Siglo XX: 4 papas santos y uno venerable de 9. ¿A ver quien lo mejora!
El hombre se desangró en dos guerras mundiales y se envileció con un salvaje holocausto. Varias revoluciones intentaron bajar el cielo a la tierra y construir un ‘hombre nuevo’, sin demasiado éxito. La ciencia se superó tanto que permitió poner el primer pie en la luna y llegó a dividir el átomo…Todo ello en un siglo convulso y desafiante para los papas que se sentaron en la Silla de Pedro.
Unos han pasado desapercibidos o han sido polémicos, otros queridos y respetados. Alguno duró poco más de un mes, y los hubo que aguantaron más de veinte años. De León XIII a Benedicto XVI, nueve papas para el siglo XX.
Vincenzo Gioacchino Pecci, el sexto hijo de una familia humilde inició su pontificado el 20 de febrero de 1878, en pleno auge del movimiento obrero. Sus biógrafos le atribuyen una especial sensibilización con esta transformación social –llegó a dictar una encíclica dedicada al tema, Rerum novarum (Acerca de las nuevas cosas) – por lo que fue conocido como el “papa de los obreros”.
Durante su papado, reforzó los lazos con la Iglesia norteamericana, fomentando la expansión del catolicismo en Estados Unidos y contribuyó a dotar a la Iglesia de un nuevo protagonismo diplomático a escala mundial. Impulsó la acción misionera de la Iglesia especialmente en África y llegó a nombrar un total de 147 cardenales en 27 consistorios. Murió en 1903 a los 93 años. De ellos, solo tres los vivió en el nuevo siglo.
“Acepto el pontificado como una cruz”, dijo Giuseppe Melchiorre Sarto aquel agosto de 1903 cuando fue elegido sucesor de León XIII. De él se dice que gobernó la Santa Sede con mano firme en una época en la que se enfrentaba a un creciente laicismo promovido por tendencias modernistas y revisionistas en los campos de los estudios teológicos.
Fue el responsable de la elaboración de un nuevo Código de Derecho Canónico e introdujo grandes reformas en la eucaristía. Murió a las puertas de la Primera Guerra Mundial, el 20 de agosto de 1914 y fue canonizado en 1954.
Giacomo Paolo Battista della Chiesa, tercer hijo de un marques, fue elegido el tres de septiembre de 1914, en el tercer día de reunión y a la décima votación. Su papado estuvo marcado por la Primera Guerra Mundial. Durante el conflicto proclamó la estricta neutralidad del Vaticano, lo que disgustó a todas las partes.
Restableció las relaciones entre la Santa Sede y Francia y Reino Unido llegando a conseguir que se enviara un representante británico a la Santa Sede, algo que no ocurría desde el siglo XVII.
A Achille Damiano Ambrogio Ratti se le conoce así porque llegó a firmar 23 acuerdos con diversos países para mejorar las condiciones de la Iglesia Católica en el extranjero. El más destacado y polémico fue el que firmó con la Alemania nazi de Hitler, según sus defensores, para “apaciguar a la bestia”, y según sus críticos, en un ejercicio de maquiavelismo político.
Durante su papado la Italia de Mussolini reconoció oficialmente al Vaticano con el Tratado de Letrán de 1929. De marcado anticomunismo, Pío XI fortaleció la institución, que comenzó a ser un referente a nivel mundial no solo en aspectos religiosos sino también políticos.
Eugenio María Giovanni Pacelli fue, quizás, uno de los más polémicos del siglo. Fue elegido al inicio de la II Guerra Mundial. El juicio a su papado y sus intervenciones en ese periodo ha variado en función de las épocas.
Mientras que algunos historiadores han criticado su “sorprendente silencio aliado sobre el holocausto” y los crímenes nazis, otros, sin embargo, han alabado sus esfuerzos por salvar vidas judías durante la guerra. Pío XII reconoció explícitamente el régimen franquista tras la guerra civil española y en 1953 firmó con Franco un concordato que sentó la base jurídica al llamado Nacional-catolicismo.
