“Le pedí al Señor que detuviera la epidemia: detenla con tu mano"
"En estos días difíciles podemos volver a descubrir aquellos pequeños gestos concretos de proximidad hacia las personas más cercanas a nosotros, una caricia a nuestros abuelos, un beso a nuestros hijos, a las personas que amamos. Son gestos importantes, decisivos. Si sabemos vivir así estos días no se desperdiciarán".
El Papa Francisco vive estos días en el Vaticano siguiendo de cerca las noticias sobre la emergencia del coronavirus. Hace dos días fue a rezar a Santa María Maggiore y a la iglesia de San Marcello al Corso. Hoy le cuenta a Repubblica lo que le están enseñando estos días.
Santo Padre, ¿qué pidió cuando fue a rezar a las dos iglesias romanas?
Le pedí al Señor que detuviera la epidemia: “Señor, detenla con tu mano”. Recé por eso.
¿Cómo podemos vivir estos días para que no se desperdicien?
Debemos redescubrir lo concreto de las cosas pequeñas, de los pequeños cuidados que hay que tener con nuestros allegados, familia, amigos. Comprender que en las cosas pequeñas está nuestro tesoro. Hay gestos mínimos, que a veces se pierden en el anonimato de la vida ordinaria, gestos de ternura, afecto, compasión que, sin embargo, son decisivos, importantes. Por ejemplo, un plato caliente, una caricia, un abrazo, una llamada telefónica... Son gestos familiares de atención a los detalles de cada día que hacen que la vida tenga sentido y que haya comunión y comunicación entre nosotros.
¿No solemos vivir así?
A veces sólo vivimos una comunicación virtual entre nosotros. En cambio, deberíamos descubrir una nueva cercanía. Una relación concreta hecha de cuidados y paciencia. Muy a menudo las familias, en casa, comen juntas en un gran silencio, pero no es para escucharse mejor unos a otros, sino más bien porque los padres ven la televisión mientras comen, y sus hijos están concentrados en sus teléfonos móviles. Parecen “monjes” aislados unos de otros. Así no hay comunicación; en cambio, escucharnos es importante porque entendemos los problemas de cada uno, sus necesidades, esfuerzos, deseos. Hay un lenguaje hecho de gestos concretos que hay que salvaguardar. En mi opinión, el dolor de estos días debe abrirnos a lo concreto.
Hay mucha gente que ha perdido a sus seres queridos, mientras muchos otros están luchando para salvar otras vidas. ¿Qué quiere decirles?
Agradezco a los que se dedican de esa manera a los demás. Son un ejemplo de esta sensibilidad hacia lo concreto. Y pido que todos estén cerca de los que han perdido a sus seres queridos y traten de estar cerca de ellos de todos los modos posibles. El consuelo debe ser ahora el compromiso de todos. En este sentido me impresionó mucho el artículo escrito en Repubblica por Fabio Fazio sobre las cosas que está aprendiendo estos días.
¿Qué le ha impresionado en particular?
Muchos pasajes, pero en general el hecho de que nuestro comportamiento siempre afecta a la vida de los demás. Tiene razón, por ejemplo, cuando dice: “Se ha hecho evidente que los que no pagan impuestos no sólo cometen un delito, sino un crimen: si faltan camas y aparatos de respiración, también es culpa suya”. Eso me impresionó mucho
¿Cómo puede vivir con esperanza estos días alguien que no cree?
Todos somos hijos de Dios y estamos bajo su mirada. Incluso aquellos que aún no han encontrado a Dios, los que no tienen el don de la fe, pueden encontrar ahí su camino, en las cosas buenas en las que creen: pueden encontrar la fuerza en el amor a sus hijos, a su familia, a sus hermanos y hermanas. Uno puede decir: “No puedo rezar porque no soy creyente”. Pero al mismo tiempo, sin embargo, puede creer en el amor de la gente que le rodea y encontrar ahí la esperanza.
Entrevista de Paolo Rodari, en repubblica.it.
Traducción de Luis Montoya.
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