El Santo Padre ha establecido que en octubre de 2018 se celebrará la XV Asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos cuyo tema será: “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”
Su propósito es acompañar a los jóvenes en su camino existencial hacia la madurez para que, mediante un proceso de discernimiento, descubran su proyecto de vida y lo realicen con alegría abriéndose al encuentro con Dios y con los seres humanos y participando activamente en la edificación de la Iglesia y de la sociedad.
El tema del próximo Sínodo es «Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional». La elección del Papa nace de la escucha de los pastores de la Iglesia, a través de fases sucesivas, en continuidad con la experiencia de las dos asambleas sobre la familia y con la exhortación apostólica Amoris laetitia. El objetivo de la convocatoria sinodal es, por lo tanto, «acompañar a los jóvenes en su camino existencial hacia la madurez a fin de que, a través de un proceso de discernimiento, puedan descubrir su proyecto de vida y realizarlo con alegría».
En la exhortación acompañamiento y discernimiento son las palabras clave que evocan la perspectiva con la cual la Iglesia se dirige a todas las familias, en el horizonte de la atención pastoral. La base es la acogida, el resultado es la integración en la vida eclesial y en la sociedad. No se trata, en efecto, de un itinerario reservado a algunos: todos tienen derecho de recibir la palabra del Evangelio, y de responder en conciencia y con libertad. Análogamente con el nuevo tema sinodal se quiere promover la participación de los jóvenes en la vida de las comunidades cristianas y una mayor participación de ellos en los procesos de construcción de la sociedad.
Los jóvenes tienen el futuro delante, esperan poder construirlo, alcanzar lo mejor para su vida. El deseo de realizarse en plenitud, la valentía de emprender senderos desconocidos, de arriesgar por nuevos caminos pertenecen, naturalmente, a la juventud en todo contexto cultural y religioso. Por ello la Iglesia sinodal se pone en camino para ir al encuentro de los jóvenes, en sus situaciones existenciales concretas, escuchar su voz, sus dificultades, sus deseos, sus expectativas, también cuando su fe es vacilante o está ausente.
El primer paso de los pastores, por lo tanto, es estar detrás de ellos, para seguir el impulso generoso, aunque incierto, de las jóvenes generaciones. Podrá seguir el acompañamiento a lo largo de los caminos tortuosos de la búsqueda, a través de la confrontación, el diálogo y el discernimiento paciente. En definitiva, será posible indicar a los jóvenes la dirección, estar con ellos para sostenerlos en los momentos de dificultad. De este modo, junto con los jóvenes, la Iglesia aprende, dialoga, enseña.
La Iglesia percibe así la urgencia de recorrer con las jóvenes generaciones los caminos de la historia, con el Evangelio en la mano y su exigente carga de coherencia y de compromiso por los más débiles y marginados. A fin de que los jóvenes puedan prepararse para las elecciones significativas y construir un proyecto de vida que lleve a la realización plena de sí mismo, es necesario ofrecerles instrumentos que les permitan vivir concretamente sus sueños. Los jóvenes son soñadores: esto los hace particularmente especiales a los ojos de Dios. A ellos sobre todo se dirige la pregunta del Papa, formulada el 16 de marzo de 2015 durante la misa en Santa Marta: «¿Habéis pensado alguna vez: el Señor sueña conmigo, piensa en mí, yo estoy en la mente, en el corazón del Señor, el Señor es capaz de cambiarme la vida?». Cuando un joven experimenta la alegría del encuentro con Jesús, y tiene la gracia de ser tocado por estas preguntas, en su corazón puede abrirse incluso el horizonte de la vocación al sacerdocio y a la vida consagrada.
Por ello la atención principal se dirige al discernimiento. Es necesario tener presente qué se entiende con el término, qué elementos lo constituyen y cómo se puede desarrollar este proceso. Corresponde a los jóvenes, a quienes se les mostrará la importancia con vistas a las elecciones a realizar, hacer opciones que se orienten a su auténtico bien y les permitan vivir con alegría. Concierne también a quienes los acompañan (padres, pastores, educadores), a los que hay que facilitar instrumentos adecuados.
Relatan los Evangelios que los jóvenes han encontrado siempre un maestro dispuesto a escucharlos: el Señor Jesús. Poco más grande que ellos, los ha llamado amigos, los invitó a estar con Él acogiendo sus fragilidades sin paternalismo, mostrándoles el corazón del Padre. Sabían que era el Señor, pero sólo después de la muerte en la cruz encontraron en el Espíritu la fuerza para convertirse en testigos de su resurrección. Agradecidos con el Papa por haber elegido convocar esta nueva asamblea, somos llamados a reflexionar con alegría sobre su tema, para redescubrir la juventud del Evangelio.