La inocencia ácida del protagonista, un niño que ve más que un niño, llega al núcleo de la forma adulta de entender el mundo… " target="_blank">Pequeño (Edu Glez., 2013), nos presenta a un niño que no quiere hacerse mayor porque ello implica complicarse la vida, trabajar sin descanso y estar todo el año ocupado y malhumorado para obtener como recompensa “quince tristes días en agosto”, con el objetivo de irse de vacaciones y olvidarse de todo. Ser mayor, interpreta este pequeño, consiste en entrar en esa rueda sin fin por conseguir un puñado de días de vacaciones.
Desde el punto de vista del protagonista, ser mayor es complicado. Observa que los mayores tienen caras tristes y no saben disfrutar de la vida. No son felices porque cifran su felicidad en tener cosas, en conseguir dinero para poder conducir un buen coche o hacerse un par de operaciones estéticas. El objetivo de los mayores es conseguir dinero. ¿Para qué? Para obtener 15 días de vacaciones en los que no puedes perder ni un segundo porque tienes que disfrutarlas a tope, para, después, volver a trabajar con el fin de volver a conseguir al año siguiente otros quince días. El niño no entiende la lógica de las personas maduras y concluye: “Pensándolo bien, yo no quiero crecer, ni siquiera quiero ser mayor”.
La inocencia ácida del protagonista, un niño que ve más que un niño, llega al núcleo de la forma adulta de entender el mundo y arma una crítica irónica de esas formas de vida pendientes de las cosas superfluas, de nuestra cortedad de miras, de los valores que conjugamos siguiendo el modelo del verbo tener.
Como ejemplo de la forma adulta de valoración tenemos el ranking anual de las cien celebridades que publica Forbes. La lista está encabezada por Beyoncé, a la que siguen LeBron James, Dr. Dre, Oprah Winfrey, Ellen DeGeneres, Jay Z, Floyd Mayweather, Rihanna, Katy Perry y Robert Downes Jr., por nombrar sólo a los diez primeros.
El criterio para establecer qué sea en nuestro tiempo una celebridad se basa en dos pilares: el dinero y la fama. Según estos parámetros, podríamos definir una persona célebre como aquella que se dedica al mundo del espectáculo, del deporte o de la moda y que gana mucho, mucho dinero. Por supuesto, ha de ser famosa, lo cual se mide contando las veces que esa persona ha sido mencionada en la prensa, la televisión y la radio, la presencia en las plataformas sociales y el impacto que tiene en la industria del entretenimiento y la “cultura” en general. Según Forbes, se ponen todos estos datos en un algoritmo y así se obtiene la lista.
La jerarquía de valores que manejamos nos lleva, como denuncia el pequeño protagonista del corto, al absurdo de trabajar todo el año para conseguir otros 15 días en agosto, en los que creemos que seremos felices.
Ese anhelo de una felicidad ocasional (y ocasionada por unos días de vacaciones), que contagiamos a nuestros hijos, resulta demasiado mezquino. Debemos aspirar a mucho más, a una felicidad cotidiana, pero para ello hemos de vivir el resto del año no como si fuera “el resto del año”, sino como el conjunto de los días que llenan nuestra vida, y hacer que los de las vacaciones sean “otros 15 días en agosto”.