La contracara de la sociedad plural es un montón de gente pensando y sintiendo muy distinto sobre asuntos fundamentales de la vida
Cuando esos temas neurálgicos entran al debate público, suele pasar que se polarizan las posturas y aparecen rótulos que definen cada posición reduciendo al otro a una etiqueta.
El Papa Francisco pronunció una homilía memorable en la liturgia penitencial con jóvenes presos en Panamá y se detuvo sobre este punto, llevado a la lógica de la vida cotidiana: “Le ponemos etiquetas a la gente: este es así, este hizo esto. Estos rótulos, en definitiva, lo único que logran es dividir: acá están los buenos y allá están los malos; acá están los justos y allá los pecadores. Y eso Jesús no lo acepta, eso es la cultura del adjetivo. Nos encanta adjetivar a la gente, nos encanta. ¿Vos cómo te llamás? Me llamo ‘bueno’. No, ese es un adjetivo. ¿Cómo te llamás? Ir al nombre de la persona: quién sos, qué haces, qué ilusiones tenés, cómo siente tu corazón. A los chismosos no les interesa, buscan rápido la etiqueta para sacárselos de encima. La cultura del adjetivo que descalifica a la persona, piénsenlo eso, para no caer en esto que se nos ofrece tan fácilmente en la sociedad”.
Jack Valero, fundador del proyecto Catholic Voices, estuvo en marzo en Uruguay ofreciendo seminarios, conferencias y entrevistas. En el programa Esta boca es mía explicó su propuesta para abordar temas polémicos: “Nuestro método se basa en hablar desde el punto de vista del otro”. Cuando alguien critica a la Iglesia, “en el corazón de eso hay una cosa buena: nosotros lo buscamos, vamos allí y hablamos de eso”. Se propone “unir y explicar, no batallar; no tener dos lados luchando”.
Esta perspectiva relacional engancha con la propuesta del Papa para la superación de los rótulos: “Comiendo con publicanos y pecadores, Jesús rompe la lógica que separa, excluye, aísla y divide falsamente entre ‘buenos y malos’… ¿Cómo lo hace Jesús? Lo hace creando vínculos capaces de posibilitar nuevos procesos”.
Los nuevos procesos que surgen de los vínculos son, entre otros, nuevas conversaciones, más abiertas, en las que cada uno puede expresar su identidad con una disposición de escucha: para aprender, para entender y, también, para responder. Una conversación puede distanciar o acercar; por eso, a la hora de abordar temas polémicos, de esos fundamentales de la vida, conviene evaluar si la relación con el otro es lo suficientemente fuerte como para contener las tensiones y encauzarlas hacia caminos fructíferos de entendimiento y amistad.
Juan Pablo Cannata. Profesor de Sociología de la Comunicación, Universidad Austral (Buenos Aires).