Francisco sabe que también habla directamente a los profesionales de la comunicación
En la presentación del Mensaje del Papa para la 48ª Jornada de las Comunicaciones Sociales hay una búsqueda de la comunicación pública como posible lugar pacífico de encuentro entre personas y culturas
Traer a colación a Papa Francisco puede parecer −entre medios y profesionales de la comunicación− un modo de cobijarse tras su figura para apoyar los propios ideales, cuando no los propios prejuicios.
Se ha hecho ya de modo repetido y quizá cansino por parte de medios y personas de todo pelaje, y probablemente se seguirá haciendo.
Cuando en un caso como este Francisco −dirigiéndose a todo el mundo− sabe que también habla directamente a los profesionales de la comunicación, queda claro que sabe de qué habla: pone el dedo en muchas llagas y patologías de la comunicación, y alumbra horizontes concretos de esperanza y de trabajo esforzado.
Y por esto no estaría de más dejar de mirar para otro lado, e intentar pone por obra algunas de las cosas que dice.
Algunas frases de algunos párrafos de este mensaje
Hoy vivimos en un mundo que se va haciendo cada vez más “pequeño”; por lo tanto, parece que debería ser más fácil estar cerca los unos de los otros. El desarrollo de los transportes y de las tecnologías de la comunicación nos acerca, conectándonos mejor, y la globalización nos hace interdependientes. Sin embargo, en la humanidad aún quedan divisiones, a veces muy marcadas. (...)
En este mundo, los medios de comunicación pueden ayudar a que nos sintamos más cercanos los unos de los otros (...) Necesitamos resolver las diferencias mediante formas de diálogo que nos permitan crecer en la comprensión y el respeto. La cultura del encuentro requiere que estemos dispuestos no sólo a dar, sino también a recibir de los otros.
Sin embargo, también existen aspectos problemáticos: la velocidad con la que se suceden las informaciones supera nuestra capacidad de reflexión y de juicio, y no permite una expresión mesurada y correcta de uno mismo. La variedad de las opiniones expresadas puede ser percibida como una riqueza, pero también es posible encerrarse en una esfera hecha de informaciones que sólo correspondan a nuestras expectativas e ideas, o incluso a determinados intereses políticos y económicos. El mundo de la comunicación puede ayudarnos a crecer o, por el contrario, a desorientarnos. (...)
Estos límites son reales, pero no justifican un rechazo de los medios de comunicación social; más bien nos recuerdan que la comunicación es, en definitiva, una conquista más humana que tecnológica. Entonces, ¿qué es lo que nos ayuda a crecer en humanidad y en comprensión recíproca en el mundo digital? Por ejemplo, tenemos que recuperar un cierto sentido de lentitud y de calma. Esto requiere tiempo y capacidad de guardar silencio para escuchar. (...)