Nada hay más anti-natural, más enemigo de la vida que esta cultura de muerte. Nada más anti-ecológico que la destrucción de la familia, que evitar la procreación
Esta noche es Nochebuena, noche santa, noche de luz y de paz. En un pobre portal nos ha nacido un niño que es Dios. Un niño que no es solamente de María y de José; por ser Dios es nuestro, de todos, y todos estamos invitados a esta celebración. En Belén, a pesar de la guerra, cabemos todos, ya que somos de la misma familia.
Noche buena, noche santa. Que el niño que nace en Belén nos traiga la paz y la armonía. Que todas las luminarias del cielo se junten, que haya luz, para que todos vean esa carita del niño, su sonrisa. Que nadie deje de conmoverse ante tanta ternura. Que todos saquen esos tesoros que a veces ocultan socapa de dureza, de suficiencia, de henchida ciencia. Que todos descubran al otro, que salgan, que se quiten las vendas.
“Noche de paz, noche de amor. Todo duerme alrededor. Entre los astros que esparcen su luz bella, anunciando al niño Jesús. Brilla la estrella de paz. Brilla la estrella de amor. Noche de paz, noche de luz. Ha nacido Jesús. Pastorcillos que oís anunciar, no temáis cuando entréis a adorar. Que ha nacido el amor. Desde el pesebre del niño Jesús, la tierra entera se llena de luz. Porque ha nacido Jesús entre canciones de amor”.
Y toda esta magia, este misterio, lo profetizó Isaías: “El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaba en tierra y sombras de muerte, y una luz les brilló… Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado: lleva a hombros el principado, y es su nombre: Maravilla de Consejero, Dios fuerte, Padre de eternidad, Príncipe de la paz”. Pregón hermoso que podríamos aplicar a todo niño.
¡Qué locura, qué insensatez, es tener miedo a la vida, a los niños, a los hijos! Es renunciar a la esperanza. Es elegir la muerte. Y lo triste es que la cultura imperante lo hace en nombre de la vida, de la supervivencia del planeta, del cuidado de la naturaleza. Nada hay más antinatural, más enemigo de la vida que esta cultura de muerte. Nada más antiecológico, que la destrucción de la familia, que evitar la procreación.
El salmo 126 canta “la herencia que da el Señor son los hijos; su salario, el fruto del vientre: son saetas en manos de un guerrero los hijos de la juventud. Dichoso el hombre que llena con ellas su aljaba: No quedará derrotado cuando litigue con su adversario en la plaza”. Occidente se hace viejo, no quiere tener hijos, muere.
Hay una falsa ciencia peligrosa para la salud, para el medio ambiente y la educación, ya que puede confundir sobre la naturaleza de las cosas y promover ideas erróneas o engañosas. Nada tan engañoso como la ciega soberbia que, rechazando la Luz de Dios, apenas ve dónde pone los pies. Si el mismo Dios ha querido una familia para venir al mundo, ser cuidado por un padre y una madre, crecer en una familia, cómo decir que es progreso la destrucción familiar.
Navidad es familia. Melissa S. Kearney revoluciona el debate sobre pobreza y desigualdad con un libro polémico en su obviedad: crecer con dos progenitores ¡es bueno! ¿Es la familia el nuevo privilegio de los ricos?, se pregunta en su libro Two-Parent Privilege: How Americans Stopped Getting Married and Started Falling Behind (Privilegio de ambos padres: cómo los estadounidenses dejaron de casarse y se quedaron atrás).
En España, según una estadística del INE, este año, por primera vez, han nacido más niños de madres solteras que casadas. La falta de compromiso matrimonial, la proliferación de niños que no pueden tener el apoyo de ambos padres, va a cambiar el dibujo social. Lo ha cambiado ya. Kearney afirma en su estudio que el ambiente familiar, la presencia del padre aporta al hijo más estabilidad: económica, emocional, etc… Más recursos: monetarios, pero no solo. También más tiempo, energía, conocimientos o cuidados. Por supuesto, modelos de conducta: esto parece especialmente importante en el caso de los chicos.
Se intenta paliar el déficit familiar con voluntariado de varones, que hacen el papel de padres o de hermanos mayores a tiempo parcial. Esto ha dado buenos resultados en barriadas conflictivas. Pero afirma la autora que “el matrimonio es la institución más confiable para aportar un elevado nivel de recursos y estabilidad a los niños. Simplemente, no hay una alternativa consistente y al alcance de la mayoría de la población en la sociedad americana”.
Volvemos a lo obvio, el hombre es familiar. La familia es lo que más apreciamos. Pues vamos a cuidarla. Dice el Papa: “Hoy, la familia es despreciada, es maltratada, y lo que se nos pide es reconocer lo bello, auténtico y bueno que es formar una familia, ser familia hoy; lo indispensable que es esto para la vida del mundo, para el futuro de la humanidad”.
En Navidad celebramos que el Hijo de Dios se hace hombre, nace en una familia. Un Niño nos ha nacido. Feliz Navidad.