La polémica sobre los divorciados vueltos a casar ha desviado la atención de los retos más importantes que tiene por delante el Sínodo sobre la familia: cómo enseñar a vivir el matrimonio a quienes desean casarse y a quienes ya están casados
Así lo recuerdan 48 destacados intelectuales en una carta abierta dirigida al Papa y a los participantes en el Sínodo, cuya primera fase tendrá lugar entre el 5 y el 19 de octubre:
Santo Padre, Eminencias y Excelencias,
¡Estamos contentos de que el Santo Padre haya captado la atención de todo el mundo y tanta buena voluntad hacia la fe cristiana! Como otras personas, estamos profundamente tocados por sus expresiones de amor y misericordia, que hacen resonar el amor y la misericordia de Cristo, sobre todo por los que están indefensos y abandonados.
En este contexto, alabamos la decisión de convocar un Sínodo extraordinario de obispos para examinar los retos del matrimonio y la familia. Como cada uno de vosotros, creemos que la familia es, como la misma Iglesia, la mayor manifestación institucional del amor de Cristo. Para cuantos deseamos amar como Él quisiera que amáramos, el matrimonio y la familia son indispensables, tanto como vehículos de salvación, que como baluartes de la sociedad humana.
Los papas recientes han subrayado muy claramente estos aspectos. Por ejemplo, el papa Benedicto XVI escribió que “el matrimonio es un instrumento de salvación no sólo para los casados, sino para toda la sociedad”. En la Evangelii Gaudium, escribió que “la contribución indispensable del matrimonio a la sociedad supera el nivel de emotividad y las necesidades contingentes de la pareja”.
Este Sínodo es una oportunidad para expresar verdades eternas sobre el matrimonio. ¿Por qué estas verdades cuentan? ¿Cómo representan el verdadero amor, no “exclusión” o “prejuicio” o cualquier otra acusación presentada hoy contra el matrimonio? Hombres y mujeres necesitan desesperadamente escuchar la verdad sobre el motivo por el cual, en primer lugar, deberían casarse. Y una vez casados, sobre por qué Cristo y la Iglesia desean que sigan siendo fieles el uno a la otra durante toda su vida en esta tierra. Además, cuando el matrimonio se hace difícil (como sucede a la mayor parte de las parejas), la Iglesia será una fuente de apoyo, no sólo para cada uno de los esposos, sino para el matrimonio mismo.
Santo Padre, usted ha escrito enérgicamente sobre la importancia de una nueva evangelización dentro de la Iglesia: “La comunidad evangelizadora se pone mediante obras y gestos en la vida cotidiana de los demás, acorta distancias, se abaja hasta la humillación si es necesario, y asume la vida humana, tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo”.
Podemos sugerir humildemente que, en el contexto del matrimonio y de la vida familiar, sus palabras son un llamamiento a la responsabilidad personal, no solo para nuestros esposos y nuestros hijos, sino para el matrimonio de los que Dios nos ha puesto al lado: nuestros parientes y amigos, los que encontramos en nuestras iglesias y en nuestras escuelas.
Lo que está en juego es mucho. Según un informe internacional de las tendencias de la infancia en 2013, “el aumento dramático de convivencias, divorcios e hijos fuera del matrimonio en las Américas, en Europa y en Oceanía en las últimas cuatro décadas sugiere que la institución matrimonial es mucho menos relevante en estas partes del mundo”. En Estados Unidos, la tasa de matrimonios es la más baja jamás registrada, las convivencias se están convirtiendo rápidamente en una aceptable alternativa al matrimonio y más de la mitad de los nacimientos de mujeres menores de 30 años tiene lugar fuera del matrimonio. Entre otras innumerables asociaciones negativas, cada una de estas tendencias se ha vinculado con un valor neto menor, y menor movilidad económica, pobreza y welfare −en particular para mujeres y niños.
Entre los matrimonios existentes, muchos son frágiles y tensos. Entre el 40 y el 50% de todos los primeros matrimonios en Estados Unidos acabará en divorcio. Esta tasa aumenta netamente con cada matrimonio sucesivo, y la investigación sugiere que no es la baja calidad conyugal, sino el bajo compromiso.
Las consecuencias del divorcio y de la convivencia para los niños y adultos son muchos y diversos – de la pobreza y de los malos resultados educativos a una salud física más frágil, del menor compromiso conyugal en la edad adulta a la muerte precoz. Y aunque cada país es único, los estudios muestran que el impacto de estas tendencias se extiende en todo el globo. Un pequeño ejemplo de estos estudios: China, Finlandia, Suecia, Uruguay, México, Grecia, países de África y del Pacífico oriental asiático.
