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¿Creer como creen los niños? - ¿Qué rezar? - ¿Qué quiere Jesús? - El cristianismo ¿está ya agotado, pasado de moda? - Ser cristiano hoy, ¿misión imposible? - ¿Tiene remedio el mundo? - La eucaristía ¿germen de revoluciones? - El shock de ser elegido papa - ¿El Papa se entera de lo que ocurre fuera del Vaticano? - ¿Cómo se dirige la Iglesia? - ¿Por qué visita España tantas veces?
Benedicto XVI es un joven Papa de más de ochenta años que ha accedido a ser entrevistado en profundidad por el periodista alemán Peter Seewald. Las numerosas preguntas y respuestas han llegado a las librerías bajo el título ‘Luz del mundo’.
Entre otras muchas ideas, el Papa lanza estas 11 respuestas a las preguntas más personales.
1. ¿Creer como creen los niños?
PS: ¿Cree también el papa todavía lo que creía como niño?
B16: «Yo lo diría de manera semejante. Diría: lo más sencillo es lo verdadero, y lo verdadero es sencillo. Nuestra problemática consiste en que, de tantos árboles, no vemos más el bosque, que, de tanto saber, no encontramos más la sabiduría. En ese sentido ironizó también Saint-Exupéry en El Principito sobre la erudición de nuestro tiempo y mostró cómo con ella se pierde de vista lo esencial, y cómo el principito, que no entiende nada de todas las cosas eruditas, ve, en última instancia, más y mejor.
¿Qué es lo que importa? ¿Qué es lo auténtico, lo que sustenta? Ver lo sencillo, eso es lo que importa. ¿Por qué Dios no habría de ser capaz de regalar un alumbramiento también a una virgen? ¿Por qué no podría resucitar Cristo? Por supuesto, si yo mismo establezco lo que tiene permitido ser y lo que no, si yo y nadie más que yo determino los límites de lo posible, entonces tales fenómenos deben excluirse.
Es una arrogancia del intelecto que digamos: esto contiene en sí algo contradictorio, sin sentido, y ya sólo por eso no es posible en absoluto. No es asunto nuestro decidir cuántas posibilidades abriga en sí el cosmos, cuántas se esconden en él y por encima de él. A través del mensaje de Cristo y de la Iglesia el saber sobre Dios se nos acerca de forma creíble. Dios quiso entrar en este mundo. Dios quiso que no quedáramos limitados a presentirlo sólo desde lejos a través de la física y de la matemática. Él quiso mostrársenos. Y así pudo hacer también lo que se narra en los evangelios. Pudo así crear también en la resurrección una nueva dimensión de la existencia, pudo colocar, como dice Teilhard de Chardin, más allá de la biosfera y de la noosfera, una esfera nueva en la que el hombre y el mundo llegan a la unidad con Dios».
Benedicto XVI, Luz del mundo. Barcelona 2010, Herder. Páginas 175-176
2. ¿Qué rezar?
PS: ¿y cómo reza el papa Benedicto?
B16: «En lo que toca al papa, también él es un simple mendigo frente a Dios, y más que todas las demás personas. Por supuesto que rezo siempre en primerísimo lugar a nuestro Señor, con el que tengo una relación de tantos años. Pero también invoco al Espíritu Santo. Tengo amistad con Agustín, con Buenaventura, con Tomás de Aquino. A esos santos se les dice: “¡Ayudadme!”. Y la Santísima Virgen es de todos modos siempre un gran punto de referencia. En este sentido me interno en la comunión de los santos. Con ellos, fortalecido por ellos, hablo entonces también con Dios, sobre todo mendigando, pero también dando gracias, o simplemente con alegría».
Benedicto XVI, Luz del mundo. Barcelona 2010, Herder. Páginas 29-30
3. ¿Qué quiere Jesús?
PS: ¿Qué quiere Jesús de nosotros?
B16: «Quiere de nosotros que creamos en Él. Que nos dejemos conducir por Él. Que vivamos con Él. Y que así lleguemos a ser cada vez más semejantes a Él y, de ese modo, lleguemos a ser de la forma correcta».
Benedicto XVI, Luz del mundo. Barcelona 2010, Herder. Página 178
4. El cristianismo ¿está ya agotado, pasado de moda?
PS: ¿no se podría partir de la base de que, después de dos mil años, el cristianismo simplemente se ha agotado, del mismo modo como en la historia de la civilización se agotaron también otras grandes culturas?
B16: «Si se mira superficialmente y sólo se tiene en el campo visual el mundo occidental, podría pensarse de ese modo. Pero si se mira más a fondo, como me es posible justamente ahora a través de las visitas de los obispos de todo el mundo y de muchos otros encuentros, se ve que, en este momento, el cristianismo está desplegando al mismo tiempo una creatividad totalmente nueva.
