Muy lejos queda ya el verano; de él sólo resta ese agradable y vago recuerdo de tertulias y conversaciones sin fin, del tiempo pasado con los nuestros, de albores y atardeceres. Lejos están también esos primeros días de septiembre, llenos de grandes propósitos para cambiar nuestra vida. Junto a los más prosaicos –adelgazar, hacer ejercicio, cambiar unas cortinas…–, los de gran calado –llegar a casa más temprano, visitar a los padres periódicamente, hacer que los nuestros se sientan queridos y co...