La figura del abuelo, definida hasta ahora como la de un viejecito al que cuidar y atender amorosamente, que únicamente sirve para simples cometidos de “canguro”… ha dejado de ser real
Lo dicen las estadísticas: desde hace algunos años, las praderas de Europa se convierten cada vez más en hábitat de una nueva especie animal, el abuelo.
El abuelo, que a inicios del pasado siglo era un “trípode tembloroso”, se está convirtiendo en un diferente y fornido bípedo, muy activo, aunque haya superado los 65 años; y con una ventaja más, respeto a ejemplares más jóvenes: lleva sobre sus espaldas el gran bagaje de la experiencia adquirida en un mundo que, en los últimos decenios, ha cambiado y se ha transformado vertiginosamente; lo que le ha obligado a desarrollar una especial capacidad de gestionar los múltiples cambios (profesionales, sociales, instrumentales, etc.), de los que derivan considerables y muy diversas competencias.
En paralelo, debemos considerar que, gracias a la evolución de la ciencia médica y la mejora general de las condiciones de vida por una parte, y la contracción del índice de natalidad por otra, la presencia de los abuelos o potencialmente tales, es cada vez más importante, con una significativa tendencia de crecimiento. Baste pensar que la expectativa de vida ha aumentado hoy casi diez años de media respecto de 1990. En Italia, al término de la primera mitad del siglo pasado, los mayores de 65 eran unos 4.500.000. Hoy son más de 13.500.000, y suponen el 22% de la población italiana. Este porcentaje crecerá aún más, hasta llegar al 35% en los próximos veinte años.
Otra idea: la familia, célula básica de la sociedad, lugar por excelencia de la formación de la persona, y cuna de la educación, sufre hoy graves dificultades porque los padres jóvenes, encadenados a trabajos cada vez más absorbentes, sólo pueden dedicar a sus hijos cansinos y breves retales de tiempo, con grave perjuicio para su educación.
Así que los abuelos están pasando de ser escasos y necesitados de atenciones, a ser muchos y protagonistas activos de la vida familiar, una especie de “canguros” de primera clase, insustituibles por el grado de confianza que ofrecen en un mundo lleno de trampas, y por las indiscutibles posibilidades que derivan del gran afecto que les guía, y que superan en mucho las de cualquier profesional, por muy prestigioso que sea.
Además, su enorme depósito de conocimientos filtrados por la realidad, sobre todo los comportamentales, unidos a los madurados injertos de la tradición, constituyen un verdadero tesoro a disposición de las nuevas generaciones.
De hecho, el Papa Francisco −y antes Benedicto XVI−, han declarado muchas veces y en diversas ocasiones, la importancia de que los jóvenes adquieran esos conocimientos hablando con sus abuelos, y han invitado a los padres a facilitar este intercambio.
Nos lo confirma, sin valor estadístico absoluto, una encuesta realizada recientemente en un colegio de Milán con la pregunta “entre las personas vecinas, ¿cuáles te dan mayor confianza?” Las cuatro posibles respuestas dieron este inesperado resultado:
Todo esto confirma que la figura del abuelo, definida hasta ahora como la de un viejecito al que cuidar y atender amorosamente, que únicamente sirve para simples cometidos de “canguro”, proveedor de caramelos para satisfacción del dentista del nieto, o relator de bellas fábulas intemporales, ha dejado de ser real.
Pero los abuelos no han conseguido aún que se les reconozca un nuevo estatus que defina mejor sus roles y responsabilidades. Todo esto nos ha llevado hace cuatro años a constituir la Asociación Nonni 2.0 (Abuelos 2.0), creada una noche por un grupo de viejos amigos, después de haber hablado largamente de sus nietos y de las experiencias, dificultades y alegrías de su rol.
La conclusión de la noche fue: basta, debemos revaluar nuestro papel ya que somos el puntal de la transmisión de valores entre las generaciones, y palanca fundamental de la fuerza de la familia.
A partir de ahí, nuestra actividad se centró en primer lugar en iniciativas culturales, concretadas en reuniones, conferencias y publicación de documentos dirigidos a “reactivar” a los abuelos por medio de una labor de formación/información sobre temas educativos y sobre su función de eje de la familia, testigo de sus orígenes y portador de la tradición.
Se puede encontrar en nuestro sitio web nonniduepuntozero.eu un amplio número de noticias sobre lo hecho hasta ahora, además de datos específicos relativos a nuestra actividad y diversos documentos sobre los "temas fundamentales" que nos interesan más.
Otro tema que queremos abordar y desarrollar es el relativo a tecnología y tercera edad. Por un lado, los abuelos deben aprender a dominar los pc y los smartphone, a moverse en las redes, para ser capaces de dialogar en este ámbito con los nietos, y ponerlos en guardia frente a posibles trampas y peligros. Pero sin un entusiasmo acrítico ante medios que puedan ser peligrosos, si se abusa.
Es también importante insistir en que niños y jóvenes escriban a mano, lean libros, y no utilicen habitualmente un ordenador antes de los 9 años.
Como se puede comprobar, nuestra acción, gracias a la ayuda de los cada vez más conscientes asociados, se está abriendo a iniciativas estimulantes en apoyo de nuestro papel, con indudable ventaja, no sólo para los nietos −primeros destinatarios de las actividades−, sino también para nosotros mismos, manteniéndonos activos partícipes, en lugar de quedarnos sentados en los bancos de los jardines municipales.
Pierluigi Ramorino, en familyandmedia.eu.
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