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En una entrevista exclusiva para EWTN, la cadena de radio y televisión católica más grande del mundo, el entonces Cardenal Jorge Mario Bergoglio, hoy Papa Francisco, compartió algunas reflexiones sobre el Año de la Fe, convocado por Benedicto XVI, la Iglesia en América Latina y las virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad
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A continuación, sus declaraciones organizadas en cuatro bloques temáticos:
El Papa Benedicto XVI convocó a la Iglesia a vivir el Año de la Fe
Bueno, cómo se le ocurrió (a Benedicto XVI) no le puedo decir. Él habrá sentido algo que lo tenía que hacer, seguramente una inspiración del Espíritu Santo, porque ya Pablo VI en un momento lo había hecho −otro Año de la Fe− y fue una época muy tumultuosa.
Pablo VI dijo aquella frase: “el humo de Satanás ha entrado en la iglesia” una época muy difícil y él, en ese Año de la Fe, redactó ese bellísimo Credo del Pueblo de Dios.
Pienso que estos tiempos no son más tranquilos que aquellos, ¿no?
Y también hay otra pista que podemos seguir, el Papa suele hablar de actitudes que en el fondo son idolátricas, como el relativismo, el narcisismo, el consumismo, son cosas totalmente alejadas de lo que es la adoración al verdadero Dios; por lo tanto son actitudes idolátricas, ¿no?
Y en la sociedad actual se instalan continuamente nuevos ídolos llevados en el carro del consumismo, ¿no es cierto? Entonces la gente se engancha allí.
Verdaderamente hay una necesidad muy grande de renovar la fe, de rezar el Credo con el corazón, de decir “creo en Jesús”.
El Papa de alguna manera nos dice lo que Pablo le decía a Timoteo: “Acuérdate de Jesucristo”. O sea, con este año “Acuérdate de Jesucristo”. Renovar la fe, revitalizarla. La respuesta a toda esta idolatría reinante solamente la da Jesús, y desde la cruz que es desde donde Él reina. Negamos la cruz de Jesús y negamos a Jesús.
Un dato interesante de este paganismo; es un paganismo gnóstico, ¿no es cierto? “Sí, creo en Dios pero es un dios…” un dios así diluido, casi un panteísmo, pero un dato interesante de esto es la estadística de los gastos de cosas no necesarias en el orden mundial. El gasto de cosas necesarias, alimentos, medicina, no, eso dejémoslo de lado.
De las cosas que no son necesarias, de cosas superfluas, el primer tope lo tiene las mascotas. Se gasta en mascotas en el primer nivel de gastos superfluos. Se idolatra la mascota, está la idolatría de comprar, alquilar, tener un afecto que yo doy como quiero, donde quiero, sin la libertad de la respuesta, ¿verdad?
Es toda una caricatura del amor; y el segundo puesto lo lleva la cosmetología. Cosméticos. En el orden mundial, no me acuerdo las cifras pero son millones y millones, miles de millones que se gastan en estas dos cosas. Mientras tanto el Papa está hablando de los chicos que se mueren de hambre en continentes en vías de desarrollo, África, Asia, América.
Primero las mascotas, después si sobra algo le tiramos a los chicos… y está hablando de la belleza del espíritu, de la belleza del corazón que no tiene nada que ver con la belleza artificial del cosmético. Nos disfrazamos, la belleza, cuando nos tenemos la belleza de Dios.
Fe, Esperanza y Caridad
Partamos de esto. Las virtudes teologales son regalo puro, don puro, gracia pura, que te la dan en el bautismo y te sella el alma con esas tres virtudes. O sea vienen con la inhabitación de la Trinidad a tu corazón, pero nadie las puede ni comprar ni conseguir por su esfuerzo; son regalo puro de Dios.
Evidentemente cuando nos metemos en un camino más de suficiencia o más pelagiano el regalo pasa a segundo lugar y entonces se debilita la fe, se debilita la caridad, se debilita la esperanza. Entonces lo más importante es lo que yo hago.
Y acá recuerdo un midrash de un rabino del siglo XII, más o menos de la época de Santo Tomás, o siglo XIII, por ahí. Él, hablando de la torre de Babel explicaba cómo los hombres, en ese afán de progresar empezaron bien pero terminaron mal, y dónde estuvo la falla.
