Durante la Audiencia general de hoy, el Santo Padre ha continuado su catequesis sobre los Hechos de los Apóstoles
Queridos hermanos:
Después del episodio de la lapidación de Esteban apareció la figura de un joven llamado Saulo, que aprobó la muerte de Esteban y, con la autorización del sumo sacerdote, perseguía a los cristianos, siendo intransigente con los que pensaban diferente a él.
En el camino hacia Damasco, el Resucitado se manifestó a Saulo y le pidió cuentas de su furor fratricida, preguntándole: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?». Así, el Resucitado dejó claro que perseguir a un miembro de la Iglesia era hacerlo a Él mismo.
Después de ese encuentro personal con Cristo, Saulo perdió la vista y pasó de ser un hombre fuerte e independiente a estar limitado y necesitado de los demás. De hecho, comenzó para él una transformación, como una “pascua personal” que va de la muerte a la vida: lo que antes estimaba gloria se transformó en “basura”, porque su verdadero tesoro ya era Cristo.
Ananías bautizó a Saulo, y al imponerle las manos le devolvió la vista. El bautismo fue para Saulo el comienzo de una vida nueva, en la que se ve a sí mismo y a los demás según la mirada de Dios: los enemigos pasaron a ser amigos; y el ímpetu por perseguir a los que no pensaban como él, cambió en pasión por evangelizar, suscitando la fe en muchos corazones.
A partir del episodio de la lapidación de Esteban, aparece una figura que, con la de Pedro, es la más presente e incisiva en los Hechos de los Apóstoles: la de «un joven, llamado Saulo» (Hch 7,58). Es descrito al inicio como uno que aprueba la muerte de Esteban y quiere destruir la Iglesia (Hch At 8,3); pero luego será el instrumento elegido por Dios para anunciar el Evangelio a las gentes (cfr. Hch 9,15; 22,21; 26,17).
Con la autorización del sumo sacerdote, Saulo da caza a los cristianos y los captura. Vosotros, que venís de algunos pueblos que han sido perseguidos por las dictaduras, sabéis bien qué significa dar caza a la gente y capturarla. Eso hacía Saulo. Y lo hacía pensando servir la Ley del Señor. Dice Lucas que Saulo “respiraba” «amenazas y muerte contra los discípulos del Señor» (Hch 9,1): en él hay un soplo que sabe a muerte, no a vida.
El joven Saulo es retratado como un intransigente, uno que manifiesta intolerancia a quien piensa distinto que él, absolutiza su identidad política o religiosa y reduce al otro a potencial enemigo a combatir. Un ideólogo. En Saulo la religión se había transformado en ideología: ideología religiosa, ideología social, ideología política. Solo después de haber sido transformado por Cristo, enseñará que la verdadera batalla «no es contra la carne ni la sangre, sino contra […] los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus del mal» (Ef 6,12). Enseñará que no se debe combatir a las personas, sino al mal que inspira sus acciones.
La condición rabiosa ─porque Saulo estaba rabioso─ y conflictiva de Saulo invita a cada uno a interrogarse: ¿cómo vivo mi vida de fe? ¿Voy al encuentro de los demás o estoy contra los demás? ¿Pertenezco a la Iglesia universal (buenos y malos, todos) o tengo una ideología selectiva? ¿Adoro a Dios o adoro las formulaciones dogmáticas? ¿Cómo es mi vida religiosa? ¿La fe en Dios que profeso me hace amigable u hostil con quien es distinto a mí?
Lucas cuenta que, mientras Saulo está ocupado en extirpar la comunidad cristiana, el Señor está tras sus huellas para tocarle el corazón y convertirlo. Es el método del Señor: toca el corazón. El Resucitado toma la iniciativa y se manifiesta a Saulo en el camino de Damasco, hecho que viene narrado hasta tres veces en el Libro de los Hechos (cfr. Hch 9,3-19; 22,3-21; 26,4-23). A través del binomio «luz» y «voz», típico de las teofanías, el Resucitado se aparece a Saulo y le pide cuentas de su furia fratricida: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?» (Hch 9,4). Aquí el Resucitado manifiesta ser una sola cosa con cuantos creen en Él: ¡pegar a un miembro de la Iglesia es pegar al mismo Cristo! También los que son ideólogos porque quieren la “pureza” ─entre comillas─ de la Iglesia, pegan a Cristo.
La voz de Jesús dice a Saulo: «Levántate, entra en la ciudad y se te dirá lo que tienes que hacer» (Hch 9,6). Pero, una vez en pie, Saulo no ve nada, se quedó ciego, y de hombre fuerte, autoritario e independiente se vuelve débil, necesitado y dependiente de los demás, porque no ve. La luz de Cristo lo ha deslumbrado y hecho ciego: «Aparece así también exteriormente lo que era su realidad interior, su ceguera respecto a la verdad, a la luz que es Cristo» (Benedicto XVI, Audiencia general, 3-IX-2008).
De ese “cuerpo a cuerpo” entre Saulo y el Resucitado surge una transformación que muestra la “pascua personal” de Saulo, su paso de la muerte a la vida: lo que antes era gloria se vuelve «basura» para adquirir la verdadera ganancia que es Cristo y la vida en Él (cfr. Fil 3,7-8).