Tras la II Guerra Mundial, su ferviente anticomunismo se agudizó y durante el inicio de la Guerra Fría aproximó al Vaticano a la nueva potencia emergente, Estados Unidos.
Es, seguramente, una de las figuras más queridas y recordadas de cuantos han ejercido el pontificado en el siglo. Y, por su legado, posiblemente también una de las más determinantes para la Iglesia. Angelo Giuseppe Roncalli era respetado y escuchado, tanto dentro como fuera de la Iglesia por su cercanía y su carácter amable y dialogante.
Su mediación entre la URSS y EE.UU., fue determinante para encontrar una solución a la Crisis de los Misiles, uno de los momentos más críticos de los últimos 100 años. En lo eclesiástico, su mayor aportación fue la convocatoria del Concilio Vaticano II, una revolución en las estrictas normas de la Iglesia destinada acercarla a los fieles y al nuevo mundo.
Tan importante era para él que, dice la leyenda, el papa no quiso dejarse operar del cáncer de estómago que padecía porque temía que eso variase los ritmos del Concilio. Roncalli murió en junio de 1963 y la historia le recuerda con un cariñoso apodo popular: el “papa bueno”.
Fue el papa de la Guerra de Vietnam, las revueltas estudiantiles. Recibió la difícil tarea de suceder a uno de los papas más influyentes del siglo. Reabrió el Concilio Vaticano II, al que dio prioridad y marcó su dirección. Pablo VI se hizo cargo de la interpretación y aplicación de los mandatos, a menudo caminando por una delgada línea entre las expectativas contradictorias de los distintos grupos dentro de la Iglesia.
No falta quien añade que, en algunos casos, cambió el rumbo que pretendía Juan XXIII. Devoto mariano, sus posiciones sobre el control de la natalidad fueron muy polémicas en Europa Occidental y Estados Unidos, pero aplaudidas en la Europa Oriental y en América Latina. Ordenó cardenales a tres papas: Karol Józef Wojty¿a (Juan Pablo II) Albino Luciani (Juan Pablo I) y Joseph Aloisius Ratzinger (Benedicto XVI).
Su historia ha dado mucho que hablar, e incluso generado algunos guiños cinematográficos (como El Padrino III). Su papado duró sólo 33 días y falleció de un infarto en su cama, pero nunca se le realizó autopsia. Aquello despertó todo tipo de teorías.
Albino Luciani fue el primer papa en nacer en el siglo XX. En su breve pontificado, dio signos de querer renovar el papado para hacerlo “más humano". Juan Pablo I tenía planeado promulgar una encíclica para consolidar las reformas del Concilio Vaticano II, al que calificó como "un extraordinario acontecimiento de gran alcance histórico y de crecimiento para la Iglesia". Humano y humilde, dicen sus biógrafos, Luciani reprendió al dictador argentino Jorge Rafael Videla por los crímenes de la Junta Militar.
Karol Józef Wojtyla, el papa polaco, el de las grandes esperanzas, para algunos, truncadas. Su pontificado duró 27 años, el tercero más largo de la historia. Jugó un papel decisivo en la caída del comunismo y en la reconciliación de la Iglesia católica con otras religiones. Algunos critican que no empleara la misma determinación en combatir otras tiranías como la argentina o la chilena.
Conocido como "el papa viajero", visitó 129 países y fue el primero en pisar la Cuba castrista. Fue un papa popular y carismático, con una gran habilidad comunicativa. Sus defensores destacan que su empuje por la evangelización dio un rostro humano al Vaticano.
Místico y ortodoxo, sus críticos le achacan sus posturas inflexibles contra el preservativo en lugares asolados por el SIDA -como África - o su promoción de las congregaciones más conservadoras dentro de la Santa Sede. Sus últimas imágenes fueron las de un anciano que se consume en un lento desgaste. Algo que quizá influyera en la renuncia de su sucesor, Benedicto XVI, el primer papa nombrado en el siglo XXI.
Gonzalo Caretti, en rtve.es/
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