Padecemos una ceguera ética que nos impide ver qué valores hemos de preservar y qué riesgos de ningún modo debemos correr
El transhumanismo es uno de los grandes temas de nuestra época, pues en esta ideología confluyen ideas (muy preocupantes) de fondo sobre la naturaleza humana, el uso de las nuevas tecnologías, intereses económicos de envergadura planetaria, dilemas éticos de gran calado e, incluso, riesgos para los sistemas modernos de libertades y las democracias. Ya he recensionado en este blog varios libros que analizan este tema y ahora quiero hacerme eco de una nueva obra que puede ser de interés para todos los que quieran conocer el pensamiento y las propuestas concretas de los pensadores transhumanistas más relevantes.
Se trata de un libro cuyo editor y coordinador es el profesor Juan Arana y que lleva por título El futuro de la identidad humana a debate. Protagonistas de la polémica sobre el transhumanismo (Ed. Tecnos, 2024, 316 págs.). En esta obra, 17 autores de primera fila analizan en capítulos de unas diez páginas cada uno el pensamiento de 18 autores que están influyendo en gran medida en cómo se piensa hoy en el mundo, en qué líneas de investigación se centran las grandes tecnológicas y qué se nos propone a todos que apoyemos con nuestra opinión. Se trata de 18 autores que desde sus respectivas especialidades proponen ideales de futuro para la humanidad y tienen en común una apuesta por la transformación de la condición humana sin más límites que los que la tecnociencia imponga. “Cambio sin límites es lo que prometen y exigen los transhumanismos, en principio para bien, aunque la única garantía de que así sea es el optimismo de sus partidarios” (pág. 25,) como escribe Juan Arana en el estudio introductorio al libro que ocupa las págs. 17 a 66.
Como explica Juan Arana en la introducción (pág. 22) el reto que nos plantea el transhumanismo es el de “elegir entre los diversos modelos de desarrollo disponibles. Para bien o para mal, nuestra suerte está inexorablemente encadenada a la técnica (…) pero no basta con dominar todos los aspectos tecnocientíficos de los desarrollos que afrontamos si padecemos una ceguera ética que nos impida ver qué valores hemos de preservar y qué riesgos de ningún modo debemos correr”. La lectura de este libro puede ayudar a conocer y valorar tales riesgos y valores.
Uno de los aciertos del editor es que en esta obra se nos ofrece una presentación del pensamiento de los autores que son referencia habitual del transhumanismo (Nick Bostrom, De Grey, Harari, Kurzweil, Minsky, David Pearce, Savulescu… entre otros), pero también de algunos de los que -sin ubicarse en estricta perspectiva transhumanista, por han haber vivido antes de que este tema se plantease expresamente- han formulado sistemas de pensamiento que han generado el caldo de cultivo en que la nueva ideología ha surgido, como Isaac Asimov, Julian Huxley, E. O. Wilson o el primer Putnam, entre otros. También se dedican varios capítulos del libro a estudiar el pensamiento de autores críticos con las propuestas transhumanistas como Fukuyama, Putnam en la última fase de su pensamiento o Sandel. Esta combinación de autores de la última hora con algunos de sus predecesores y de sus críticos, ayuda al lector a ubicar el pensamiento transhumanista con mayor profundidad y con perspectiva histórica.
Gracias a esta obra he conocido el pensamiento de algún autor hasta ahora ignorado por mí y que me ha parecido muy interesante como el alemán Stefan Lorenz Sorgner que analiza el profesor Soler Gil (págs. 287 y ss.); y cuyo pensamiento me parece relevante porque, para presentar como admisibles las propuestas transhumanistas en un país cuya memoria histórica sigue marcada por la eugenesia nazi, pone de manifiesto la conexión lógica entre el transhumanismo y las tendencias actuales de superación del humanismo tradicional en la filosofía occidental. Sorgner logra así, en mi opinión, lo contrario de lo que pretende: encender nuestras alarmas. En el mismo sentido, es muy ilustrativo el estudio del pensamiento de Ortega sobre la técnica y de los avisos sobre la deshumanización que la tecnología posibilita hechos por Aldous Huxley y Orwel en sus conocidas distopías, estudio al que dedica José Luis González Quirós el capítulo final del libro (págs. 297 y ss; capítulo en el que hay, por cierto, unas extrañas referencias a Graham Greene que deben ser un error).
El origen de esta obra está en seminarios organizados por el Centro Internacional de Neurociencia y Ética de la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, a la que es de justicia que agradezca sus buenas iniciativas de investigación en esta materia.