El prelado del Opus Dei recuerda con la Escritura que “nuestra esperanza está en el Cielo”, una verdad que es posible considerar especialmente en el mes de noviembre
Hemos comenzado el mes de noviembre celebrando la Solemnidad de Todos los Santos y, al día siguiente, la Conmemoración de los Fieles Difuntos. Estas fechas nos recuerdan que nuestra esperanza está en el Cielo (cfr. Col 1,5); una esperanza que ilumina nuestros pasos sobre la tierra. Nos dice que el mundo en que vivimos un día se transformará en «unos cielos nuevos y una tierra nueva» (2 Pe 3,13). Nos dice también que nuestras actividades diarias tienen un sentido que va más allá de lo que vemos inmediatamente: como afirmaba san Josemaría, adquieren vibración de eternidad si las hacemos por amor a Dios y a los demás.
Otra realidad que nos llena de consuelo es la Comunión de los Santos. ¡Cuánto nos anima saber que nunca estamos solos, que en Cristo somos un solo Cuerpo! Edificamos la Iglesia, y concretamente la Obra, ahí donde estamos: todos juntos a la vez y en todas partes. ¡Nos sostenemos mutuamente! En este sentido, os pido especialmente oraciones por los 34 nuevos diáconos de la Prelatura que se ordenaron ayer en Roma.