La colaboración entre católicos y ortodoxos supondría una gran contribución a la libertad religiosa en Europa y en el mundo
religionconfidencial.com
No ha tenido apenas eco en los medios de comunicación la noticia del comienzo del culto ortodoxo en la parroquia de santa María Magdalena de Madrid, construida en un solar de la Gran Vía de Hortaleza donado en su momento por el Ayuntamiento que presidía Ruiz-Gallardón
Allí se celebró ya la vigilia pascual en la noche del 4 al 5 de mayo, de acuerdo con el calendario juliano, vigente aún en las iglesias orientales. Pertenece al patriarcado de Moscú. El templo, con capacidad para cuatrocientas personas, se ha construido con el típico estilo arquitectónico ruso.
Este hecho se produce en un momento en que aumenta el número de cristianos ortodoxos en España, como consecuencia de la emigración. Según estadísticas oficiales, viven aquí cerca de 34.000 rusos, 70.000 ucranianos y 3.000 bielorrusos.
Coincide también con la llamada del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa a la colaboración con los ortodoxos. Lo subrayaba el pasado día 10 el presidente de los obispos europeos, Cardenal Arzobispo de Esztergom-Budapest, Péter Erd, tras una audiencia con el Papa. En concreto, esa colaboración entre católicos y ortodoxos supondría una gran contribución a la libertad religiosa en Europa y en el mundo. De hecho, el patriarcado ecuménico solicitó la cooperación de los obispos católicos para el seminario sobre libertad religiosa que se celebrará en Estambul el 17 y 18 de mayo próximo.
Aunque no llega a los extremos de los países islámicos, la libertad religiosa está amenazada también en el continente europeo, como muestran los datos sobre intolerancia y discriminación facilitados por el Observatorio de Viena. Ciertamente, no se asesina a cristianos, como en Egipto, ni se destruyen iglesias ni son secuestrados obispos, como en Siria. Y el Tribunal de Estrasburgo ha dictado sentencias favorables a la libertad. Pero, justamente, haber tenido que apelar a ese tribunal de derechos humanos, muestra la entidad de las dificultades para vivir la fe en cuestiones de ordinaria administración.
En ese contexto, tiene gran importancia la visita a Roma de Tawadros II (Teodoro), Papa de Alejandría y Patriarca de la Sede de San Marcos. Como expresó el Papa Francisco, «fortalece los lazos de amistad y hermandad que unen ya a la Sede de Pedro y a la Sede de Marcos, heredera de un legado invaluable de mártires, teólogos, santos, monjes y fieles discípulos de Cristo, que por generaciones han dado testimonio del Evangelio, a menudo en situaciones muy difíciles». El obispo de Roma recordó el histórico encuentro que tuvo lugar hace cuarenta años entre Pablo VI y el Papa Shenuda III, que unió a uno y otro «en un abrazo de paz y fraternidad después de siglos de alejamiento recíproco».
Tras aquella memorable ocasión se firmó una declaración conjunta, "una piedra angular en el camino ecuménico", después de milenio y medio de la ruptura nacida con el concilio de Calcedonia en el año 451. Desde 1973 ha progresado el diálogo, que se acelera cada día más, con avances continuos. No se puede olvidar la coincidencia en la confesión del Dios uno y trino y en la divinidad del Hijo encarnado de Dios, así como en la fe en los sacramentos, y en la veneración común de la Madre de Dios.
Además, ahora, como recordó Francisco, se produce un ecumenismo del sufrimiento: «Si un miembro padece, todos los miembros padecen con él, y si un miembro es honrado, todos los miembros se gozan con él». Y esto es válido también en el contexto más amplio de la sociedad y de las relaciones entre cristianos y no cristianos: del sufrimiento común, pueden germinar, con la ayuda de Dios, el perdón, la reconciliación y la paz, concluía el obispo de Roma, invocando la protección común de San Pedro apóstol y San Marcos Evangelista.