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«El ser humano es capaz de lo mejor y de lo peor; y las decisiones que tomamos, las elecciones que hacemos, determinan quiénes somos. Hay que acertar, es necesario decidir bien moralmente si se quiere llegar a ser feliz»
He tenido la suerte de conocer recientemente a Ignacio Gómez-Sancha, la persona que de modo más directo y más comprometido ha logrado reunir y articular los importantes medios humanos, técnicos y financieros que han sido necesarios para que hoy exista y llegue a las pantallas la película de Roland Joffé, "Encontrarás dragones".
Hemos tenido la suerte de congeniar enseguida, y hemos podido hablar largo y tendido —a pesar de sus mil compromisos— sobre There Be Dragons, sobre Roland Joffé y el equipo de la película, sobre el cine que le apasiona y tantas cosas más.
Hasta el punto en que —al leer lo que Ignacio dice en la entrevista que sigue a continuación, hecha y publicada por Jorge Peñacoba, director de la revista Palabra (sin sitio web abierto)— encuentro dicho mucho de lo que yo mismo he encontrado viendo esta película y pensando sobre ella después.
Sin más, recomiendo vivamente leer las preguntas y respuestas que siguen, porque son excepcionales: encierran mucha pasión por el cine de calidad y la experiencia vivida en el proceso de producción. Y dejan al descubierto muchos meollos de la película, que —como viene a decir en algún momento— es de entrada un gran espectáculo de entretenimiento universal.
Y más cosas:
¿Puede un director que se declara agnóstico escribir un buen guión sobre la vida de un sacerdote?
Roland Joffé es ante todo un humanista, un verdadero hombre del Renacimiento. Un hombre que busca; no reprime la curiosidad innata de todo ser humano. En particular, no se echa atrás ante las preguntas fundamentales de la existencia: ¿Por qué existe algo en lugar de nada? ¿Somos frutos casuales de un azar ciego, o alguien guía el azar? Se toma estas preguntas muy en serio. Se podría decir que ha hecho una película que no es religiosa, pero que se toma la religión en serio. Eso hace con Josemaría: retratarlo tal y como a él le parece que ve el mundo. De hecho, lo que le interesa a Roland no son los aspectos biográficos o puramente históricos del personaje, sino qué efecto tiene su vida y su mensaje en los demás. Para conseguir transmitirlo, utiliza un personaje real, como ya hizo con el padre Gabriel (Jeremy Irons) en la película La Misión, y crea otro de ficción para dramatizar la historia del primero. En La Misión, ese papel era el del padre Mendoza (Robert de Niro). En Encontrarás Dragones, que sigue un esquema semejante, el personaje ficticio de Manuel Torres hace el contrapunto de Josemaría Escrivá.
Narrativamente es una historia de vidas paralelas, que se desenvuelven y entrecruzan en torno al tema de la posibilidad o no del perdón y la reconciliación. Es la historia de dos amigos que crecen juntos, pero que se van distanciando; y que, en la mitad de una guerra civil, tienen que decidir cómo enfrentarse a los “dragones”, los peligros desconocidos con los que todo el mundo se topa alguna vez en la vida.
¿Es fiable la historia narrada, en cuanto a personajes y acontecimientos? Me refiero especialmente de los que representan a los primeros seguidores de san Josemaría, o a los acontecimientos de la vida de san Josemaría?
Por encima de todo, creo que la película es un gran producto de entretenimiento, al mejor estilo de Hollywood. Es una experiencia emocional poderosa, que nos divierte pero al mismo tiempo excita nuestra curiosidad y nos hace pensar. Dicho eso, sí, el guión se inspira en hechos reales de la historia de España y de la vida san Josemaría. Cuando Joffé dice que sólo Josemaría es histórico quiere decir que Manolo Torres es, en cambio, un personaje de ficción. Pero además de san Josemaría hay otros personajes históricos, como son los miembros de la familia de fundador de Opus Dei (don José y doña Dolores, sus hermanos Carmen y Santiago), y también Pedro Casciaro, Juan Jiménez Vargas o Isidoro Zorzano, que aparecen igualmente en la película. Lo que sí me dijo Roland en infinidad de ocasiones es que su intención no era dar una clase de historia, sino sobre todo mostrar a los personajes y sus emociones.