En Brasil, por ejemplo, hay por una parte un gran crecimiento de las sectas, a menudo muy cuestionables porque, en su mayoría, sólo prometen prosperidad, éxito exterior. Pero hay también nuevas eclosiones católicas, un dinamismo de nuevos movimientos, por ejemplo, los Heraldos del Evangelio, jóvenes llenos de entusiasmo que han reconocido a Cristo como el Hijo de Dios y lo llevan al mundo. Como me decía el arzobispo de Sao Paulo, allá surgen continuamente nuevos movimientos. Por tanto, hay un vigor de surgimiento y de nueva vida.
O bien pensemos en lo que significa la Iglesia para África. Allá, ella es a menudo lo único que permanece entre los trastornos y destrucciones de las guerras, es el único refugio donde se hace algo por los seres humanos. Ella se compromete para que la vida pueda continuar, para que se atienda a los enfermos, para que puedan venir niños al mundo y sean educados. Ella es una fuerza de vida que siempre de nuevo suscita entusiasmo y, después, crea nuevos caminos.
Con menor nitidez pero a pesar de ello de forma inequívoca existe también aquí, en Occidente, el despertar de nuevas iniciativas católicas que no han sido ordenadas por la burocracia. La burocracia está desgastada y cansada. Estas iniciativas vienen de dentro, de la alegría de personas jóvenes. Tal vez el cristianismo asume otro rostro, también otra figura cultural. No tiene en sus manos el puesto de comando en la opinión pública del mundo: son otros los que allí gobiernan. Pero es la fuerza vital sin la cual las demás cosas no seguirían en pie. En tal sentido, a través de todo lo que yo mismo puedo ver y experimentar soy muy optimista en cuanto a que el cristianismo se encuentra ante un nuevo dinamismo».
Benedicto XVI, Luz del mundo. Barcelona 2010, Herder. Páginas 71-72
5. Ser cristiano hoy, ¿misión imposible?
PS: ¿No es realmente imposible resistirse por completo a este tipo de propaganda mundial a favor de un comportamiento negativo?
B16: «Realmente necesitamos en cierto modo islas en las que la fe en Dios y la sencillez interior del cristianismo estén vivas e irradien; oasis, arcas de Noé en las que el hombre pueda refugiarse siempre de nuevo. Los ámbitos de la liturgia son ámbitos de refugio. Pero también las diferentes comunidades y movimientos, en las parroquias, en las celebraciones de los sacramentos, en las prácticas de piedad, en las peregrinaciones, etcétera, la Iglesia intenta brindar defensas y desarrollar también refugios en los que, en contraposición a todo lo roto que nos rodea, se haga visible nuevamente la belleza del mundo y de la posibilidad de vivir».
Benedicto XVI, Luz del mundo. Barcelona 2010, Herder. Página 184
6. ¿Tiene remedio el mundo?
PS: ¿Podemos salvar todavía este planeta por nuestras propias fuerzas?
B16: «De cualquier manera, por sus propias fuerzas el hombre no puede dominar la historia. Que el hombre está amenazado, que se amenaza a sí mismo y amenaza el mundo se hace hoy de algún modo visible a través de las pruebas científicas. Sólo puede ser salvado si en su corazón crecen las fuerzas morales; fuerzas que sólo pueden provenir del encuentro con Dios; fuerzas que ofrecen resistencia. En tal sentido lo necesitamos a Él, al Otro, que nos ayuda a ser lo que nosotros mismos no podemos; y necesitamos a Cristo, que nos reúne en una comunidad a la que llamamos Iglesia».
Benedicto XVI, Luz del mundo. Barcelona 2010, Herder. Página 191
7. La eucaristía ¿germen de revoluciones?
PS: Según dijo, ella [la Eucaristía] es el punto en que pivota toda renovación. Sólo a partir de su espíritu son posibles las revoluciones espirituales
B16: «Si es verdad —como creemos— que en la eucaristía está Cristo realmente presente, éste es el acontecimiento central sin más. No sólo el acontecimiento de un solo día, sino de la historia universal en su conjunto, como fuerza decisiva de la que después pueden provenir cambios. Lo importante es que, en la eucaristía, la palabra y la presencia real del Señor en los signos forman una unidad. Que en la palabra recibimos también instrucción. Que en nuestra oración respondemos, y que, de esa manera, se interpenetran el preceder de Dios y nuestro acompañar y dejarnos modificar, a fin de que ocurra aquel cambio del hombre que es el requisito más importante de todo cambio realmente positivo del mundo.
Si queremos que algo adelante en el mundo, sólo es posible lograrlo desde el parámetro de Dios, que entra a nuestro mundo como realidad. En la eucaristía los hombres pueden ser formados de tal modo que surja algo nuevo. Por eso, a lo largo de la historia entera, las grandes figuras que han traído realmente revoluciones del bien son los santos, que fueron tocados por Cristo y trajeron impulsos nuevos al mundo».
