Hoy ha comenzado el Papa un nuevo ciclo de catequesis en el que ha reflexionado sobre el tema del discernimiento, tras finalizar sus catequesis sobre la vejez durante los últimos meses
Catequesis del Santo Padre en español
¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
Hoy comenzamos un nuevo ciclo de catequesis: hemos terminado la catequesis sobre la vejez, ahora iniciamos un nuevo clico sobre el tema del discernimiento. El discernimiento es un acto importante que concierne a todos, porque las elecciones son una parte esencial de la vida. Discernir las decisiones. Uno elige la comida, la ropa, un curso de estudio, un trabajo, una relación. En todos ellos se realiza un proyecto de vida, y también se concreta nuestra relación con Dios.
En el Evangelio, Jesús habla del discernimiento con imágenes tomadas de la vida ordinaria; por ejemplo, describe al pescador que selecciona los peces buenos y descarta los malos; o al mercader que sabe identificar, entre muchas perlas, la de mayor valor. O el que, arando un campo, encuentra algo que resulta ser un tesoro (cfr. Mt 13,44-48).
A la luz de estos ejemplos, el discernimiento se presenta como un ejercicio de inteligencia, y también de habilidad y también de voluntad, para aprovechar el momento favorable: son condiciones para hacer una buena elección. Es necesario inteligencia, habilidad y también voluntad para hacer una buena elección. Y también hay un coste necesario para que el discernimiento sea operativo. Para desempeñar su oficio lo mejor posible, el pescador tiene en cuenta la fatiga, las largas noches en el mar y el descarte de una parte de las capturas, aceptando una pérdida de ganancias por el bien de los destinatarios. El comerciante de perlas no duda en gastar todo para comprar esa perla; y lo mismo hace el hombre que ha tropezado con un tesoro. Situaciones inesperadas e imprevistas en las que es imprescindible reconocer la importancia y la urgencia de una decisión que hay que tomar. Cada uno debe tomar sus decisiones; no hay nadie que las tome por nosotros. En un momento determinado los adultos, libres, pueden pedir consejo, pensar, pero la decisión es propia; no se puede decir: “He perdido esto, porque lo ha decidido mi marido, mi mujer, mi hermano”: ¡no! Tienes que decidir tú, todo el mundo tiene que decidir, y por eso es importante saber discernir: para decidir bien, hay que saber discernir.
El Evangelio sugiere otro aspecto importante del discernimiento: implica los afectos. El que ha encontrado el tesoro no siente ninguna dificultad en venderlo todo, tan grande es su alegría (cfr. Mt 13,44). El término utilizado por el evangelista Mateo indica una alegría muy especial, que ninguna realidad humana puede dar; y de hecho vuelve a aparecer en muy pocos pasajes del Evangelio, todos referidos al encuentro con Dios. Es la alegría de los Magos cuando, tras un largo y penoso viaje, vuelven a ver la estrella (cfr. Mt 2,10); es la alegría de las mujeres que regresan del sepulcro vacío tras escuchar el anuncio de la resurrección por parte del ángel (cfr. Mt 28,8). Es la alegría de los que han encontrado al Señor. Tomar una buena decisión, una decisión correcta, siempre te lleva a esa alegría final; quizás en el camino haya que sufrir un poco de incertidumbre, pensar, buscar, pero al final la decisión correcta te beneficia con la alegría.
En el Juicio Final, Dios obrará el discernimiento —el gran discernimiento— sobre nosotros. Las imágenes del agricultor, el pescador y el mercader son ejemplos de lo que ocurre en el Reino de los Cielos, un Reino que se manifiesta en las acciones ordinarias de la vida, que nos exigen tomar posición. Por eso es tan importante saber discernir: las grandes decisiones pueden surgir de circunstancias que a primera vista parecen secundarias, pero que resultan ser decisivas. Por ejemplo, pensemos en el primer encuentro de Andrés y Juan con Jesús, un encuentro que nace de una simple pregunta: “Rabí, ¿dónde vives?” —“Venid y veréis” (cfr. Jn 1,38-39), dice Jesús. Un intercambio muy breve, pero es el comienzo de un cambio que, paso a paso, marcará toda una vida. Años después, el evangelista seguirá recordando aquel encuentro que le cambió para siempre, incluso recordará la hora: “Eran como las cuatro de la tarde” (v. 39). Es la hora en que el tiempo y lo eterno se encontraron en su vida. Y en una decisión buena, correcta, se encuentra la voluntad de Dios con nuestra voluntad; se encuentra el camino presente con el eterno. Tomar una decisión correcta, después de un camino de discernimiento, es hacer ese encuentro: el tiempo con lo eterno.
