Se trataría de una serie técnicamente buena, que no constituye una investigación objetiva, busca influir en la percepción pública de manera unidireccional, presenta como patrones lo que pueden ser excepciones singulares, se alinea con la agenda anticatólica actual
La Iglesia sufre de mala prensa y de ataques sistemáticos desde su mismo origen. La elección clave que ofrece Pilatos entre Jesús y Barrabás es toda una evidencia de lo que ha de venir, anunciada de manera reiterada por el propio Jesús como nos lo muestra Mateo 5:10-12 (Bienaventuranzas), 10:16-18; 10:21-22; 24:9. Marcos 13:9-13. Lucas 6:22-23; 21:12-19 y Juan 16:2 y 15:18-20: «Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece. Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán».
Este aborrecimiento tiene manifestaciones de muy diversa naturaleza, desde la liquidación pura y simple, la represión y el encarcelamiento al desprestigio y difamación, que viene de muy lejos; los cristianos en la Roma pagana comían carne humana y sacrificaban a los niños.
La maledicencia y la infamación son los métodos propios de las sociedades liberal-democráticas de nuestro tiempo. Los últimos escándalos, animados por medios de comunicación de referencia, incluso asumidos llamativamente por una parte de la propia Iglesia, prisionera del síndrome de Estocolmo, muestran ejemplos extremos, como la falsedad de las tumbas de niños indígenas del Canadá que nunca existieron, o en España, focalizar el abuso sexual infantil en la Iglesia por parte del propio Congreso de los Diputados con el beneplácito del Defensor del Pueblo (es decir, del Gobierno), cuando es evidente por los datos que su papel es absolutamente marginal. Todo esto, forma parte de la misma cuestión.
En periodos históricos determinados ese aborrecimiento extremo tiende a concentrarse en una parte específica de la Iglesia. Fue el caso de los jesuitas, en el ojo del huracán, perseguidos, expulsados difamados; incluso disueltos durante un tiempo desde el siglo XVIII (expulsiones en Portugal, Francia España, Nápoles y los Estados Pontificios) hasta que el Papa Clemente XIV, presionado por aquellas monarquías absolutas, emitió la bula Dominus ac Redemptor suprimiendo la orden a nivel global. Eran demasiado fuertes y decididos para el poder mundano. Posteriormente, en 1814, el Papa Pío VII restauró la orden jesuita ante la necesidad de recuperar influencia católica después de la Revolución Francesa y las guerras napoleónicas.
En la segunda mitad del siglo XX, y sobre todo en este siglo, otra institución eclesial ha ocupado su lugar como chivo expiatorio: el Opus Dei.
Se han escrito libros para intentar destruír su prestigio. El último, “Opus" de Gareth Gore, mereció una réplica detallada y completa en Datos y aclaraciones sobre el libro Opus de Gareth Gore.
El cine ha participado de la tarea con “Camino" (2008), dirigida por Javier Fesser, que presenta distorsionada, la historia de una niña, Alexia González-Barros, aquejada de una enfermedad terminal y que está en proceso de beatificación después de ser proclamada venerable por la Iglesia.
En este contexto es necesario referir la última aportación 'El minuto heroico: Yo también dejé el Opus Dei', una serie documental disponible, que presenta los testimonios de trece mujeres que relatan abusos psicológicos, laborales y espirituales sufridos dentro del Opus Dei. Su directora y la productora son bien conocidos; Mònica Terribas y Mediapro controlada en un 80% de su capital por el grupo chino Southwind Media.
La distorsión es tan evidente que al pedirle una crítica de la serie a Chat GPT-4.0 dio una respuesta, que en sus términos literales puede encontrar aquí, y que se resume en los términos siguientes, formulados por una IA, cuyo sesgo no puede decirse que sea favorable a visiones conservadoras:
Se trataría de una serie técnicamente buena, que no constituye una investigación objetiva, busca influir en la percepción pública de manera unidireccional, presenta como patrones lo que pueden ser excepciones singulares, se alinea con la agenda anticatólica actual, no incluye otro tipo de punto de vista favorable o al menos de un cierto contraste y por ello es un producto audiovisual deliberadamente sesgado. No es poco viniendo de una IA basada en modelos de lenguaje avanzados, GPT (Generative Pre-trained Transformer), que obviamente no solo carece de conciencia, sino que tampoco tiene opiniones propias, pero puede analizar información, conectar ideas y generar respuestas fundamentadas, según su propia definición.
En definitiva, el «Minuto heroico» de Terribas es un producto ideológico que tiene como fin el desprestigio de una institución católica. Por demás, Terribas cae en el error profesional de la soberbia, confundiendo la información periodística con ser juez. «Nuestra obligación —sostiene— es pedir responsabilidades a quien tiene capacidad para cambiar las cosas, y es la Prelatura del Opus Dei». Cuando un periodista presenta unos hechos, no puede cruzar la barrera de convertirse en juez y dictar sentencia, puesto que entonces toda su labor queda cuestionada porque denota lo que Chat GPT-4.0 ha detectado: que está dirigida a un fin, que no era el de exponer unos hechos, sino conseguir una acusación.
De eso trata Mònica Terribas y MediaPro en su pretendido minuto heroico.