Reflexiones sobre la catequesis prematrimonial y el papel de padres, jóvenes, sacerdotes y equipos de matrimonios
Comentario de Leonardo y Martha Lorena Casco, miembros del Consejo Pontificio para la Familia, al Capítulo II de la Parte III del documento de orientación del próximo Sínodo de los Obispos sobre la familia, que se celebrará en octubre de 2015:
Estamos enfrentando una civilización que busca cada vez más erosionar el matrimonio y la familia como fundamentos y principios vitales de la vida y del tejido social. El Papa Francisco en diversas ocasiones, a tiempo y a destiempo, ha dicho que “en nuestra época, el matrimonio y la familia están en crisis. Vivimos en una cultura de lo provisional, en la que cada vez más personas renuncian al matrimonio como compromiso público”. Frente a esta durísima situación, la Iglesia está llamada a hacer un esfuerzo inmenso para reorientar el curso de la humanidad y hacer que el matrimonio recobre su significado originario y su belleza.
En este sentido y considerando el estado actual de nuestras familias, se hace urgente la preparación remota al matrimonio que comienza en los primeros años de vida. Evidentemente, el ejemplo y el amor de los padres será la mejor escuela, sin embargo, el ambiente pesa mucho y por ello, la Iglesia es la indicada para fomentar en las escuelas católicas una formación para el matrimonio y la familia. Es decisivo para el futuro que en las instituciones católicas se enseñe a las niñas y jóvenes el valor de la feminidad y el valor de la maternidad, condiciones sine qua non para llegar a formar un matrimonio sano. De igual manera, se hace urgente educar a los varones en su identidad masculina y en el don maravilloso de la paternidad, así como en las virtudes humanas y en una recia vida de piedad.
Evidentemente, estos programas serán más factibles en escuelas diferenciadas, cuya eficacia educativa ha sido altamente demostrada y que la Iglesia debería retomar con mayor convicción.
I. La Catequesis Prematrimonial habría que verla desde distintas perspectivas:
a) Ya hemos indicado que corresponde a los padres de familia sembrar en sus hijos ilusión por formar una familia a la vez que señalarles las exigencias y los compromisos para sacar el matrimonio adelante.
b) Los padres deberían procurar no sobreproteger a los hijos ni solucionarles toda dificultad porque los hacemos frágiles e incapaces de enfrentar la problemática de la vida de casados
c) Estos jóvenes sobreprotegidos se tornan caprichosos, egoístas, inconstantes y se desaniman y desalientan frente a las dificultades que toda vida trae consigo.
d) La vida familiar es la mejor escuela del amor humano porque los hijos de forma práctica ven los retos y desafíos que sus propios padres asumen.
II. La preparación próxima para el Matrimonio mediante cursos o programas prematrimoniales:
a) Las Parroquias deberían contar con equipos de matrimonios bien preparados para el desarrollo de cursos prematrimoniales.
b) El contenido de estos cursos debería abarcar algunos de los temas siguientes:
1. El valor y la trascendencia de la familia en la vida de cada persona.
2. El matrimonio como fundamento de la relación familiar.
3. La estructura del matrimonio, sus elementos, deberes y responsabilidades que se adquieren.
4. El valor y el respeto a la vida desde su concepción hasta su muerte natural.
c) Los cursos son una excelente oportunidad para desvirtuar errores que circulan en el medio, dado que:
* No es lo mismo estar casados que vivir juntos.
* El matrimonio no es una relación antojadiza, comporta el deseo de llevar una vida en común distinta a la que se llevaba y en la que debe haber comunicación y convivencia.
* El matrimonio y la vida de casados no es fácil: no es cuestión de suerte. Sacar adelante la vida de casados requiere un amor inteligente, que piensa, que mide cada acción realizada y sus consecuencias, es un trabajo arduo, complejo que requiere de personalidades recias, luchadoras, generosas y con mucha visión sobrenatural.
Ciertamente, hoy día existen recursos innumerables para implementar cursos prematrimoniales de primer orden. Lamentablemente, las diócesis no insisten lo suficiente para que las parroquias obtengan el material y el personal adecuado para formar a las futuras parejas. Es muy común escuchar a parejas lamentarse de que hay un cierto grado de superficialidad y banalidad en estos cursos.
Por otro lado, hace falta explicar el valor de la Sacramentalidad y el significado de la Gracia que se recibe en el momento del matrimonio, así como exponer el Matrimonio desde una visión trascendente como camino de santidad, oportunidad de mejorar y perfeccionarnos. Reafirmar la importancia de asumir la Educación en la Fe de los hijos desde temprana edad para hacer de nuestros hogares Iglesias domésticas en las que con naturalidad los niños y jóvenes aprendan a tratar a Dios.
III. En relación a la formación de los Presbíteros:
1. Falta impartir en los seminarios programas sobre Orientación Familiar y sobre el conocimiento de los retos y desafíos que enfrentan los esposos en distintas etapas de la vida de casados.
2. Los sacerdotes deben preparase para ser auténticos consejeros matrimoniales, con mucho realismo y conocimiento de las dificultades que van a enfrentar.
3. Deben tener una sólida formación para desvirtuar errores sobre relaciones prematrimoniales, errores sobre erotismo y sexualidad. Errores sobre libre orientación sexual, errores sobre sexo en demanda de preferencias. Tener argumentos sólidos y válidos para saber explicar que no todo es lícito ni válido en el campo de la sexualidad conyugal.
4. La vida de oración debe ser un objetivo en la formación de las parejas dado que muchas llegan alejadas en la práctica de la vida de Fe y hay que llevarles por un plano inclinado en el que comprendan primero los compromisos que van a adquirir y luego se planteen que con la sola fuerza natural y humana muchos de esos retos no se pueden enfrentar porque nos sobrepasan, por lo que la Fe otorga un tercer elemento, una tercera perspectiva y dimensión para enfrentar la problemática personal y familiar.
5. Finalmente, solamente familias sólidas y bien formadas serán capaces de influir en la vida pública para revertir y orientar legislaciones y políticas públicas que fortalezcan el matrimonio y la familia. El tema debe ser prioritario para la Iglesia porque perdida la familia, perdida la fe.
Leonardo Casco y Martha Lorena de Casco, en familiam.org.
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