A la necesidad de echar leña al fuego del amor es a la que me refiero, cuando hablo de trabajarlo
Una lectora inquieta, sorprendida de que algunas veces sugiera que el "matrimonio hay que trabajárselo", me pide que le aclare esta expresión poco utilizada en la jerga actual, cuando nos referimos a potenciar el amor.
No recuerdo si he traído a estas páginas el episodio de una novela de Mercedes Salisach, en el que la protagonista atormentada por los desamores, mientras busca emociones fuertes que sacudan su corazón, centra su angustia en la ausencia de sentimientos. Su madre, mujer curtida, la responde con aplomo: "Es que el amor no se siente, se practica". A esa necesidad de echar leña al fuego del amor es a la que me refiero, cuando hablo de trabajarlo.
Puestos a aportar sugerencias en esa tarea, intentaré poner algunos ejemplos que se pueden alargar hasta el infinito, pero que siempre tienen un común denominador. ¿Le puede hacer esto feliz al otro? ¿Cuál es el mayor deseo que alberga nuestro corazón a cualquier edad? ¿Ser feliz? Pues regale a quien más cerca tiene un minuto de felicidad cada día. Esto exige dos esfuerzos: pensar lo que puede ilusionarle y hacerlo.
1º. Darle un beso, aunque sea congelado, cuando llegue a casa. Ya sé que unos días le apetecerá más, otros menos y otros nada. Eso es lo de menos, el verbo apetecer hay que borrarlo del diccionario.
2º. Tome la iniciativa para hacer algo que signifique bienestar en la convivencia de todos. No espere a que le digan que haga esto o aquello, porque en una familia todos cooperan.
3º. Procure no contradecir por sistema lo que el otro proponga. Puede pensar que aquello es desacertado y tener razón. Pero, ¿se hunde el mundo por ir a favor y "doblar" un poco en la propia opinión?
4º. Piense siempre bien del otro. Le aseguro que ese beneficio de la duda acumula ascuas encendidas sobre su cabeza.
5º. Cuente todas las cosas buenas que han dicho de ella/él sus hijos, amigos, familiares o compañeros. Potencia su autoestima y se le volverá a favor.
6º. Olvide las ofensas, reales o supuestas, que le haya hecho el otro. Soy consciente que es mucho pedir, pero es un ejercicio que con el uso se hace más fácil. Sobre todo, cuando se percibe que traer malos recuerdos.
7º. Sorprenda al otro con minúsculos regalos sin esperar compensación. No es el precio, es el haberle tenido presente en todo momento.
8º. Cuando por cualquier razón haya pasado un buen rato estando lejos del otro, dígale lo que le ha recordado y que sueña con volver a repetir esa experiencia con él/ella. Es posible que sea irrepetible pero le hará una gran ilusión que le haya tenido a su lado en el recuerdo, en un momento de felicidad.
9º. No grite nunca y aprenda el arte de sugerir con voz suave. La violencia en la voz genera violencia y rechazo. Si tiene que corregir hágalo de modo que se note que le duele mucho hacerlo. Pero, sobre todo, espere el momento oportuno y dígale a la vez algo que hace muy bien.
10º. Tenga unas cuantas fechas señaladas que celebren del mejor modo posible.
11º. Borre del calendario las palabras "siempre" "nunca" y "eres como tus padres". Ninguna de estas expresiones son ciertas. Solo las utilizamos con ganas de molestar.
12º. Escuche su desahogo cuando llega de trabajar aunque el otro haya vuelto con el mismo cansancio y además, le duele la cabeza. En el caso de que el marido sea un "zulú" o "mudo", que la mujer no se asombre. Ya sabe mi teoría de que los hombres somos bastante "torpes" y nuestra sensibilidad es cercana a la piel del elefante.
13º. No reduzca las relaciones conyugales íntimas a un ejercicio de rutina como lavarse los dientes. Ponga imaginación, cerebro, sensibilidad y sorpresa.
14º. Cuando discutan, expongan las razones pero sin ánimo de aplastar. Acepte sus puntos de vista con la seguridad de que alguno de sus argumentos son ciertos. El 100% de razón no lo tiene nadie.
15º. No utilice la familia política como arma arrojadiza. Siéntanse muy libres. Piensen que son marido y mujer pero no olviden que tienen padres.
16º. En el arreglo de la casa, que cada uno elija el trabajo más antipático, aunque sea un "manazas". En este terreno se muestra muy patente la persona cómoda y egoísta: haga un esfuerzo. También que cada uno tenga un par de especialidades de la cocina. Estamos hechos de carne, hueso y estómago, y podemos pasar unos ratos estupendos compartiendo lo que al otro le gusta.
17º. No mire ni admire a una persona del otro sexo, por muy atractiva que sea, y mucho menos comente su "palmito". Los celos son una enfermedad, pero la falta de delicadeza hace mucho daño.
18º. Nunca envidie a otros matrimonios amigos. Usted solo conoce las apariencias. Y ni mucho menos le pida al otro que sea como aquel o como aquella. Ya dice el refrán que las gallinas del corral ajeno, nos parecen faisanes.
19º. No se hagan trampas en el uso del dinero. Es un punto importante para ponerse de acuerdo cuando no se está y un tema para compartir, más que para convertirlo en motivo de pelea.
20º. Sea el primero en tomar la iniciativa para hacer las paces después de un enfado. No es ser tonto. Es ser lo suficientemente listo para sembrar a largo plazo.
Es posible, amiga lectora, que con estas veinte formas de amar llegue a la conclusión de que esto no es "trabajarse el matrimonio" sino picara en una mina. Sin duda. Una mina de diamantes donde la gente se deja la vida por obtener unos pedruscos. Con la inquietud de que a veces no lo logran. Me atrevo a asegurarle que si logra la mitad de estos objetivos, le auguro una felicidad que no ha podido ni sospechar. ¿Se puede lograr algo serio sin esfuerzo?
Antonio Vázquez, en hacerfamilia.com.
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