Benedicto XVI, Luz del mundo. Barcelona 2010, Herder. Páginas 165-166
8. El shock de ser elegido papa
PS: … Usted mismo rezó en el cónclave una jaculatoria como la que se conoce del huerto de Getsemaní: ‘¡Señor, no me hagas esto! ¡Tienes a otros más jóvenes y mejores!’
B16: «Ver lo increíble hecho realidad fue realmente un shock. Yo estaba convencido de que había otros mejores y más jóvenes. Por qué me hacía esto el Señor, tenía que dejarlo en sus manos. Yo intenté mantener la serenidad, confiando plenamente en que, ahora, Él me iba a conducir. Tendría que familiarizarme lentamente con lo que puedo hacer, y me limitaría siempre al siguiente paso.
Justamente considero muy importante para mi vida entera esa frase del Señor: no os preocupéis por el mañana, cada día tiene su propio afán. El afán de un día es suficiente para el hombre; más no puede soportar. Por eso procuro concentrarme en solventar el afán del día de hoy y dejar lo otro al día de mañana».
Benedicto XVI, Luz del mundo. Barcelona 2010, Herder. Página 81
9. ¿El Papa se entera de lo que ocurre fuera del Vaticano?
PS: Algunos piensan que el papa se encuentra en una suerte de aislamiento. Piensan que sólo respira aire filtrado y que no se entera verdaderamente de lo que pasa ‘allá fuera’. Creen que no conoce muy bien las preocupaciones y las dificultades de los hombres
B16: «Por supuesto, no puedo leer todos los periódicos ni encontrarme ilimitadamente con gente. Pero, según creo, pocas son las personas que tienen tantos encuentros como yo. Sobre todo son importantes para mí los encuentros con los obispos del mundo entero. Son hombres que están con ambos pies en la tierra, y que no vienen porque quieran algo, sino para hablar conmigo sobre la Iglesia y sobre la vida en sus lugares de proveniencia. De ese modo puedo encontrarme de forma muy humana, personal y realista con las cosas de este mundo y hasta observarlas desde una perspectiva más cercana que desde el periódico. De ese modo recibo mucha información de trasfondo.
En ocasiones viene con ellos también la madre o una hermana o un amigo, que quiere decirme una u otra cosa. No se trata entonces de visitas oficiales, sino con acentos muy personales. Como es natural, también la comunidad doméstica papal es muy valiosa para mí. A ello se agregan las visitas de amigos de los viejos tiempos. En suma, podría decir que no vivo en un mundo artificial de personalidades cortesanas, sino que a través de muchos encuentros, comparto de forma muy directa y personal la vivencia del mundo normal de esta vida cotidiana y de este tiempo».
Benedicto XVI, Luz del mundo. Barcelona 2010, Herder. Páginas 86-87
10. ¿Cómo se dirige la Iglesia?
PS: La Iglesia católica es el primer y mayor global player de la historia universal. Pero, como se sabe, no es una empresa, y el papa no es un dirigente de empresa. ¿Qué es diferente respecto de la conducción de un imperio multinacional de negocios?
B16: «Bueno, no somos un establecimiento de producción, no somos una empresa que aspira a obtener ganancias, somos Iglesia. Es decir, somos una comunidad de personas que se encuentra afincada en la fe. La tarea no es elaborar algún producto o tener éxito en la venta de mercancías. La tarea consiste, en cambio, en vivir ejemplarmente la fe, anunciarla y, al mismo tiempo, mantener esta misma comunidad de adherentes voluntarios, que se extiende a través de todas las culturas, naciones y tiempos y no se basa en intereses externos, en una relación interior con Cristo y, de ese modo, con Dios».
Benedicto XVI, Luz del mundo. Barcelona 2010, Herder. Páginas 85-86
11. ¿Por qué visita España tantas veces?
PS: Usted parece amar muy especialmente a España. Ya ha visitado varias veces el país y estará de nuevo allá para la Jornada Mundial de la Juventud en 2011
B16: «Por supuesto, España es uno de los grandes países católicos que ha regalado a la Iglesia grandes santos y grandes impulsos y que, además, ha marcado a América Central y del Sur. Pero encontrarse con la historia de España, especialmente con su historia presente, es siempre algo excitante. Es un país de contrastes dramáticos. Pensemos en el contraste entre la República de la década de 1930 y Franco, o en la dramática lucha actual entre la secularidad radical y la fe decidida.
Es un país que, hoy como ayer, se encuentra en un gran movimiento histórico, que cuenta además con una pluralidad de culturas, que se encuentran, por ejemplo, los vascos y los catalanes. España ha sido siempre uno de los grandes países católicos con vitalidad creadora. Si Dios quiere y me encuentro todavía con vida, entraré de nuevo en contacto con él especialmente en la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid. Este año se han previsto dos breves visitas: al apóstol Santiago en Santiago de Compostela, y a la célebre catedral de la Sagrada Familia, de Gaudí, en Barcelona»
Benedicto XVI, Luz del mundo. Barcelona 2010, Herder. Páginas 127-128
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