Estas líneas del sacerdote y teólogo alemán Joseph Ratzinger −hoy Papa emérito− ya son un clásico
Forman parte de una conferencia que dictó en su país allá por 1971, cuando incluso faltaban varios años para que fuera ordenado obispo.
¡Qué bien hace releer algunos textos una y otra vez! Y qué bien me vino repasar esas líneas de Joseph Ratzinger (no digo Benedicto XVI porque las escribió siendo sacerdote) tituladas “¿Por qué pertenezco a la Iglesia?”
Pienso que es una pregunta que deberíamos hacernos a menudo, precisamente para decidirnos a pertenecer aún más a ella.
Incluso recuerdo haber escrito tiempo atrás sobre este tema, pero así como es bueno releer textos, también en determinadas ocasiones es necesario volver a escribir sobre ellos.
Estas líneas del sacerdote y teólogo alemán Joseph Ratzinger −hoy Papa emérito− ya son un clásico. Forman parte de una conferencia que dictó en su país allá por 1971, cuando incluso faltaban varios años para que fuera ordenado obispo.
Desaparezco para reproducirlo tal cual, sin interrupción alguna.
“Podemos pensar en la Iglesia católica comparándola con la Luna: por la relación luna-mujer (madre) y por el hecho de que la Luna no tiene luz propia, sino que la recibe del Sol sin el cual sería oscuridad completa. La Luna resplandece, pero su luz no es suya sino de otro.
“La sonda lunar y los astronautas descubrieron que la Luna es solo una estepa rocosa y desértica, como montañas y arena; vieron una realidad distinta a la de la antigüedad: no como luz. Y efectivamente la Luna es en sí y por sí misma solo desierto, arena y rocas. Sin embargo, es también luz y, como tal, permanece incluso en la época de los vuelos espaciales.
“¿No es ésta una imagen exacta de la Iglesia? Quien la explora y la excava con la sonda, como a la Luna, descubrirá solamente desierto, arena y piedras, las debilidades del hombre y su historia a través del polvo, los desiertos y las montañas. El hecho decisivo es que ella, aunque es solamente arena y rocas, es también luz en virtud de otro, del Señor.
“Yo estoy en la Iglesia porque creo que hoy como ayer, e independientemente de nosotros, detrás de ‘nuestra Iglesia’ vive ‘su Iglesia’ y no puedo estar cerca de Él si no es permaneciendo en su Iglesia. Yo estoy en la Iglesia porque, a pesar de todo, creo que en el fondo no es nuestra, sino suya.
“La Iglesia es la que, no obstante todas las debilidades humanas existentes en ella, nos da a Jesucristo; solamente por medio de ella puedo yo recibirlo como una realidad viva y poderosa, aquí y ahora.
“Sin la Iglesia, Cristo se evapora, se desmenuza, se anula. ¿Y qué sería la humanidad privada de Cristo?
“Si yo estoy en la Iglesia es por las mismas razones porque soy cristiano. No se puede creer en solitario. La fe es posible en comunión con otros creyentes. La fe por su misma naturaleza es fuerza que une. Esta fe o es eclesial o no es tal fe. Además así como no se puede creer en solitario, sino solo en comunión con otros, tampoco se puede tener fe por iniciativa propia o invención.
“Yo permanezco en la Iglesia porque creo que la fe, realizable solamente en ella y nunca contra ella, es una verdadera necesidad para el hombre y para el mundo.
“Yo permanezco en la Iglesia porque solamente la fe de la Iglesia salva al hombre. El gran ideal de nuestra generación es uno: una sociedad libre de la tiranía, del dolor y de la injusticia. En este mundo el dolor no se deriva solo de la desigualdad en las riquezas y en el poder. Se nos quiere hacer creer que se puede llegar a ser hombres sin el dominio de sí, sin la paciencia de la renuncia y la fatiga de la superación, que no es necesario el sacrificio de mantener los compromisos aceptados, ni el esfuerzo para sufrir con paciencia la tensión de lo que se debería ser y de lo que efectivamente se es.
“En realidad el hombre no es salvado sino a través de la cruz y la aceptación de los propios sufrimientos y de los sufrimientos del mundo, que encuentran su sentido liberador en la pasión de Dios. Solamente así el hombre llegará a ser libre. Todas las demás ofertas a mejor precio están destinadas al fracaso.
“El amor no es estático ni carente de crítica. La única posibilidad que tenemos de cambiar en sentido positivo a un hombre es la de amarlo, transformándolo lentamente de lo que es en lo que puede ser. ¿Sucederá de distinto modo en la Iglesia?”
No quiero decir palabra alguna, ni siquiera agregando una última frase.
Prefiero llegar hasta aquí.
Lillian Calm
Periodista
Fuente: temas.cl.
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