Entrevista a Inmaculada Alva, especialista en la historia del Opus Dei: “De las primeras mujeres de la Obra destacaría su capacidad de emprendimiento, su entusiasmo y la fe contra cualquier dificultad”
Inmaculada Alva es doctora en Historia y Teología, e investigadora del Centro de Documentación y Estudios Josemaría Escrivá de Balaguer de la Universidad de Navarra. Parte de su investigación se centra en los inicios del Opus Dei entre las mujeres: las primeras vocaciones, las iniciativas de apostolado que pusieron en marcha y la expansión en numerosos países. Con ocasión del 90 aniversario del 14 de febrero de 1930, recorremos con ella el despuntar entre las mujeres de esa “historia de las misericordias de Dios con los hombres”, tal y como definía san Josemaría a la historia de la Obra.
San Josemaría vio la Obra el 2 de octubre de 1928 y desde ese momento empezó a difundir el mensaje de la llamada a la santidad en medio del mundo En principio no pensaba que fuera a haber mujeres en la institución. El día 14 de febrero de 1930, mientras estaba celebrando la Santa Misa, en el momento de la Comunión, tuvo la certeza sobrenatural de que también debía haber mujeres en el Opus Dei pues, sin ellas, la evangelización en muchas realidades profesionales, vitales, sociales se quedaría incompleta. San Josemaría, años después, afirmaba: si no hubiera mujeres en el Opus Dei, la Obra se habría quedado manca.
Desde febrero de 1930, el fundador empezó a hablar del mensaje de la Obra a las jóvenes que acudían a él para recibir acompañamiento espiritual, algunas de ellas profesionales. Las circunstancias históricas no parecían favorables, pues en esos años eran pocas las mujeres que en España accedían a los estudios universitarios o ejercían una profesión; además la guerra civil rápidamente dificultó la posibilidad de mantener la formación espiritual. De aquellas primeras no siguió ninguna, aunque, como testimonian muchas de ellas años después, conservaron un agradecido recuerdo por los consejos de san Josemaría. Por eso, el fundador afirmó en alguna ocasión que sus hijas “le habían salido” a la segunda o a la tercera.
La vida de las primeras mujeres de la Obra es apasionante, sobre todo si se tiene en cuenta la época en que se deciden a tomar este camino. Son los años 40, después de la guerra civil, momentos en que la mujer tenía muy poca capacidad de actuación en la sociedad. Entre las historias de estas mujeres pioneras destaca la de Nisa González Guzmán, una leonesa de 33 años que pidió la admisión en 1941. Otra de las primeras en la que san Josemaría depositó gran confianza fue Encarnita Ortega, una joven muy optimista y entusiasta.
Nisa González Guzmán, Encarnita Ortega, Enrica Botella y las que siguieron sus pasos procedían de diversos lugares de España. Muchas de ellas conocieron a san Josemaría tras participar en un retiro espiritual predicado por el fundador. Otras contactaron gracias a un hermano o incluso a su director espiritual, que les hablaron de la Obra.
Lola Fisac −considerada la primera numeraria del Opus Dei−, pidió ser admitida en 1937, durante la guerra civil española, en circunstancias excepcionales. Conoció a san Josemaría a través de las cartas que éste hacía llegar a su hermano por medio de Lola. En una de esas misivas, el sacerdote le preguntó si también ella quería formar parte de su familia sobrenatural. La respuesta de Lola fue afirmativa y, a partir de entonces, comenzó a vivir de acuerdo con el espíritu de la Obra.
En 1942 se abrió el primer centro en la calle Jorge Manrique, en Madrid. Allí comenzaron a tener actividades de formación dirigidas a estudiantes universitarias. A partir del año 44 llegaron nuevas vocaciones, que conocieron la Obra gracias a los retiros espirituales que se organizaron en Jorge Manrique, predicados por san Josemaría. Algunas de las que se unieron al Opus Dei a partir de esa fecha son Guadalupe Ortiz de Landázuri, Victoria López-Amo, Marichu Arellano, Sabina Alandes, Josefina de Miguel, Enrica Botella, Mari Tere Echeverría o Carmen Gutiérrez Ríos. Llama la atención en ellas la prontitud con que se decidieron a responder afirmativamente a la llamada divina.
Estas mujeres protagonizaron, junto con las primeras numerarias auxiliares que piden la admisión en 1946, la expansión de la Obra por España y por el mundo. Este pequeño grupo, que en 1942 no llegaba a diez personas, a partir de 1947 se acercaba a las 80-90. Durante este periodo empezaron los viajes a distintas ciudades de la península y se abrieron casas en Bilbao, Valencia, Valladolid, Zaragoza, Barcelona, Granada, Córdoba, Santiago de Compostela… En 1946 algunas se trasladaron a Roma. A partir de 1950, dieron el salto a América. En los siguientes años se comenzó en varios países de Europa. En ellas destaca su capacidad de emprendimiento, su entusiasmo y su fe en Dios ante cualquier dificultad.
Fuente: opusdei.org.
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