Con motivo de la festividad de San Lucas, el Prelado del Opus Dei nos invita a contemplar al Señor en el Evangelio para dejarnos transformar por Él
Queridísimos: ¡que Jesús me guarde a mis hijas y a mis hijos!
La fiesta de San Lucas, que la Iglesia celebra hoy, me sugiere una renovada invitación a contemplar al Señor en el Evangelio. San Josemaría nos aconsejaba que nos metiésemos en las escenas evangélicas «como un personaje más». La contemplación de Jesús nos irá transformando en él, hasta llegar a tener sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5). Con la gracia de Dios, acudirán a nuestra memoria y a nuestro corazón los hechos y las palabras del Señor, y procuraremos seguir sus huellas bajo su mirada amorosa.
Para eso necesitaremos fomentar en nuestra alma, con la ayuda del Espíritu Santo, una disposición de apertura sincera a la Palabra de Dios, que el Señor nos dirige también en el evangelio de la santa Misa, que puede iluminar cada jornada.
Lucas es el evangelista que presenta con más detalle la vida de la Virgen María. Nadie como ella ha contemplado con tanto amor el rostro de Jesús. El rezo del santo rosario −«compendio del Evangelio», decía san Juan Pablo II− en este mes nos puede ayudar precisamente a adentrarnos en el Evangelio de la mano de la Madre del Señor.
Aprovechemos también el rosario para rezar por los frutos del Sínodo que el Papa acaba de inaugurar en Roma. Os pido también que sigáis rezando por el proyecto de impulso apostólico que incluye algunas reestructuraciones territoriales en la Obra; ahora, concretamente, por la puesta en marcha de la nueva circunscripción Del Plata, que comprende las anteriores regiones de Argentina y Uruguay.