Como preparación para la solemnidad de san José, Mons. Ocáriz nos sugiere acudir a su intercesión como fiel servidor de Dios en relación continua con Jesús
Queridísimos: ¡que Jesús me guarde a mis hijas y a mis hijos!
Ante la solemnidad de san José, ya tan próxima, os sugiero acudir personalmente con mayor intensidad al ejemplo del santo Patriarca, como «servidor fiel de Dios en relación continua con Jesús» (Es Cristo que pasa, n. 56).
Desde que Dios quiso hacerse más presente en la vida de san José, vemos cómo se dispone a ser su servidor fiel: ante el misterio de la Encarnación, durante la huida a Egipto, en el regreso a Nazaret y cuando Jesús perdido permanece en el Templo. En aquellas ocasiones, san José procura acoger con prontitud lo que Dios le pide, aunque no fuese lo que inicialmente tenía pensado y a pesar de que podía suponer incertidumbre acerca de su futuro.
San Josemaría nos ayudaba a contemplar también que, «en las diversas circunstancias de su vida, el Patriarca no renuncia a pensar, ni hace dejación de su responsabilidad» (Ibíd., n. 42). Procuremos obedecer siempre a Dios con una fidelidad pronta, inteligente y responsable, aunque alguna vez no lleguemos a comprender del todo sus designios. Podremos no entenderlos, pero podremos siempre amarlos, con la certeza de que Dios quiere nuestro bien, y esta convicción nos llevará a actuar con libertad de espíritu.
San José dedica su vida entera a cuidar de Jesús con amor paterno y le enseñó, en cuanto hombre, muchas cosas, especialmente el trabajo. A la vez, ¡cuánto aprendería san José con solo mirar a ese Niño que era Dios! Nosotros todo lo tenemos que aprender de Jesús. Él mismo nos dice: «Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón» (Mt 11,29). Que san José nos ayude a contemplar a Jesús −en el Evangelio y en el Sagrario− para que, con la intercesión materna de santa María, seamos más mansos y humildes, más llenos de caridad. Así, con la gracia del Espíritu Santo, nuestros corazones se podrán llenar de un mayor amor a Dios y a los demás.
En los últimos meses, muchas personas se han visto afectadas por la epidemia que se ha difundido en distintas partes del mundo. Como nos ha pedido el Papa recientemente, os invito «a vivir este difícil momento con la fuerza de la fe, la certeza de la esperanza y el fervor de la caridad» (Francisco, 8-III-2020). Acudamos a la intercesión de san José y roguémosle que extienda su protección paterna al mundo entero.