Con frecuencia he hablado del documento El testimonio cristiano en un mundo multirreligioso como un evento muy importante en la historia de la Iglesia. Ese texto del 2011 fue firmado conjuntamente por la Santa Sede, el Consejo Mundial de Iglesias y la Alianza Evangélica Mundial. Sin embargo, he podido asistir en Lund a otro evento de, por lo menos, igual relevancia. No soy ni católico ni luterano. Pero lo que ha ocurrido en Lund allana el camino para todas las iglesias y confesiones protestantes. Y la presencia allí de representantes ortodoxos, incluso de las más antiguas iglesias orientales, como el patriarca sirio ortodoxo Aphrem II, demuestra que la trascendencia del acto ha sido comprendida incluso por terceros no involucrados en el evento.
El año de la Reforma fue inaugurado en Lund no sólo por la Federación Luterana Mundial, sino también por la Iglesia católica, representada en el Papa. El acto tuvo lugar en el catedral de la ciudad. Había más de 450 invitados, entre ellos los reyes Carl Gustaf y Sylvia de Suecia, el primer ministro sueco, miembros del gobierno, delegados nacionales e internacionales de la Iglesia católica y de las iglesias luteranas. También estaban allí los principales representantes de los llamados “Secretarios de las Comuniones Mundiales Cristianas”, es decir, los dirigentes de casi todas las denominaciones internacionales cristianas y sus organizaciones paraguas (desde las iglesias ortodoxas al Ejército de Salvación), entre las cuales las dos más grandes, El Consejo Mundial de Iglesias (CMI) y la Alianza Evangélica Mundial (WEA), que fueron representados por sus secretarios generales y un segundo delegado cada uno.
A gran escala, el acontecimiento de Lund se puede considerar como parte de un proceso de paz dentro del cristianismo. Se podría decir que, de alguna manera, católicos y luteranos han firmado un tratado de paz. Lamentan haber usado ejércitos, poderes seculares y desinformación en el pasado para pelear entre sí. Ahora quieren lidiar con sus diferencias a través de una discusión pacífica, sin usar armas espirituales nunca más. Ya no pondrán los fundamentos en el dinero, en la cultura, en el poder o en el Estado y, en cambio, confiarán el futuro de las iglesias al poder del Evangelio, del que cada cristiano dará testimonio y transmitirá con bondad. A mi modo de ver, como cristiano evangélico, este nuevo enfoque merece, de todo corazón, una bienvenida.
“Lund se puede considerar como un tratado de paz dentro del cristianismo: católicos y luteranos lamentan haber usado ejércitos, poderes seculares y desinformación para pelear. Confían el futuro de las iglesias al poder del Evangelio”
La llamada traición de la Reforma, anunciada por todo tipo de críticos y teóricos de la conspiración, ha quedado superada. En la liturgia del servicio de adoración en la catedral de Lund, todos oraron: “Gracias, oh Dios, por las muchas inspiraciones teológicas y espirituales recibidas a través de la Reforma. Te damos gracias por las buenas transformaciones puestas en marcha por la Reforma o luchando con sus desafíos. Te damos gracias por la proclamación del evangelio durante la Reforma y que, desde entonces, ha fortalecido a innumerables personas para vivir la fe en Jesucristo”. No tendría sentido decir que el obispo Dr. Munib A. Younan de Jerusalén, que es el presidente de la Federación Luterana Mundial, y su Secretario General, Martin Junge de Chile, habrían estado dispuestos a diluir su identidad luterana con el propósito de un gran evento mediático.
Los luteranos expresaron su pesar por el hecho de que se hubiera abusado de la Reforma para conseguir más rápidamente objetivos políticos, y se lamentaron de que los protestantes no hayan sido capaces de impedir las guerras de religión y la persecución a los demás. Ambos bandos se han distanciado por haber difundido mentiras entre sí y haberse llenado de un odio que llevó incluso a la guerra en algunas ocasiones.
“El Papa derriba paredes de 500 años: reemplaza el conflicto por conversaciones, autocrítica mutua y deseo de que las disputas necesarias dentro del cristianismo sean moldeadas por el amor, sin deseos de derrotar al otro”
Pero las preocupaciones centrales de Lutero, la sola gratiay su llamada a la reforma, fueron reconocidas por todos los participantes como punto de partida para el nuevo diálogo. El Papa dijo: “La experiencia espiritual de Martín Lutero nos interpela y nos recuerda que no podemos hacer nada sin Dios. ¿Cómo puedo tener un Dios misericordioso? Esta es la pregunta que perseguía constantemente a Lutero. En efecto, la cuestión de la justa relación con Dios es la cuestión decisiva de la vida. Como se sabe, Lutero encontró a ese Dios misericordioso en la Buena Nueva de Jesucristo encarnado, muerto y resucitado. Con el concepto de sólo por la gracia divina, se nos recuerda que Dios tiene siempre la iniciativa y que precede cualquier respuesta humana, al mismo tiempo que busca suscitar esa respuesta. La doctrina de la justificación, por tanto, expresa la esencia de la existencia humana delante de Dios”. Especialmente en el protestantismo moderno hay muchos que no han comprendido a Lutero tan bien como lo hace esta declaración y, seguramente, también nos recuerda que Jesucristo es el único camino para la salvación.
