Desde Cicerón a Edmund Burke, los verdaderos estadistas admirables fueron sabios filósofos y políticos prácticos
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"La única cosa necesaria para el triunfo del mal es que los hombres buenos no hagan nada"
Desde Cicerón a Edmund Burke, los verdaderos estadistas admirables fueron sabios filósofos y políticos prácticos, sostiene Mary Ann Glendon.
Glendon, Presidente de la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales y ex embajadora de los Estados Unidos en la Santa Sede, habló del tema de la política como vocación, poniendo como ejemplo a estas dos figuras históricas, durante una conferencia realizada la semana pasado en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma.
La ex embajadora explicó cómo la lucha para mantener los propios principios morales frente al compromiso político ya fue experimentada tanto por el senador romano Marco Tulio Cicerón como por el parlamentario británico de siglo XVIII Edmund Burke.
Aunque si Cicerón y Burke tuvieron que hacer frente a una gran oposición a causa de su rechazo a comprometer sus principios, lo que llevó al brutal asesinato de Cicerón por orden de Marco Antonio, hoy son alabados por esta cualidad, además de por su práctica eficaz como estadistas.
Sobre los políticos de hoy, Glendon afirmó: «Aquello en lo que debemos esperar es que los estadistas y otros que toman decisiones tengan una sabiduría práctica, pero que estén bien asentados en la teoría, y luego no hace daño arrodillarse y decir una oración».
Si la oración es fundamental para llevar a cabo la propia vocación en la vida política, una oración en particular puede ayudar a los políticos a reflexionar sobre el significado de la vocación. La profesora Glendon citó para este propósito la del beato cardenal John Henry Newman, en la que habla de forma elocuente del servicio y del bien que todos podemos hacer siguiendo la voluntad de Dios.
Es responsabilidad de cada uno, destacó, construir una situación de vida y de amor, porque si fallamos en el cumplimiento de este deber, estamos favoreciendo la otra parte. Como a menudo se dice que Edmund Burke afirmó, «la única cosa necesaria para el triunfo del mal es que los hombres buenos no hagan nada».
De lo que estamos seguros, escribió Burke en Thoughts on the Cause of the Present Discontents (1770), es de que «cuando los hombres malvados se unen, los buenos se deben asociar; de otra manera caerán, uno a uno, en un sacrificio imperdonable en una despreciable lucha».
Para esta conferencia, Glendon, que es Learned Hand Professor of Law en la Harvard Law School, se basó en su libro The Forum and the Tower: How Scholars and Politicians Have Imagined the World, from Plato to Eleanor Roosevelt, que será publicado próximamente.
Entre sus textos precedentes, aparecen varias obras sobre política como vocación, a destacar A World Made New: Eleanor Roosevelt and the Declaration of Human Rights.