Por tanto: el conocimiento, la experiencia, el afecto, la voluntad: son algunos elementos indispensables del discernimiento. A lo largo de estas catequesis veremos otras, igualmente importantes.
El discernimiento —como he dicho— implica un esfuerzo. Según la Biblia, no encontramos ante nosotros, ya empaquetada, la vida que hemos de vivir: ¡No! Tenemos que decidirlo todo el tiempo, según las realidades que se presenten. Dios nos invita a evaluar y elegir: nos ha creado libres y quiere que ejerzamos nuestra libertad. Por eso, discernir es arduo.
A menudo hemos tenido esta experiencia: elegir algo que nos parecía bueno y en cambio no lo era. O saber cuál era nuestro verdadero bien y no elegirlo. El hombre, a diferencia de los animales, puede equivocarse, puede no querer elegir correctamente. La Biblia lo demuestra desde sus primeras páginas. Dios da al hombre una instrucción precisa: si quieres vivir, si quieres disfrutar de la vida, recuerda que eres una criatura, que no eres el criterio del bien y del mal, y que las elecciones que hagas tendrán una consecuencia, para ti, para los demás y para el mundo (cfr. Gn 2,16-17); puedes hacer de la tierra un magnífico jardín o puedes convertirla en un desierto de muerte. Una enseñanza fundamental: no es casualidad que sea el primer diálogo entre Dios y el hombre. El diálogo es: el Señor da la misión, tú debes hacer esto y esto; y el hombre a cada paso que da debe discernir qué decisión tomar. El discernimiento es esa reflexión de la mente, del corazón que debemos hacer antes de tomar una decisión.
El discernimiento es agotador pero indispensable para vivir. Requiere que me conozca a mí mismo, que sepa lo que es bueno para mí aquí y ahora. Sobre todo, requiere una relación filial con Dios. Dios es Padre y no nos deja solos, siempre está dispuesto a aconsejarnos, a animarnos, a acogernos. Pero nunca impone su voluntad. ¿Por qué? Porque quiere ser amado y no temido. Y Dios también quiere que seamos hijos y no esclavos: hijos libres. Y el amor sólo puede vivirse en libertad. Para aprender a vivir hay que aprender a amar, y para eso es necesario discernir: ¿Qué puedo hacer ahora, ante esta alternativa? Que sea un signo de más amor, de más madurez en el amor. ¡Pidamos, que el Espíritu Santo nos guíe! Invoquémosle cada día, especialmente cuando tengamos que tomar decisiones. Gracias.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua francesa presentes en esta audiencia, en particular a los fieles siro-católicos de la Misión de la Sagrada Familia de Lyon. El discernimiento es difícil pero indispensable para vivir. Requiere conocernos, saber qué es bueno para nosotros, aquí y ahora. Sobre todo, requiere un trato filial con Dios. Porque quiere ser amado y no temido, Dios nunca impone su voluntad. Es Padre y no nos deja solos; siempre está lista para aconsejarnos, animarnos, acogernos. Que el Espíritu Santo guíe nuestras decisiones diarias. ¡El Señor os bendiga!
Saludo a los peregrinos de lengua inglesa presentes en la audiencia de hoy, especialmente a los provenientes de Malta, Nigeria y Estados Unidos de América. Sobre todos vosotros y sobre vuestras familias invoco los dones de sabiduría, de alegría y de paz otorgados por el Espíritu Santo. ¡Dios os bendiga!