Dado que la preparación del evento en Lund fue de suma importancia para la Alianza Evangélica Mundial, así como para muchas otras personas, no sólo tuve oportunidad de hablar largo y tendido con los líderes de la Federación Luterana Mundial, sino que también me reuní con el Papa cuatro veces en las semanas previas. Desde mi punto de vista, fruto de esos diálogos, el Papa Francisco es consciente de que en el siglo XVI la corrupción ayudó a la victoria de la Reforma, y está profundamente convencido de que la Sagrada Escritura, el Evangelio y el Espíritu Santo poseen el poder necesario para llevar a las iglesias a una mayor unidad a largo plazo, si contamos primero con la iniciativa de la gracia salvadora de Dios y capacitamos a cada cristiano a dar testimonio personal de la salvación y de la esperanza en Jesucristo, en un mundo que agoniza.
“El Papa Francisco está convencido de que la Sagrada Escritura y el Espíritu Santo tienen el poder necesario para llevar a las iglesias a una mayor unidad. Hay que contar con la iniciativa de la gracia divina”
De hecho, las palabras del Papa que hemos señalado recogen las ideas de la breve definición conjunta de la doctrina de la justificación, consensuada por el Vaticano y la Federación Luterana Mundial después de años de trabajo intenso, y donde se resume la teología del Nuevo Testamento, especialmente la teología paulina. 17 años después de ese acuerdo, el texto permite dar pasos prácticos en el diálogo. Como es lógico, sin apresurarse, con prudencia. Se camina sobre un delgado hilo y conviene señalar mucho lo que hay en común. Lo que es nuevo es que el Papa ve la justificación como una cuestión muy central. Poco después de su elección, escuché decir al Papa Francisco por primera vez que la visión común de la justificación como salvación por la gracia y la fe debería ser el centro de nuestra herencia común y compartida, y que sobre esta base se deberían dar los pasos adicionales. Como es habitual, el Papa Francisco ha hecho realidad uno de sus anuncios, aunque inicialmente a alguno le hubiesen parecido un poco aventurados.
Sin embargo, que la Iglesia Católica reconozca las preocupaciones básicas de Lutero no debería ser un motivo de triunfalismo protestante. Hay que tener en cuenta que la Reforma condujo rápidamente a nuevas divisiones, a la polarización, al nacionalismo religioso, a la difusión del orgullo y el odio. La declaración conjunta que fue firmada durante la Oración Ecuménica en Lund lo expresa así: “Aunque estamos agradecidos profundamente por los dones espirituales y teológicos recibidos a través de la Reforma, también reconocemos y lamentamos ante Cristo que Luteranos y Católicos hayamos dañado la unidad vivible de la Iglesia. Las diferencias teológicas estuvieron acompañadas por el prejuicio y por los conflictos, y la religión fue instrumentalizada con fines políticos”.
“Se camina sobre un hilo delgado. Conviene señalar lo mucho que hay en común y avanzar con prudencia. Las diferencias tendrán que discutirse a fondo, aunque las similitudes predominan”
En esencia, el acontecimiento fue una celebración, no sólo por la presencia del Papa, sino incluso por su invitación. Sin lugar a dudas, fue un paso notable que el Papa llevó hacia los protestantes, de forma simbólica y sustancial. Por supuesto este gesto no fue presentado solamente por el Papa. Muchos teólogos, obispos y cardenales católicos de relevancia habían participado activamente en los preparativos durante muchos años. Justo a tiempo, el Papa derriba paredes de 500 años de antigüedad y reemplaza el conflicto por serias conversaciones, autocrítica por ambas partes, y por el deseo de que las disputas necesarias dentro del cristianismo sean moldeadas por el amor, no por el deseo de derrotar el uno al otro.
El llamamiento del Papa, en el campo de Malmo, para intensificar la cooperación ecuménica no significó una superación apresurada de las profundas diferencias teológicas entre católicos y protestantes. En cambio, estas diferencias tendrán que ser discutidas a fondo, aunque las similitudes ciertamente predominan. En este sentido, se llamó al cristianismo mundial a mostrar solidaridad a un mundo que sufre, y juntos ayudan a los pobres, los enfermos, los oprimidos y los perseguidos. La firma de un acuerdo de cooperación de gran alcance entre Caritas International y el Servicio Mundial de la Federación Luterana Mundial, que tuvo lugar durante la ceremonia, subraya lo que se quiere decir con esto. Es una reminiscencia de la gran similitud demostrada por todas las iglesias, especialmente en el curso de la ayuda internacional a los refugiados. Deja claro que las diferencias teológicas no deben ser discutidas a expensas de los necesitados, sino como una lucha común por la verdad.
Thomas Schirrmacher, Alianza Evangélica Mundial Secretario General asociado para asuntos Teológicos