Es una pena que por batallas ideológicas se deforme a niños y adolescentes
Un bebé arrojado al río Besós por sus padres de dieciséis y trece años"; "La Fiscalía General del Estado ve ‘muy inquietante’ el incremento de la violencia de género y sexual entre jóvenes y adolescentes, especialmente en los casos de delitos contra la libertad sexual ejercida en grupo, conocidos como 'manadas'". Son noticias inquietantes de comienzo de curso. Crecen de un modo alarmante los delitos de tipo sexual a pesar del esfuerzo por dar una "formación" en las aulas. La Fiscalía señala que "se trata de un fenómeno que guarda relación con el uso de la pornografía a través de las redes, donde se representa a la mujer cosificada". Habría que añadir también otros delitos como las agresiones entre chicos. Esto merece replantear cómo estamos educando y enfocando la sexualidad.
Todos los aspectos de la personalidad están interrelacionados. Ninguna faceta de la vida va por libre. Los miembros del cuerpo: ojos, oídos, manos… interactúan, están coordinados, de lo contrario tenemos un problema que daña a la persona entera. Así el sexo debe estar integrado en todo nuestro ser. Tiene que ver con el amor, con los sentimientos y afectos, tiene un sentido mucho más amplio que ser fuente de placer. Una sexualidad sana y bien vivida ayuda a ser feliz, a ser persona.
"El cuerpo humano contiene desde "el origen" (···) la capacidad de expresar el amor: este amor en el que precisamente el hombre-persona se hace don y ─por la intermediación de este don─ realiza el sentido mismo de su esencia y de su existencia", decía san Juan Pablo II. Es el amor quien da sentido a la vida, y el cuerpo es para amar.
Se suele ver la sexualidad de un modo aislado, aséptico. Usar y tirar. La educación suele dirigirse al sexo seguro, amplio, sin consecuencias, el adolescente de la noticia dice que tiró al bebe por no ser deseado. Es como si se enfocara la alimentación desde el placer: come y bebe lo que quieras, disfruta. El problema será el sobrepeso, el colesterol…, así que habrá que conseguir una ingesta segura: comida sin consecuencias. Olvidándonos que nos alimentamos para estar fuertes, sanos, para poder trabajar, hacer deporte, seguir viviendo. También las comidas son momentos de convivencia familiar, ocasiones de fomentar la amistad. Tienen que ser sanas, racionales, incluso ecológicas y solidarias. Si son compartidas mejor. El sexo integrado nos lleva a compartir, a dar. En los meros animales es reproductivo, en las personas es amor. Amor que busca al otro, la compañía, la media naranja. Es fuente de vida. Une. Respeta. No deja de ser misterioso. Asombra. Tiene algo de mágico, divino. Insisto, es fuente de felicidad, y creo que esta es la piedra de toque, su denominación de origen.
Banalizar el sexo es como echar kétchup a todo, incluso al buen jabugo. Kétchup para conducir, para la ducha, para el tenis, para las clases de historia y de matemáticas… Nos damos un atracón que revuelve las entrañas. No somos capaces de asimilarlo y por eso deja vacíos. Un claro ejemplo es la pornografía. Crea adicción porque no sacia, deja con ganas. Se busca más: más tiempo, variedad, intensidad. Es como pretender apagar la sed con agua de mar, el náufrago muere sediento en medio del agua. Encima es irreal, es ficticio. El sexo no es así, está desnaturalizado.
Dice el Papa Francisco: "El sexo es un don de Dios. No es el cuco (un monstruo con el que asustar). Es el don de Dios para amar. Que algunos lo usen para ganar plata o explotar a otros, es otro problema. Pero hay que dar educación sexual, objetiva, tal y como es". Sería muy bonito que esta educación saliera de las familias, en algunos casos no es posible por su situación concreta, pero son los padres los que deben enseñar con sus vidas la belleza de la sexualidad, y ya desde muy pequeños. Deben trasmitir que no es algo feo, torcido, que papá y mamá se aman con alma y cuerpo. Que los hijos son fruto de ese amor, de esa entrega. Hay que prepararlos para amar. Enseñarles que el cuerpo sirve para amar, para la entrega, para ser fuente de vida.
Sigue diciendo Francisco: "la educación sexual tiene que estar libre de colonizaciones ideológicas porque estas destruyen a la persona". Es una pena que por batallas ideológicas se deforme a niños y adolescentes. En una visita pastoral de un obispo a un instituto le preguntaron cómo entendía la Iglesia la sexualidad. Después de la explicación, el que preguntó dijo: "esto no se parece en nada a lo que nos explican en clase, pero es mucho más bonito". Y así es, algo más que sexo, amor.