Mons Fernando Ocáriz responde en un libro a las preguntas de la filósofa y teóloga Paula Hermida sobre algunos retos de nuestro tiempo, la misión de la Iglesia y el desarrollo del Opus Dei
Ediciones Cristiandad acaba de publicar el libro-entrevista “Cristianos en la sociedad del siglo XXI”. En sus páginas, el prelado responde a las cuestiones planteadas por la filósofa y teóloga Paula Hermida sobre algunos retos de nuestro tiempo, como la proliferación de las tecnologías de la información y su influencia en las relaciones humanas, la tarea vivificadora de la Iglesia en el mundo actual, las heridas afectivas y el papel de la espiritualidad, los valores y aspiraciones de la juventud, la insatisfacción en una sociedad de consumo o el mercado laboral precario.
Desde su visión personal, y con la experiencia de las décadas transcurridas junto a san Josemaría y sus sucesores, monseñor Fernando Ocáriz habla del papel de los laicos en la misión de la Iglesia y del diálogo de ésta con el mundo contemporáneo. Otras de las preguntas toman un tono más personal y tratan de cómo es su fe, cómo reza, qué cosas le “quitan el sueño” y qué le descansa. Además, se refiere al desarrollo del Opus Dei a lo largo de sus 90 años de andadura, de la expansión geográfica de la institución y de la fidelidad al carisma fundacional en un entorno diverso y cambiante.
Mons. Fernando Ocáriz ofrece una visión esperanzada
Como profesional y madre, Paula Hermida plantea otros temas candentes como la integración entre la vida laboral y personal, la figura del padre y su necesidad de adaptarse a los nuevos tiempos, la armonía en las familias y la llegada del dolor, la aventura del matrimonio y otras formas de compromiso, etc. En la conversación, mons. Fernando Ocáriz ofrece una visión esperanzada, haciéndose eco de unas palabras de san Josemaría, que quiso recordar al poco de ser elegido como su tercer sucesor: “Cada generación de cristianos ha de redimir, ha de santificar su propio tiempo: para eso, necesita comprender y compartir las ansias de los otros hombres, sus iguales” (Es Cristo que pasa, n. 132).
Frente a desafíos nuevos y antiguos −como los relacionados con la pandemia, que se introducen en el epílogo−, este libro desea ser también, en palabras del prelado, un homenaje a aquellas “personas comprometidas con el bien y la justicia social, y tantas que en su existencia cotidiana ofrecen un valioso testimonio de fe y vida cristiana. Quizá no hacen tanto ruido o su presencia no es tan vistosa, pero qué duda cabe de que son una fuente de bien y esperanza para la Iglesia y para el mundo”.