“Consenso” fue una de las palabras clave en nuestro curso prematrimonial. Al casarnos unimos nuestras vidas, y eso debe notarse en el día a día. Desde las decisiones más pequeñas (qué tipo de vajilla elegimos), hasta las más complicadas (un cambio de ciudad, un cambio de trabajo, a qué colegio van los niños, una dificultad gorda…), pasando por con quién cenamos esta Nochebuena, qué hacemos el fin de semana o si podemos permitirnos una mesa nueva. Esas decisiones son de los dos. No se trata de ceder, se trata de consensuar. Aprender a conjugar el nosotros. Ni pa ti, ni pa mí: pa nosotros. El “mirar juntos en la misma dirección” que dice Saint-Exupéry, mirar por el bien conjunto. También ayuda a conjugar el nosotros ir formando las propias rutinas y tradiciones familiares. Cada uno llegamos al matrimonio con nuestros “en mi casa siempre se ha hecho así”, y está guay que aprendamos a coger lo mejor de cada familia, pero sin perder de vista que tu casa ahora es otra, y que es ilusionante ir formando vuestro propio estilo, con vuestros modos de hacer, vuestras costumbres, etc.
2. Tenemos tiempo
Estar casados no significa estar juntos 24 horas al día, 7 días a la semana. Tampoco es tener un compañero de piso al que veo para desayunar y cenar, mientras el resto del día llevamos vidas paralelas. Hay que aprender a distribuirse el tiempo: si sois más “tipo-lapa” tendréis que ganar una sana independencia y saber tener un espacio para cada uno donde poder tomar cañas con amigos, practicar un deporte, tocar la viola… todas esas cosas que os enriquecen a cada uno personalmente y, por tanto, enriquecen vuestro matrimonio. Por el contrario, si sois más de “quiero estar soltera pero contigo” (es decir: quiero llevar una dieta sana comiendo en un fast-food todos los días) tendréis que profundizar en lo que supone la entrega del matrimonio, el mirar al otro, construir juntos… No es darle cuentas al otro de todo lo que haces, sino sencillamente tenerle en cuenta. Como dice el Papa al proponer las tres palabras esenciales en una relación: “Permiso. Gracias. Perdón”:
“La primera palabra es «permiso». Cuando nos preocupamos por pedir gentilmente incluso lo que tal vez pensamos poder pretender, ponemos un verdadero amparo al espíritu de convivencia matrimonial y familiar. Entrar en la vida del otro, incluso cuando forma parte de nuestra vida, pide la delicadeza de una actitud no invasora, que renueve la confianza y el respeto. La confianza, en definitiva, no autoriza a darlo todo por descontado. Y el amor, cuando es más íntimo y profundo, tanto más exige el respeto de la libertad y la capacidad de esperar que el otro abra la puerta de su corazón”
Tenemos tiempo. Y en ese tiempo que tenemos, parte de las rutinas matrimoniales que compensa crear son los momentos para poder hablar con calma. Esas conversaciones de ir al fondo; no las de “dar el parte”, sino las de abrir el alma. Esenciales para ser expertos el uno en el otro, y muy útiles para descubrir si alguno de los dos está acumulando algo que es mejor que suelte, o si tiene alguna herida que ha ido enterrando y que hay que sacar a la luz antes de que se infecte (y nos infecte)… Creo que es recomendable coger esta buena costumbre cuanto antes para poder mantenerla en los tiempos en los que encontrar un momento de calma para hablar resulte más complicado (hijos pequeños, pico de cansancio en el trabajo, etc…).
3. “Saber amar con el cuerpo”
Además de ser el título de un libro buenísimo de Mikel Gotzon Santamaría sobre sexualidad, creo que resume genial esta idea: hay que aprender a amar, en todos los planos, en todos los sentidos, y por eso hay que aprender a amar también con el cuerpo. Nadie nace sabiendo. En el curso prematrimonial nos recomendaron el libro “Un momento inolvidable”, que aborda la sexualidad como algo más que el solo sexo, al mismo tiempo que proporciona explicaciones, ideas y consejos útiles para las primeras relaciones sexuales del matrimonio −muchos de ellos válidos también para matrimonios ya más veteranos. La importancia de conocerse a fondo, de ser expertos en el otro, de hablar de cualquier tema, abarca la sexualidad del matrimonio, por supuesto.