¿Fue idea de Joffé ese extraño título, There be dragons…?
Sí. Se le ocurrió a propósito de lo que algunas antiguas cartas marinas decían, como advertencia, para señalar zonas inexploradas y peligrosas: Hic sunt dracones, esto es un lugar desconocido, donde habita el miedo.
Con la palabra dragones quiere referirse a todo lo que nos desconcierta y nos hace sufrir: la seguridad de la muerte, el dolor inesperado, la culpa propia, la traición del amigo, los sentimientos de celo o de envidia: ese tipo de situaciones con que todo ser humano se las tiene que ver antes o después, y que exigen una respuesta que no es posible eludir. No puedes evitar hallar dragones, viene a decir la película; lo que importa es cómo te enfrentas a ellos. La película explora las consecuencias de tus decisiones, y se pregunta si un error puede tener redención.
¿Cómo y por qué se embarcó en un proyecto empresarial tan arriesgado como la producción de una película de presupuesto medio-alto? ¿Estamos en la estela del Código da Vinci? ¿Hay en la película un interés testimonial cristiano?
Tengo que decir que me metí en este proyecto, junto con mi socio y también productor, Ignacio Núñez, por pura pasión. Al mismo tiempo estábamos y estamos convencidos de su potencial comercial. Yo conocí a Roland Joffé en Madrid en marzo de 2008. Era mi director favorito desde que vi Los gritos del silencio. Me lo presentó una persona experta en el sector, a la que había conocido en una conferencia de cine. De pasada me comentó que Roland estaba buscando financiación para un nuevo proyecto.
Fui a comer con él y tanto el proyecto como Roland me cautivaron. Roland me dijo que no tenía nada de financiación, así que iba a cerrar la película al cabo de una semana. Le pedí que no hiciera eso, que me esperara.
Estaba convencido que podríamos financiarla. La idea de un agnóstico (socialista y casado tres veces, por más señas) nominado dos veces al Oscar y ganador de la Palma de Oro de Cannes, escribiendo un guión sobre el tema de la reconciliación en la que uno de los protagonistas era Escrivá…; además, con la estructura narrativa de vidas paralelas, como la de La Misión, que era una de mis películas favoritas, me pareció increíble.
Busqué ayuda enseguida y me asocié con mi amigo Ignacio Núñez, que es un gran emprendedor y es presidente de un despacho de abogados. Empezamos entre los dos a buscar la financiación y, cuando se vio que el proyecto podía salir, decidí dejar temporalmente mi actividad profesional normal, para asegurarme de que el proyecto vería la luz. Me fui a vivir a Argentina durante seis meses del rodaje. Ha sido la experiencia más intensa de toda mi vida profesional.
Para nosotros, el proyecto tenía tres finalidades igualmente importantes: una era ayudar a Roland a crear otra gran película, como habían sido Los gritos del silencio o La Misión; otra, que podríamos llamar humanístico/espiritual, era contribuir a difundir el mensaje de que "hay esperanza frente al odio y la violencia"; y otra, financiera, porque la productora es un fondo de capital-riesgo: que los inversores tengan el mayor retorno económico posible. Ahora bien, si el sacerdote hubiera sido otro, no sé si me hubiera implicado tanto como para dejarlo todo por el proyecto. Probablemente no.
En cuanto a Código da Vinci, creo que no merece mucha respuesta. Me costó mucho leer ese libro porque no hay quien se lo crea (a pesar de que en la introducción dice que todo lo que se cuenta en él es cierto), y en la película me dormí. He vuelto a verla recientemente para poder opinar. No me importaría que los seguidores de Dan Brown vieran nuestra película para poder comparar las dos visiones, aunque no hemos hecho la película por eso, claro está.
¿Les gustaría obtener algún galardón? Y otra cuestión: ¿Ha facilitado la Prelatura del Opus Dei la financiación o la ha controlado de algún modo? ¿La ha aprobado?
