Los fieles pedían espontáneamente que fuera declarado santo inmediatamente, “santo súbito”
Los fieles pedían espontáneamente que Juan Pablo II fuera declarado santo inmediatamente, “santo súbito”
George Weigel reflexiona en Time sobre lo que enseña la canonización de Juan Pablo II. Para su biógrafo, el proceso es un ejemplo de seriedad y profesionalidad. La única concesión hecha a la demanda popular de un proceso rápido, fue no esperar los cinco años previstos después de la muerte en 2005 para empezar el proceso.
Pero todo lo demás se ha hecho con todas las garantías y la seriedad acostumbradas: los más de 120 testigos que aportaron su testimonio formal, el volumen de información recopilada acerca de las virtudes del papa, la certificación médica de los dos milagros necesarios, etc.
Por otra parte, el que se apresurase la apertura de la causa muestra también una característica típicamente católica: la sensibilidad de la Jerarquía hacia la intuición popular sobre la santidad de una persona (a las pocas horas de morir, y más tarde en el funeral, los fieles pedían espontáneamente que Juan Pablo II fuera declarado santo inmediatamente, “santo súbito”).
La figura de Juan Pablo II, opina Weigel, se convertirá con su canonización en un ejemplo de santidad para los católicos, pero también para todo aquel que encuentre en la biografía de Wojtyla las virtudes propias de una vida buena. Solo aquellos que no querían ver de ninguna forma a Juan Pablo II canonizado se quejan de la rapidez del proceso.