Saludo de corazón a los peregrinos de lengua alemana. Pidamos hoy día el don del Espíritu Santo, para que nos ayude a orientar todas nuestras pequeñas y grandes decisiones según la voluntad de Dios. De ese modo encontraremos la verdadera libertad y la plenitud de vida. A todos mi bendición.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Hay tantos mexicanos aquí; uruguayos, colombianos, salteños, argentinos. Quiero expresar mi cercanía de modo especial a todos los que el día de ayer celebraron a Santa Rosa de Lima como su patrona, particularmente a los enfermeros y enfermeras del Perú. Pidamos al Señor que nos dé la gracia de saber discernir con libertad y amor, en los acontecimientos de la vida diaria. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.
Saludo cordialmente a los fieles de lengua portuguesa, en particular a la tripulación de la Nave Escuela “Brasil”. Hermanos y hermanas, no dejéis de pedir la ayuda del Espíritu Santo en toda elección que debáis hacer. Él es guía seguro para un buen discernimiento. ¡Dios os bendiga!
Saludo a los fieles de lengua árabe. Dios es Padre y no nos deja solos, siempre está dispuesto a aconsejarnos, animarnos, acogernos, y nunca impone su querer, porque quiere ser amado y no temido. Por eso nos invita a valorar y a elegir, porque nos ha creado libres y quiere que ejercitemos nuestra libertad. ¡El Señor os bendiga a todos y os proteja siempre de todo mal!
Saludo cordialmente a todos los polacos. Mañana recordaréis el aniversario del estallido de la Segunda Guerra Mundial, que tan dolorosamente marcó a la nación polaca. Que el recuerdo de las experiencias pasadas os impulse a cultivar la paz en vosotros mismos, en las familias, en la vida social e internacional. María os sostenga en vuestra elección diaria de bondad, justicia y solidaridad con los necesitados, generando esperanza, alegría y libertad interior en vuestros corazones. Os bendigo de corazón.
Doy una cordial bienvenida a los peregrinos de lengua italiana. En concreto, saludo a los numerosos grupos de Confirmación, entre ellos el de la diócesis de Chiavari. Queridos chicos, sólo Cristo tiene palabras de vida eterna. Espero que lo sigáis siempre con entusiasmo y deis testimonio con alegría del Evangelio cada día de vuestra vida, sostenidos por la fuerza del Espíritu Santo. Saludo con afecto a los fieles de Rieti y Amatrice. Vuestra presencia evoca en mi mente el terremoto del 24 de agosto de hace 6 años que azotó Amatrice, Accumoli y Arquata del Tronto. Al recordar a los difuntos en la oración, renuevo una sentida cercanía a los familiares. Espero que continúe la ayuda de las instituciones y de las personas de buena voluntad, para que la vida pueda renacer en estos territorios.
Mi pensamiento va finalmente, como de costumbre, a los ancianos, enfermos, jóvenes y recién casados. Invito a todos a encontrar cada día coraje y esperanza en Dios para vivir en plenitud la respectiva vocación. ¡De corazón os bendigo!
Sigo con preocupación los acontecimientos violentos que han tenido lugar en Bagdad en los últimos días. Pidamos a Dios en la oración que dé paz al pueblo iraquí. El año pasado tuve la alegría de visitarlo, y sentí de cerca el gran deseo de normalidad y convivencia pacífica entre las diversas comunidades religiosas que lo componen. El diálogo y la fraternidad son el principal camino para afrontar las dificultades actuales y alcanzar esa meta.
Mañana celebraremos la Jornada Mundial de Oración por la Creación, y el inicio del Tiempo de la Creación, que finalizará el 4 de octubre, fiesta de San Francisco de Asís. Que el tema de este año, “Escucha la voz de la creación”, fomente en todos un esfuerzo concreto para cuidar nuestra casa común. A merced de nuestros excesos consumistas, la hermana madre tierra gime y nos ruega que detengamos nuestros abusos y su destrucción. Durante este Tiempo de la Creación, recemos para que las cumbres COP27 y COP15 de la ONU puedan unir a la familia humana para hacer frente resueltamente a la doble crisis del clima y de la disminución de la biodiversidad.
Fuente: vatican.va / romereports.com
Traducción de Luis Montoya
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