Para construir la torre tenían que hacer los ladrillos; para hacer los ladrillos tenían que ir a buscar la paja, hacer el barro, amasarlo, cocinarlo y entonces un ladrillo valía mucho, era el fruto de un esfuerzo muy grande.
Entonces cuando subiendo se caía un ladrillo y se rompía era una tragedia porque se perdía mucho, mucho, de lo se había invertido. Se caía un hombre y no había problema, se suplía con otro esclavo.
Cuando nosotros buscamos con esta actitud de este tipo suficiente o pelagiana de edificarnos nosotros, las referencias de fe, de esperanza, y de caridad, y no recibir ese don que se nos da, terminamos despreciando la imagen de Dios que es el hombre, creado a imagen y semejanza. Eso como línea general.
Respecto a la primacía de la caridad, evidentemente la fe, una vez que uno contempla desaparece, por eso desaparece en San Pablo. Y la esperanza es pegar esa ancla, una vez que uno llega a la orilla saca el ancla y ya está, no tiene necesidad. En cambio la caridad es la consumación total de ese germen puesto en el Bautismo, y por eso permanece.
América Latina, la gran reserva espiritual de la Iglesia
Evidentemente que nuestros pueblos tienen una gran reserva, una reserva cultural y una reserva espiritual. Una reserva que la podemos poner en algunas imágenes que son general de todos los pueblos de América Latina.
Las imágenes de Nuestra Señora, la Madre, la que nos trae a Jesús. La que nos da calor de hogar en la Iglesia, figura de la Iglesia; y el Cristo Crucificado que a veces es el Cristo alrededor de la cruz como es el Señor de la Paciencia, después de ser azotado y coronado de espinas; o el Señor yacente, muerto, pero son como dos figuras muy de nuestros pueblos, además de todas las devociones de santos que tiene.
Pero la reserva está en esa referencia a que Dios es venido en carne y sufrió por nosotros, esas son esas dos imágenes. Es venido en carne porque lo trae la Madre, que es Madre de todos nosotros y muere por nosotros para darnos la vida.
Esa referencia es una reserva en nuestros pueblos que los lleva a ir adelante y da pie a esas virtudes de la solidaridad, la ayuda, la comprensión y todas esas cosas.
Todavía eso no ha sido destruido, evidentemente que toda esta cultura que se propone, incluso que se propone en los centros de estudios también y que se propone también como conducta social, está erosionando, o tiende a erosionar esto.
Pero pienso que esa piedad popular en el hondo sentido de la palabra, como la denominaba Pablo VI en Evangelii Nuntiandi, o Aparecida en su documento.
Esa piedad popular tiene esa raigambre de fe muy grande todavía es muy fuerte, y yo apuesto a la fe de nuestros pueblos como que el Señor nos dará la gracia a través de estas prácticas de piedad y de esta obediencia al Cristo que murió por nosotros, y esa veneración a la Madre, poder salvarnos de esta corriente, de ese relativismo que todo es igual.
Una pregunta para todos los católicos del mundo
Dejaría una pregunta: ¿cómo rezas? Sí padre yo rezo, yo le pido a Dios, le doy gracias a Dios, a Jesús, pido ayuda. ¿Nada más? ¿Solamente pedir y dar gracias?
Te pregunto sobre dos modos de oración: ¿Alabas a Dios? ¿das alabanza a Dios porque es tan grande, como lo hacemos en la Misa, en el Sanctus de la Misa? ¿Pero eso con tu corazón lo haces cuando te pones con la presencia de Dios?
Te hago otra pregunta: ¿Adoras a Dios? ¿Te anonadas frente a ese Dios grande y los adoras porque es el único Dios? Para fortalecer la fe que tu oración además de ser pedigüeña, porque ¡hay que ser muy pedigüeño eh!
El católico es muy pedigüeño. Además de ser pedigüeña, y de ser agradecida, que tu oración sea alabadora y adoradora de Dios.
Si no adoras a Dios tienes un sustituto. Cualquiera. No sé cuál será… una mascota, un cosmético, no sé.
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