a todos− portarnos mejor, ser más fieles. Que en estos momentos de deslealtad el Señor espera, de cada uno de vosotros y de mí, lealtad, amor. Que debemos estar serenos, que todas las aguas revueltas se calmarán, los posos se irán al fondo y quedará el agua potable. Y que esos montes, que parece que nos envuelven y que no nos dejan ver el horizonte, se irán abajo: “montes sicut cera fluxérunt a fácie Dómini” (Sal 96 [97] 5), dice la Escritura; los montes, lo mismo que si fueran de cera, se destruirán delante del querer de Dios. Porque el querer de Dios es de amor y de misericordia. Misericórdia Dómini plena est terra (Sal 32 [33] 5), la tierra está llena de la misericordia de Dios. El Señor nos quiere mucho a cada uno de vosotros y a mí, pero nos querrá más si amamos a su Iglesia que es nuestra Madre, y que está afligida.
Ya al final de su Carta pastoral: con alegría os comunico que el 3 de este mes iré a Moscú: acompañadme desde ahora con vuestra oración en este viaje. Y el sábado, día 8, administraré la ordenación diaconal a 32 hermanos vuestros: recemos por ellos, para que sean santos, y por todos los ministros de la Iglesia, desde el Papa hasta el último recién ordenado, queriendo a cada uno entrañablemente. El día 28, aniversario de la erección de la Obra en Prelatura personal, agradezcamos especialmente a la Trinidad Santísima la configuración jurídica definitiva del Opus Dei: esta partecica de la Iglesia que formamos los sacerdotes y laicos, y que tanto facilita nuestro servicio a toda la Iglesia y a las almas,
Y concluye: seguid rezando por los frutos del reciente Sínodo extraordinario de los Obispos y por todas mis otras intenciones.
Texto completo de la Carta pastoral del Prelado del Opus Dei
Introducción a la serie sobre “Perdón, la reconciliación y la Justicia Restaurativa” |
Aprender a perdonar |
Verdad y libertad |
El Magisterio Pontificio sobre el Rosario y la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae |
El marco moral y el sentido del amor humano |
¿Qué es la Justicia Restaurativa? |
“Combate, cercanía, misión” (6): «Más grande que tu corazón»: Contrición y reconciliación |
Combate, cercanía, misión (5): «No te soltaré hasta que me bendigas»: la oración contemplativa |
Combate, cercanía, misión (4) «No entristezcáis al Espíritu Santo» La tibieza |
Combate, cercanía, misión (3): Todo es nuestro y todo es de Dios |
Combate, cercanía, misión (2): «Se hace camino al andar» |
Combate, cercanía, misión I: «Elige la Vida» |
La intervención estatal, la regulación económica y el poder de policía II |
La intervención estatal, la regulación económica y el poder de policía I |
El trabajo como quicio de la santificación en medio del mundo. Reflexiones antropológicas |