Personalmente ya me considero más que pagado por la película en sí. He visto tanta gente llorar, emocionarse y replantearse la vida después de verla en los pases previos, que creo que no necesito más premio. Pero me parece que sí merecería ser premiada la labor de los profesionales que han trabajado en ella (entre los que tenemos cinco óscars y cinco nominaciones más); pienso que la película tiene realmente una factura impecable en todos los departamentos: música, vestuario, arte, fotografía, montaje, y por supuesto los actores, que lo hacen de primera.
En cuanto a lo de la financiación, le puedo decir que la película está financiada por una co-producción entre Antena 3 Films y nuestro fondo de capital-riesgo Mount Santa Fe, en el que tenemos más de 100 inversores de todo tipo. Hemos hecho más de 500 presentaciones para encontrar los 100 inversores en varios países. Fue duro, debido a la crisis que ya se veía en 2008; aunque probablemente ahora hubiera sido más difícil aún.
Con nuestra labor como gestores del proyecto pretendíamos, sobre todo, darle al director, a Roland Joffé, toda la libertad para escribir y dirigir la película que él quería. Ha hecho lo que ha querido en todo momento con absoluta libertad.
La película está rodada, en parte, en Argentina. Parte de la financiación es norteamericana y está rodada en inglés. ¿Es una película internacional o hay que ser europeo para entender el argumento?
Pienso que se entenderá en cualquier lugar. Es una de las películas más universales que yo haya visto, porque trata problemas que son comunes a cualquier ser humano, da igual a qué cultura pertenezca. En Europa tendremos algo de ventaja, pero sólo en el sentido de que se conoce más la historia de España. Nuestra experiencia en pases previos ha sido que, por ejemplo, los americanos la entendían perfectamente, la disfrutaban al máximo. También ellos han tenido una guerra civil, claro.
Hay quien dice que vuelve el cine religioso: ‘Therese, Hildegarda’, ‘The way’, ‘De dioses y hombres’… ¿Considera cine religioso ‘There be dragons’?
There be Dragons no es cine religioso, es un drama épico; pero un drama que se toma la religión en serio. La película tiene un esquema de cine clásico, aunque trata de temas profundamente modernos. Creo que va a satisfacer a un público muy amplio.
¿Cómo les ha afectado a ustedes personalmente estos años de producción? Joffé termina una entrevista diciendo algo como "ya veremos a dónde me lleva todo esto". ¿Calculaban ustedes este efecto?
Parece lógico que una película de fuerte carga emotiva, como es esta, impacte sobre cualquiera que se acerque a ella. Puedo decir, desde luego, que a mí la película me ha afectado mucho, a diversos niveles. En el fondo, todos nosotros somos un Manuel Torres en potencia. Eso es lo asombroso del ser humano: es capaz de lo mejor y de lo peor; y las decisiones que tomamos, las elecciones que hacemos, determinan quiénes somos. Hay que acertar, es necesario decidir bien moralmente si se quiere llegar a ser feliz.
Por otra parte, el tema del perdón, nervio argumental de la película, me parece de máxima actualidad. Yo creo que no lo entendemos bien. Cuando se produce una ofensa, especialmente si es grave, sólo el perdón puede borrarla; pero si el ofensor no pide perdón, aunque el ofendido pueda elegir no odiar, no vengarse, e incluso amar al ofensor, en sentido estricto no puede perdonar, porque el perdón sólo puede ser recibido. Sólo puede ser acogido cuando se pide, cuando uno se acepta culpable; requiere de por sí ser pedido para que a uno le transforme. Sólo así la ofensa puede borrarse de verdad. Por eso es tan importante que los pueblos entre los que hay conflictos —como ocurre, por ejemplo, entre israelíes y palestinos— o las personas que están enfrentadas desde hace años, entiendan que tienen que mirar atrás, comprender lo que obraron injustamente, y pedir y dar el perdón. Considero que comprender esto es importantísimo, y la película tal vez ayude.
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