Los costes de la pornografía sobre las sociedades son muy significativos. Los estudios del impacto de la pornografía en las relaciones sugieren que es un factor importante en la destrucción de los matrimonios. Por desgracia, la investigación a largo plazo de los efectos de la pornografía sobre el matrimonio es virtualmente inexistente.
Las leyes sobre el llamado “divorcio consensuado” en Estados unidos y en muchos otros países han autorizado un sistema en que jueces y legisladores favorecen la disolución de los matrimonios, a menudo contra la voluntad de los esposos que permanecen fieles en el compromiso conyugal.
A pesar de la tristeza de estas tendencias, nos anima y fortalece la exhortación del Santo Padre: “Los retos existen para ser superados. Seamos realistas, pero sin perder la alegría, la audacia y la dedicación llena de esperanza”.
Quizás la nueva forma más valiente como podemos evangelizar a las parejas casadas (y por extensión a los futuros matrimonios de sus hijos) es construir pequeñas comunidades de parejas casadas que se apoyen mutuamente de manera incondicional en su vocación a la vida conyugal. Estas comunidades proporcionarían redes de apoyo basadas en vínculos de fe y familia, compromiso en el matrimonio para toda la vida y responsabilidad de uno por el otro.
Aquí ofrecemos algunas maneras prácticas para crear y sostener estas comunidades:
● Una Comisión del Pontificio Consejo para la Familia para llevar a cabo una investigación interdisciplinar y longitudinal sobre el efecto de la pornografía y del “divorcio consensuado” en la crisis matrimonial.
● Educar a los seminaristas. Proporcionar cursos obligatorios que ofrezcan las pruebas de las ciencias sociales sobre los beneficios del matrimonio, las amenazas al matrimonio y las consecuencias del divorcio y de la convivencia para los niños y la sociedad.
● Formar a los sacerdotes a mostrar en sus homilías el valor espiritual y social del matrimonio, los retos contemporáneos a esta institución y la ayuda ofrecida por las parroquias a los matrimonios en crisis. Un estudio reciente ha revelado que el 72% de las mujeres católicas americanas afirma que la homilía dominical es la fuente primaria para formarse en la fe.
● Crear pequeñas y vibrantes redes de fuertes parejas casadas como mentoras a nivel parroquial, disponibles para dar a los esposos los instrumentos para mantener matrimonios sanos y duraderos.
● Educar a los parroquianos sobre la extraordinaria influencia que pueden tener sobre el matrimonio de amigos y familiares. Los datos de las ciencias sociales muestran que la presencia de familiares y amigos divorciados aumenta el riesgo de divorcio. En alternativa, los datos sugieren que los familiares y los amigos pueden aumentar el compromiso y la satisfacción en los matrimonios de los seres queridos a través de su ejemplo y apoyo.
● Alentar y apoyar la reconciliación de parejas casadas que se han separado o divorciado.
● Pedir a los obispos de todo el mundo que ordenen oraciones regulares durante la misa dominical por matrimonios fuertes y fieles.
● Apoyar los esfuerzos por preservar lo que es justo en las leyes existentes sobre el matrimonio, resistir a cualquier cambio de estas leyes que debilitaría ulteriormente la institución y restaurar procedimientos legales que defiendan el matrimonio como unión conyugal de un hombre y una mujer en la que se entra con una apertura al don de los hijos y que se vive de modo fiel y permanente como base de la familia natural.
● Apoyar la libertad religiosa en los procesos de divorcio. Muchos no saben que la libertad religiosa es violada rutinariamente por los jueces divorcistas, que ignoran o disminuyen los puntos de vista del cónyuge que intenta salvar el matrimonio, tener a los hijos en una escuela religiosa o evitar que el cónyuge que le ha abandonado exponga a los hijos a un partner sexual no casado. Poner en marcha un consorcio de abogados y legisladores para combatir este problema.
Realizar uno cualquiera de estos objetivos a escala internacional sería un gran paso adelante para matrimonios y familias. Llevarlos todos a cabo podría modificar del todo la crisis del matrimonio mundial.
Con vuestro liderazgo, intentaremos ayudar a los matrimonios a lograrse y a florecer dando el máximo valor al compromiso conyugal en todos los niveles de la sociedad, en cada rincón del mundo. Damos las gracias a Su Santidad y a vuestras Eminencias y Excelencias por haber emprendido esta tarea fundamental y os aseguramos nuestras oraciones por su gran éxito.
Greg and Julie Alexander
Founders, The Alexander House Apostolate, Texas.
