Escrito por Jacques Philippe / María José Atienza Amores
Jacques Philippe es, sin duda, uno de los autores espirituales más conocidos de nuestro tiempo
A través de sus numerosas obras y retiros, este autor ha llevado a miles de personas, laicos, sacerdotes, conversos o incluso no creyentes por caminos de oración y vida cristiana en el mundo de hoy.
Omnes recoge en su número impreso de este mes de abril de 2021, una entrevista con este francés, miembro de la comunidad de las Bienaventuranzas que responde a cuestiones de actualidad como el dolor, la libertad o la necesidad de oración en nuestro mundo.
La experiencia de la pandemia ha “descolocado” a muchas personas no creyentes pero también a otras muchas, con fe pero que, en estos momentos, se preguntan: ”¿cómo puede Dios permitir esta situación?”
Nos enfrentamos a la eterna cuestión de la existencia del mal en el mundo. La verdadera pregunta que hemos de hacernos, en mi opinión no es, “¿Por qué esta situación?”, ya que siempre hay una parte desconocida… sino: “¿Cómo puedo vivir esta situación de manera positiva y acogerla como una posibilidad de crecimiento humano y espiritual?”
He constatado que esta situación ha hecho a muchas personas dar un salto espiritual, una mayor intensidad de oración, un compromiso más fuerte para anunciar el Evangelio, gracias a Internet, por ejemplo. Corresponde a cada uno descubrir cómo esta situación le invita a progresar en la fe, en la esperanza, en la caridad.
Como sociedad, ¿pensábamos que éramos capaces de realizar todo lo que nos viniera en gana? Esta experiencia humana ¿no la habíamos llevado, también, al ámbito de la vida cristiana?
A veces sí. La fragilidad, incluso la impotencia, que experimentamos nos recuerda que la fe no es el ejercicio del poder, sino la entrega de nuestra debilidad y fragilidad en manos de Dios. Esta situación de debilidad que estamos atravesando nos invita no a encontrar nuestra seguridad en nuestro poder, en nuestra capacidad para resolverlo o para entenderlo sino a poner nuestra seguridad en el abandono confiado en manos de nuestro Padre Celestial, tal como nos propone el Evangelio.
¿Cómo habla con Dios una persona como Jacques Philippe, que dedica su vida a hablar de Dios?
Suelo utilizar, muy a menudo las palabras de la Escritura, en particular los salmos, y las oraciones que nos ofrece la Iglesia. Creo que la oración más profunda no se trata tanto de hablar con Dios, sino simplemente de estar en su presencia en un acto de fe, acoger su amor y ofrecerse a Él a cambio. Todo esto, a través de una actitud muy sencilla del corazón, más allá de las palabras y las experiencias sensibles. Orar es, ante todo, acoger una presencia.
Una de las características de nuestro mundo es la cultura del selfie: nos miramos a nosotros mismos continuamente. ¿Cómo evitar que esto suceda en nuestra relación con Dios?
Existe una cierta obsesión por la imagen de uno mismo en nuestro mundo. Tratamos de darles a los demás una buena imagen de nosotros mismos. Terminamos existiendo sólo a los ojos de los demás. La oración nos ayuda a vivir bajo la mirada de Dios. Nuestra verdadera identidad, nuestra profunda belleza, no es algo que tenemos que producir, fabricar, algo de lo que tenemos que convencer a los demás sino que es algo que recibimos gratuitamente de Dios
Entrevista de María José Atienza Amores, en omnesmag.com