El Santo Padre recuerda que “una Iglesia que se cierra en sí misma traiciona su propia identidad”
ABC
Francisco se dirigió a los fieles para decirles que «todos nosotros, si queremos ser apóstoles, debemos preguntarnos: yo ¿rezo primero y después anuncio el Evangelio?»
Las audiencias generales del Papa Francisco, que baten continuamente nuevos records de convocatoria desbordando la plaza de San Pedro, son cada vez más intensas, con momentos de oración y de examen sobre la propia vida personal. Igual que en sus breves homilías de cada mañana, el Papa interpela a cada uno sobre la propia conducta y las actitudes del corazón.
Ante más de ochenta mil peregrinos, el Santo Padre aclaró que la tarea prioritaria de los Apóstoles, no era evangelizar «sino rezar primero, y después anunciar el Evangelio». Al margen del texto escrito, el Papa recordó que «en los primeros tiempos de la Iglesia hubo un problema. Los Apóstoles estaban tan ocupados con tantas cosas que no daban abasto… Y crearon los diáconos, para poder tener tiempo para rezar y anunciar la palabra de Dios».
Tras una breve referencia a sus sucesores «los obispos, también el Papa es un obispo», Francisco se dirigió a los fieles para decirles que «todos nosotros, si queremos ser apóstoles, debemos preguntarnos: yo ¿rezo primero y después anuncio el Evangelio?».
Junto con la oración personal, el Papa subrayó la importancia del ejemplo de cada uno, «pues Cristo nos envía a todos a salir al encuentro de los demás. ¡Nos pide que nos movamos para llevar la alegría del Evangelio! Y por eso tenemos que preguntarnos: ¿Somos misioneros con nuestra palabra pero, sobre todo, con nuestra vida cristiana?».
El Papa insistió vigorosamente en la apertura continua hacia los demás repitiendo que «una Iglesia que se cierra en sí misma traiciona su propia identidad. ¡Redescubramos la belleza y la responsabilidad de ser una Iglesia apostólica!».
Igual que el mandato original sigue vivo, quien lo otorgó sigue presente: «Jesús es el fundamento de la Iglesia. ¿Entendido? ¡Jesucristo está aquí, hoy, entre nosotros!». Los peregrinos lo confirmaron con un gran aplauso, como hacen con cada desafío y cada llamada a la responsabilidad personal.
La audiencia del miércoles no solo refleja esa sintonía sino también la Iglesia que quiere Francisco: una Iglesia de los fieles más que de las estructuras, abierta a los demás y visiblemente apostólica, en la que cada cristiano se siente misionero pero no da prioridad a las palabras sino a la oración y el ejemplo personal.