Ryan T. Anderson
William E. Simon Fellow in Religion and a Free Society, The Heritage Foundation, Washington, DC.
Erika Bachiochi, Esq.
Legal scholar and author, Massachusetts.
Monsignor Renzo Bonetti
Founder and President, Fondazione Famiglia Dono Grande, Italy.
Gerard Bradley
Professor of Law, University of Notre Dame Law School.
Ana María Celis Brunet
Professor of Law, Pontificia Universidad Católica de Chile.
Mary Eberstadt
Senior Fellow, Ethics and Public Policy Center, Washington, DC.
Jason and Crystalina Evert
Founders, Chastity Project, Colorado.
Patrick Fagan
Director, The Marriage and Religion Research Institute, Family Research Council, Washington, DC.
Thomas Farr
Visiting Associate Professor and Director, The Religious Freedom Project, Georgetown University.
Silvio Ferrari
Professor of Law, University of Milan, Italy.
Richard Fitzgibbons
Director, The Institute for Marital Healing, Pennsylvania.
Juan G. Navarro Floria
Profesor Ordinario, Pontificia Universidad Católica Argentina.
Matthew Franck
William E. and Carol G. Simon Center on Religion and the Constitution, The Witherspoon Institute, New Jersey.
Robert P. George
McCormick Professor of Jurisprudence, Princeton University.
Mary Ann Glendon
Learned Hand Professor of Law, Harvard University.
Bruce and Jeannie Hannemann
Co-Directors, RECLAiM Sexual Health.
Co-Founders, Elizabeth Ministry International.
George A. Harne
President, The College of Saint Mary Magdalen.
Mary Hasson
Fellow, Catholic Studies Program, Ethics and Public Policy Center, Washington DC.
Alan J. Hawkins
Professor of Family Life, Brigham Young University.
Kent R. Hill
International Development leader, Washington DC.
Byron Johnson
Distinguished Professor of the Social Sciences and.
Director, Institute for Studies of Religion, Baylor University.
Thomas Lickona
Director, Center for the 4th and 5th Rs (Respect and Responsibility), State University of New York at Cortland.
John McCarthy
Dean, School of Philosophy, The Catholic University of America.
Rocco Mimmo
Chairman, Ambrose Centre for Religious Liberty, Sydney, Australia.
Gloria M. Moran
Professor of Law, Chair of Law, Religion and Public Policy, University of La Coruña Spain.
Jennifer Roback Morse
President, Ruth Institute, California.
Melissa Moschella
Assistant Professor of Philosophy, The Catholic University of America.
Rafael Navarro-Valls
Emeritus Professor of Law, Complutense University, Spain.
Secretary General of the Spanish Royal Academy of Jurisprudence and Legislation.
Rafael Palomino
Professor of Law, Complutense University, Spain.
Marcello Pera
Former President, Senate of Italy.
Professor, Pontifical Lateran University, Rome, Italy.
Vicente Prieto
Universidad de La Sabana, Bogotá, Colombia.
Fr. Juan Puigbó
Diocese of Arlington, VA.
David Quinn
Director, The Iona Institute, Ireland.
Mark Regnerus
Associate Professor of Sociology, University of Texas at Austin.
Balázs Schanda
Professor of Law, Pázmány Péter Catholic University, Hungary.
Alan E. Sears
President, CEO, & General Counsel, Alliance Defending Freedom.
Reverend Charles Sikorsky
President, The Institute for the Psychological Sciences, Virginia.
O. Carter Snead
Professor of Law, William P. and Hazel B. White Director, Center for Ethics and Culture, University of Notre Dame.
Reverend D. Paul Sullins
Professor of Sociology, The Catholic University of America.
Senior Fellow for Family Studies, Family Research Council.
President, The Leo Institute, Washington, DC.
Rebecca Ryskind Teti
Center for Family Development at Our Lady of Bethesda.
Mervyn Thomas
Chief Executive, Christian Solidarity Worldwide, United Kingdom.
Javier Martinez-Torrón
Professor of Law, Chair of the Department of Law and Religion, Complutense University.
Hilary Towers
Psychologist, Manassas, Virginia.
D. Vincent Twomey
Professor Emeritus of Moral Theology, Pontifical University, Maynooth, Ireland.
Paul C. Vitz
Senior Scholar and Professor, The Institute for the Psychological Sciences, Virginia.
Rick Warren
Founder and Pastor, Saddleback Church, Lake Forest, California.
Robert Wilken
William R. Kenan, Jr. Professor of the History of Christianity Emeritus, University of Virginia.
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