El periodista británico Austen Ivereigh saca lo mejor del Papa
Durante unos meses tuvo el «enorme privilegio» de trabajar con él, como lo hace «un maestro con su discípulo», en el libro Soñemos juntos.
¿Cómo nace este libro?
La idea era que el Papa pudiera desarrollar su visión de cómo esta crisis es una oportunidad de cambio profundo en la sociedad. Me interesaba destacarlo como acompañante espiritual de la humanidad, no solo de los católicos, en este camino de tribulación, para señalar los obstáculos y tentaciones y ayudar a abrirse a Dios.
El libro se gestó durante el confinamiento, por lo que no pudimos hacer una entrevista como tal. Yo le mandaba preguntas y él me enviaba sus reflexiones en mensaje de audio. Luego yo armaba un borrador y él lo iba puliendo. Se desarrolló como una colaboración entendida como el trabajo de un maestro con su discípulo.
¿Ha descubierto algún aspecto nuevo del Santo Padre que no conociera antes?
La primera parte del libro, donde revela sus COVID-19 personales, forma parte de una reflexión sobre cómo las crisis provocan un cambio en la vida y en la historia de los pueblos. Al principio se resistió un poco porque no le gusta hablar de sí mismo, pero le empujé diciéndole que era un testimonio importante para entender cómo Dios había operado en su vida.
Es una parte muy conmovedora, sobre todo cuando cuenta «el exilio» a la ciudad de Córdoba, donde fue enviado durante 18 meses sin ningún cargo después de ser la figura líder de la provincia durante más de una década; es muy revelador. Fue un proceso de purgación profundo, del que recuerda el sufrimiento pero también la intensidad de su oración. Muchos piensan que este pontificado es el fruto de esos meses.
¿Cómo cree que ha afectado la pandemia a su pontificado?
Este año iba a ser el año del cumplimiento de las reformas que inició en 2013. El Papa tenía un plan de cinco años que tuvo que extender a siete, en parte por las resistencias internas. Creo que él estaba abierto a la posibilidad de comenzar a discernir si era el momento para renunciar al pontificado. Pero entonces llegó la crisis de la COVID-19, que le ha dado una nueva misión. Ha revitalizado su pontificado. Como pasó en 2012, cuando presentó su renuncia por edad como arzobispo de Buenos Aires a Benedicto XVI.
Estaba preparado para jubilarse y le sobrevino lo que a él le gusta llamar su «cambio de diócesis». Una misión global. Creo que ahora está pasando lo mismo. Francisco tiene la misión de acompañar al pueblo de Dios al umbral de una nueva época. En este libro y en sus homilías de Pascua se revela un poco la urgencia que tiene. Los jesuitas argentinos decían que Bergoglio es un piloto de tormentas, porque se crece en los momentos de crisis.
¿Qué otro aspecto cree que se ha quedado fuera del foco mediático?
La segunda parte del libro es fascinante. Ningún Pontífice en la historia de la Iglesia había revelado hasta ahora de esta manera tan clara cómo lidera o guía a la Iglesia. El Papa narra su propia lectura del espíritu sinodal en los sínodos de la familia y de la Amazonia.
Nos da las herramientas y las pautas para avanzar y caminar juntos sin imponer nada, para aprender a discernir, a abrir procesos y que actúe el Espíritu Santo. Creo que esto tiene un valor fundamental, sobre todo a luz de la polarización y la intensa división que hay tanto en la Iglesia como en la sociedad, que está haciendo imposible avanzar juntos.
Entrevista de Victoria Isabel Cardiel C., en alfayomega.es
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