Entrevista a D. Pablo Blanco, buen conocedor del prof. Ratzinger, para una primera aproximación a los contenidos del nuevo libro Jesús de Nazaret
¿Por qué ha escrito el Papa este libro?
Para invitarnos a conocer la figura de Jesús. En un momento de gran difusión de la literatura esotérica, cuando el conocimiento histórico sobre Jesús parece estar en manos del último escritor oportunista, el papa nos invita a dirigir de nuevo nuestra mirada a Jesús con fe y con inteligencia.
¿Qué aceptación ha tenido en otros países?
Ha sido un best seller, como será en España, sin duda. Está desbancando todos esos códigos crípticos y herméticos, que nos presentaban un Jesús arbitrario y algo sensacionalista, por supuesto sin apenas base histórica.
¿A quien se dirige?
A todos: no solo a teólogos o religiosos, sino a cualquier lector crítico, como ha señalado Ricardo Blázquez.
El Papa ha dicho que se le puede contradecir...
Como no supone un acto de magisterio papal, el Papa ha escrito que «cualquiera podría contradecirme». Pero solicita un mínimo de síntonía, «sin la cual no cabe comprensión alguna».
Como buen alemán, Benedicto XVI valora las virtudes del método histórico-crítico, el cual «es y continúa siendo una dimensión irrenunciable del trabajo exegético». Pero al mismo tiempo, reconoce sus límites, pues «abandona a la palabra en el pasado», al olvidar la actualidad y las aplicaciones que esta tiene siempre al momento presente.
¿En qué autores se basa?
Cita a autores alemanes católicos o protestantes como Harnack o Bultmann, Adam o Guardini, Dodd o Jeremias, Gnilka o Schnackenburg, y a muchos otros; a escritores ortodoxos rusos Soloviev o Evdokimov y fuentes de lo más dispares como un rabino judío el citadísimo Neusner, Confucio, Gandhi e incluso el ya aludido Nietzsche. No faltan por supuesto también autores profundamente cristianos, como los santos Ireneo y Jerónimo, Agustín y Cipriano, Benito y Bernardo, Teresa de Liesieux o de Calcuta.
Todo esto ofrece una lectura mucho más abierta y globalizada del evangelio, podríamos decir.
¿Qué es lo que propone?
Una «nueva relectura» en las que se vea la Biblia como un solo libro, y no se caiga en la dictadura de los especialistas, a veces tan solo pendientes de hacer un estudio meramente arqueológico filológico e histórico de los textos, teniendo en cuenta la tradición viva es decir, cómo se ha vivido antes la fe y la analogía de la fe: es decir, el resto de lo que se cree y se ha creído siempre en la Iglesia.
¿Esto es algo novedoso?
En este sentido habló el Concilio Vaticano II y la moderna «exégesis canónica» estaunidense. Benedicto XVI ha intentado partir del método histórico-crítico en el que están tan versados los exegetas de habla alemana, para llegar al final un poco más allá en la comprensión de las palabras sobre Jesús.
Se trata por tanto de alcanzar una lectura unitaria del texto, y no una fragmentación atomizada en infinitas interpretaciones tantas veces incompatibles entre sí.
¿Propone una sola lectura de la Escritura?
Valen todas las lecturas e interpretaciones que sean fieles y personales al mismo tiempo. Es decir, es válida una lectura plural, que esté en diálogode modo continuo con todas las demás interpretaciones verdaderas.
Por eso señala Benedicto XVI que la lectura de la Escritura ha de ser en la comunidad viva de la Iglesia: son estos Escritura e Iglesia los dos pilares concéntricos en los que se apoya toda comprensión verdadera sobre la figura de Jesús.
Ha escrito: «El pueblo de Dios la Iglesia es el sujeto vivo de la Escritura; en este las palabras de la Biblia son siempre presencia». Y la Iglesia es el ámbito hermenéutico donde se puede leer y comprender la Escritura del mejor modo posible. En ella se escucha mejor la palabra de Dios. Sin embargo, queda todavía pendiente la pregunta: ¿cuál será el íntimo núcleo interpretativo que hace una interpretación verdadera?
Con la audacia teológica que le caracteriza, Joseph Ratzinger presenta una versión personal de Jesús, que intenta superar la fragmentación y la subjetivización en las visiones que tan solo ofrecían «fotografías de los autores y de sus ideas».
En diálogo también con muchos otros autores, intenta demostrar que «a partir del hombre Jesús se hacía visible a Dios, y a partir de Dios se podía ver la imagen de un auténtico hombre». Por eso el biblista Carlo Maria Martini ha hablado de las «dos dimensiones» de Cristo a las que se refiere el Papa.
¿Cómo presenta a Cristo?
Como verdadero Dios y verdadero hombre. «Es el punto de apoyo en que se basa mi libro», declara Benedicto XVI. De hecho, acaba significativamente con la confesión de Pedro: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo» (Mt 16,16).
Para esto se apoya tanto en la fe como en los logros y descubrimientos de la historia y la filología. Ha intentado trazar «una figura sensata y convincente» de Jesús, es decir, «presentar al Jesús de los evangelios como el Jesús real, como el "Jesús histórico" en sentido verdadero». En este Jesús humano e histórico resplandece la divinidad de Cristo, tal como ocurrió en la Transfiguración en el monte Tabor.
Sobre esta escena escribe el pontífice: «en su ser uno con el Padre, Jesús mismo es Luz de Luz. [ ] Jesús resplandece por sí mismo: no recibe sin más la luz, sino que él mismo es Luz de Luz».
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