Va pasando el tiempo y son las circunstancias las que suelen marcan nuestro camino, pero podemos cambiarlo; debemos soñar y luchar
Suele pasarnos que hacemos muchas cosas sin sentido. Va transcurriendo el tiempo y son las circunstancias las que dirigen nuestra vida. Vamos tan rápidos que no nos da tiempo de marcar el rumbo, nos parece que pararnos para marcar el destino en el navegador es perder el tiempo; mejor salir a toda prisa, acelerar y ya veremos a dónde vamos. Así son otros los que dirigen nuestra vida sin darnos cuenta.
La publicidad, los medios y las redes nos tienen encandilados, anestesiados, subyugados. Ya hay quien piensa por nosotros y nos manipula. Un buen ciudadano sería el buen consumidor: gastando es feliz y mueve la economía. Se vive para ganar y gastar. Encefalograma plano. La libertad se reduce a escoger una serie o a pedir una hamburguesa con o sin cebolla. Pensamos poco.
Es frecuente encontrar jóvenes apáticos, deprimidos, sin ganas de vivir. No podemos olvidar que la causa mayor de mortandad juvenil es el suicidio, no solo en los fríos lugares nórdicos, también en España, en la luminosa Andalucía. Muchos mayores viven solos y se encuentran con las manos vacías. Hay multitud de indolentes cuyo único consuelo es ver la televisión y consumir, también mucha pornografía. ¿Era ese su sueño, su destino? ¿Podemos hacer algo para escapar de esta maraña que quiere atraparnos?
¡Claro que sí! Podemos tener una vida plena. Debemos soñar y luchar. Vivir con grandeza. Ahora se habla mucho de la burbuja, del aislamiento, de evitar el contagio. Algunos han inventado una especie de pompa gigante para poder asistir a los macroconciertos y no contaminarse. Tengamos personalidad, pensemos nuestra vida, proyectemos nuestro día a día, nuestro futuro. Soñemos sin miedo, tengamos ilusión. Hay que sacar de nosotros todo el potencial que tenemos.
Recuerdo un paseo de pequeño con la clase, íbamos de excursión. Un niño se cansó y comenzó a quejarse. El comentario del maestro nunca se me ha olvidado: “el ser humano puede mucho más de lo que le parece, cuando pensamos que ya no podemos más, estamos comenzando”. Al poco tiempo el niño caminaba con todos.
El Evangelio de hoy nos muestra un día de la vida de Jesús. Al salir de la sinagoga va a la casa de Pedro y cura a su suegra, almuerza con ellos y al atardecer se le acercan los enfermos para que los cure, una gran multitud. Sigue curando y expulsando demonios hasta la noche, tras un merecido descanso se levanta de madrugada para orar. Comienza un nuevo día de intensa predicación y de nuevas curaciones. Así transcurre la vida del Maestro: haciendo el bien. Una vida intensa, plena, entregada. Cuando regrese a la casa del Padre lo hará con las manos bien llenas.
Tengamos un proyecto, un plan ilusionante, que dirija nuestros pasos, que marque el rumbo de nuestro ser. Así todo se llenará de sentido, de eficacia. Al igual que Jesús, al despertarnos, podemos planear lo que queremos hacer, lo que libremente elegimos en los diversos campos del actuar diario: trabajo, familia, amigos, descanso y diversión, trato con Dios. Así no haremos lo que nos marque la rutina, o los demás, sino lo que enriquece la existencia. De este modo veré que lo costoso, lo monótono se llena de sentido y me realiza como persona libre.
En los Diálogos de Platón leemos: “Pareces no saber que quien entra en contacto con Sócrates y traba conversación con él, por más que realmente haya empezado a hablar de otra cosa totalmente distinta, siempre se ve llevado por él en el curso de la conversación hasta un punto en el que se encuentra en la necesidad de dar razón de sí mismo, de cómo se vive ahora y de qué vida ha llevado hasta el momento”. Dar sentido a todo lo que hacemos.
Me decían unos novios que ellos lo tenían muy claro: querían ir al Cielo, vivir una vida llena de sentido cristiano. Están felices viviendo bien su noviazgo y da envidia verlos. Estudiemos si lo que hacemos va en la línea de lo que realmente queremos hacer. “Perdamos un momento” en elegir la dirección de nuestra vida. Hagamos un plan para que todo lo que hacemos esté en la línea de lo que queremos ser, de lo que somos.