El ser humano es un fin en sí mismo, independientemente de otras consideraciones
¿Qué es la dignidad?, esta es la gran pregunta. Una palabra que está en todas las Declaraciones Universales de las Constituciones Democráticos y que raramente se define. Y embargo tanto en la Declaración sobre los Derechos del Hombre como en nuestra Constitución se reconoce que todo ser humano está dotado de una dignidad inherente. Merece la pena pensar qué significa dignidad inherente.
Significar reconocer que todo ser humano más allá de sus capacidades, características, más allá de su edad, mas allá de su enfermedad o de su salud, debe ser respetado por el mero hecho de ser persona. Eso es lo que llamamos dignidad inherente; no por lo que ha hecho, lo que deja de hacer, los títulos que tiene, el dinero que tiene, la inteligencia que tiene, sino por el mero hecho de ser persona tiene que ser respetado, apreciado, cuidado protegido, preservado.
Esto es lo que llamamos dignidad inherente. En un lenguaje más filosófico es dignidad intrínseca o dignidad ontológica, y que ningún ser humano pierde, aunque no siempre es consciente de ella. Un niño recién nacido tiene esta dignidad, sin embargo, todavía no es consciente de este valor que tiene como ser humano. Y una persona que sufre una demencia senil, una enfermedad tan grave como el Alzheimer tiene esta dignidad, pero ella no es consciente ya del valor que tiene.
También lo podemos decir de otra manera; decir que un ser humano es digno, significa reconocer que es sujeto de derechos, que no es un objeto, que no es una cosa, que no es una mercancía, que no es un bien útil como puede ser un coche, una moto o como puede ser un ordenador, sino que es un sujeto de derechos; y que –por tanto- se le tienen que reconocer y respetar esos derechos a lo largo de toda su vida desde su nacimiento hasta su muerte natural.
Eso es reconocer la dignidad en un ser humano o -para decirlo finamente de otro modo más moderno- significa entenderlo como un fin en sí mismo. La expresión que tiene un origen muy en la filosofía de Immanuel Kant. Decir que un ser humano es digno significar que hay que tratarle como un fin en sí mismo y no como un instrumento, como una cosa para conseguir otros fines. Significa que la ciencia, la tecnología, las instituciones, los sistemas políticos están al servicio de la persona y no al revés. Cuando se produce el giro entonces la persona es instrumentalizada al servicio de la ciencia o de la técnica, o de un régimen político, y se vulnera su dignidad. Por lo tanto es una palabra clave, no la podemos vaciar de contenido, le tenemos que reconocer ese valor y defender especialmente la dignidad de quienes por sí mismo ya no pueden defenderlas, o por su fragilidad constitutiva o porque están una etapa de final de vida y tenemos que reconocer esa dignidad y defenderla, especialmente la de los más vulnerables.