El Papa emérito cumple mañana 90 años, aunque lo celebrará el Lunes de Pascua; una celebración sencilla, con ‘un ligero toque bávaro’, ha adelantado su secretario Mons. Georg Gänswein
El Santo Padre Francisco acudió la tarde del pasado miércoles, día 12 de abril, al monasterio ‘Mater Ecclesiae’ en el Vaticano para felicitar a Benedicto XVI, como cada año, la Pascua. En esta ocasión felicitó también al Papa emérito por sus 90 años, que cumplirá precisamente el día de Pascua, este domingo 16 de abril.
También con ese motivo, el pasado 5 de abril se publicó el libro Benedetto XVI - Immagini di una vita (Benedicto XVI – Imágenes de una vida), escrito por Maria Giuseppina Buonanno y Luca Caruso (Ed. San Pablo).
Justamente este nuevo libro sobre Joseph Ratzinger-Benedicto XVI lleva por subtítulo: Imágenes de una vida, pues lo que lo caracteriza respecto a otras obras análogas es precisamente la amplia colección de imágenes que acompaña todo el desarrollo del texto, desde los años de infancia y juventud, para los que probablemente era más difícil encontrar las fotografías deseadas.
El rostro sereno y corriente del protagonista se nos presenta así a lo largo de las páginas en las diversas etapas de su vida, pero siempre perfectamente reconocible en su identidad, en la agudeza de su mirada; una mirada que parece interpelarnos continuamente y dejarnos intuir la profundidad de pensamiento y la limpieza de espíritu que vienen hacia nosotros a través de los ojos y las palabras de este hombre y de este sacerdote. Aunque las circunstancias y los lugares cambian, y el color de la sotana pasa del negro al rojo y luego al blanco, no hay duda alguna de que la que nos acompaña a través de las páginas de este libro es siempre la misma persona y que el hilo conductor que se desarrolla a lo largo de su vida manifiesta una unidad de orientación y una continuidad de inspiración extraordinaria.
En el volumen no están solo las imágenes. Está también el relato de una vida que ha llegado a la meta de los noventa años de una vida totalmente lograda. Porque la etapa actual de la vida retirada en el Convento Mater Ecclesiae es importantísima en el itinerario humano y espiritual de Joseph Ratzinger, pero se puede considerar concluida y desprovista de un ulterior multiplicarse de eventos. El relato de la vida, pues, ya tiene sentido incluso deteniéndose aquí.
La narración de los noventa años se divide en nueve capítulos, dando así un ritmo agradable y que invita a la lectura, y ayudándonos efectivamente a recorrer casi un siglo de historia dándonos cuenta del gradual enriquecimiento y ampliación de la experiencia personal, cultural y eclesial de Joseph Ratzinger. De la vida familiar serena en los pequeños centros de la nativa Baviera, a la tragedia inmensa de la guerra mundial; a la vocación y a la formación sacerdotal; al descubrimiento maravilloso de las profundidades de la reflexión sobre la fe; al gusto por la enseñanza de la teología; a la llamada a dar una contribución importantísima al Concilio, participando en diálogo con los mayores teólogos de la época; al gobierno pastoral de una gran diócesis; a la colaboración con Juan Pablo II durante más de veinte años, en su magisterio doctrinal y moral, para ayudar a la comunidad de la Iglesia a comprender, pensar y conservar correctamente su fe; a la llamada más alta y comprometida, la de la guía de la comunidad universal de los fieles… El pensamiento de Joseph Ratzinger se desarrolla en la dirección de la profundidad y de la conciencia de los retos del contexto cultural actual, y al mismo tiempo su horizonte se alarga progresivamente en amplitud, hasta llegar a ser universal y omnicomprensivo: la experiencia vivida del Concilio, la responsabilidad de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cerca del Papa, hacen que el teólogo Ratzinger tenga una visión cada vez más clara de las demandas y expectativas espirituales más fundamentales y urgentes de la humanidad y de la Iglesia de nuestro tiempo.
De aquí la orientación y las preocupaciones del magisterio de Benedicto XVI, claramente marcado por el primado de Dios y por el riesgo dramático de su olvido en la sociedad contemporánea, concentrado finalmente en la fe de los creyentes y, por tanto, en la búsqueda del rostro de Jesús, revelación de Dios para cada hombre, para cada mujer de todo tiempo y lugar.
Estamos así en el corazón de la misión de la Iglesia y, por tanto, del servicio del Papa. Me parece que aún no se ha puesto suficientemente de relieve que la conclusión del pontificado coincide prácticamente con la conclusión de la trilogía de Benedicto XVI sobre Jesús. Esta trilogía −como él ha dicho− no es propiamente obra de magisterio, sino fruto de su personal búsqueda del rostro vivo de Jesús.
Pero él era el Papa que «confirma a sus hermanos»: su búsqueda y su testimonio personal de fe no puede separarse de su servicio eclesial y tiene un valor inmenso para toda la Iglesia.
El teólogo Joseph Ratzinger, que al final fue llamado a ser el Papa Benedicto XVI, cumple la única y unitaria misión de su vida buscando el rostro vivo de Jesús y ayudando a todos a encontrarlo.
Y eso es lo que sigue haciendo también ahora, en la oración, en el silencio del Convento Mater Ecclesiae.
Naturalmente hay muchos aspectos y acontecimientos del pontificado que se recuerdan en una biografía como esta. Están, por ejemplo, los de los viajes a diversos continentes o el −en mi opinión extremadamente significativo− del compromiso de purificación de la Iglesia probada por el mal de los abusos sexuales; están también los momentos difíciles, ya abundantemente conocidos por las crónicas de los años pasados. Pero, para concluir, permítaseme insistir en que la utilidad mayor de una biografía completa no me parece tanto la multiplicación de curiosidades o particularidades que con el tiempo acabarán siendo cada vez más marginales, sino la de ayudarnos a entender cuál es el sentido más profundo de la vida que se cuenta. Y dado que esta biografía está hecha también con las imágenes, para comprenderlo invito una vez más a mirar el rostro de Joseph Ratzinger, sus ojos. Son los de uno que busca la verdad y que la intuye. Y nosotros captamos el reflejo en sus ojos y lo hemos captado tantas veces en sus palabras. Y al final, esta Verdad brilla −para él y para nosotros− en el rostro de Jesús.
Federico Lombardi, SJ.
Presidente de la Fundación Vaticana Joseph Ratzinger-Benedicto XVI
Traducción de Luis Montoya.
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