Pablo recibe el Bautismo. El Bautismo marca así para Saulo, como para cada uno de nosotros, el inicio de una vida nueva, y es acompañado por una mirada nueva sobre Dios, sobre sí mismo y sobre los demás, que de enemigos se vuelven ya hermanos en Cristo.
Pidamos al Padre que haga experimentar también a nosotros, como a Saulo, el impacto con su amor que solo puede hacer de un corazón de piedra un corazón de carne (cfr. Ez 11,15), capaz de acoger en sí «los mismos sentimientos de Cristo Jesús» (Fil 2,5).
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua francesa, en particular a los de Haití, Burkina Faso, Suiza y Francia. Pidamos al Padre, siguiendo a Pablo, que nos enseñe a no combatir a las personas, sino el mal que las inspira, no a ir unos contra otros, sino a quererlos encontrar. Dios os bendiga.
Saludo a los peregrinos de lengua inglesa presentes en esta Audiencia, especialmente a los grupos provenientes de Inglaterra, Escocia, Irlanda, Dinamarca, Noruega, Nigeria, Uganda, Belice, Australia, Indonesia, Malasia, Filipinas, Corea, Canadá y Estados Unidos de América. Sobre vosotros y vuestras familias invoco la alegría y la paz del Señor Jesucristo. Dios os bendiga.
Una cordial bienvenida a los peregrinos de lengua alemana. Saludo en concreto a los estudiantes del Walburgisgymnasium und Realschule Menden y a los participantes en la semana de información de la Guardia Suiza Pontificia. Pidamos al Señor que nos conceda también a nosotros la gracia del encuentro con Él y una verdadera conversión del corazón.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. A todos los invito a experimentar, como Saulo, el impacto del amor de Dios en nuestra vida, que transforma nuestro corazón de piedra en un corazón de carne, capaz de acoger los sentimientos de Cristo y hacerlos llegar a los que nos rodean. Que Dios los bendiga.
Saludo de corazón a todos los peregrinos de lengua portuguesa, en particular a los fieles brasileños de Naviraí y Erexim. Os animo a cultivar una mirada de fe hacia el prójimo, procurando estar cerca de todos, también de los que son distintos a nosotros. Que vele sobre vuestro camino la Virgen María y os ayude a ser esa señal de amor sin condiciones entre vuestros hermanos. Sobre vosotros y vuestras familias descienda la Bendición de Dios.
Dirijo una cordial bienvenida a los peregrinos de lengua árabe, en concreto a los que vienen del Líbano, Tierra Santa y Oriente Medio. La conversión de Saulo a Pablo, de perseguidor a Apóstol de la Buena Nueva, nos enseña que el encuentro con el Resucitado cambia el corazón. La luz de Cristo llenó e iluminó la existencia de Pablo, enderezando su celo por servir a Dios y a la Ley hacia el servicio del otro y de la Palabra de Dios. Pidamos al Señor Resucitado que ilumine y convierta a todas las personas que aún hoy persiguen a los creyentes, pensando que hacen la voluntad de su dios. Que el Señor os bendiga a todos y os proteja siempre del maligno.
Saludo cordialmente a los peregrinos polacos. El pasado lunes celebramos la memoria de la Virgen del Rosario. Durante sus apariciones en Gietrzwald, Polonia, la Virgen recomendó: «Es mi deseo que recéis el rosario cada día». Aseguraba que las gracias impetradas por esa oración serían salvadoras y conducirían a los hombres a la felicidad en el cielo. Acordaos de estas palabras, sobre todo ahora, en el mes de octubre, dedicado al Santo Rosario. Por intercesión de María Medianera de las Gracias, pedid la paz para el mundo, la sabiduría para los gobernantes, y la fe y la unidad para las familias. Sea alabado Jesucristo.
Saludo de corazón a los peregrinos croatas, en particular a los estudiantes de la Facultad de Teologia Católica de la Universidad de Split. En este Mes Misionero Extraordinario os invito a responder con valentía a la vocación divina para que crezcáis, a través del estudio y la oración, en los dones sobrenaturales de fe, esperanza y caridad por el bien de los hermanos y hermanas. Sean alabados Jesús y María.
Dirijo una cordial bienvenida a los fieles de lengua italiana. Me alegra recibir a la Comisión de la Peregrinación Militar Internacional; a los Hermanos de San Gabriel; a las Religiosas de la Unión Superior Mayores de Italia; y a los miembros del Instituto de las Hijas de Jesús, de la diócesis de Reggio Emilia-Guastalla; y del Instituto de los Hijos de la Providencia, de la diócesis de Milán. Saludo a los Confirmados de la diócesis de Faenza-Modigliana, con su obispo Mons. Mario Toso; a las Parroquias, en particular a las de Bosto y de Andria. Saludo además a los participantes en el Open de Italia de Golf; a los Militares de la Brigada “Julia”; y a la Delegación del Ayuntamiento de Cervia.
Un pensamiento para los jóvenes, ancianos, enfermos y recién casados. Esos que hacen ruido son los recién casados… Yo los llamo “los valientes”, porque hace falta valor para casarse hoy. ¡Son estupendos! En este mes mariano, imitad el celo y el empuje misionero de la Virgen, haceos anunciadores de Cristo en todo vuestro ambiente de vida.
Fuente: vatican.va / romereports.com
Traducción de Luis Montoya
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