Álvaro Sánchez León entrevista a Toni Nadal
Toni Nadal ha sido el entrenador del tenista español más grande de la historia durante 27 años. 75 títulos en su vitrina de transparente discreción. Lo suyo no ha sido preparar a un tenista. Lo suyo ha sido sacar el máximo talento a una persona y aprovechar la oportunidad para convertirse él en un referente social auténtico.
El cazatalentos se llama Toni. Vio a Rafa Nadal dentro del bloque de mármol cuando su sobrino tenía tres años. Durante casi tres décadas le ha ayudado a perfilar un prodigio de talentos. Socrático de Manacor. Alérgico a los superlativos y a los fanáticos. Asceta de la fuerza de voluntad. Cartel electoral de la meritocracia. El trabajo bien hecho es el secreto asequible de su felicidad. Derriba a los ídolos humanizando sus derrotas y convierte en victorias la reflexión sobre los errores. Ve en la cultura de la queja el límite de los conformistas, y considera que los héroes ordinarios son los que aprovechan las oportunidades. Maestro en la cátedra de la tierra batida. Mallorquín, balear, español. En busca de un Barça que sea solo deporte. Entrenador de las buenas personas. Nadal contra corriente.
En mitad del Mutua Madrid Open que plantea cerrar Carmena, ajeno a los focos, en el palco de unos sillones de hall de hotel, a unos pasos del Bernabéu. En el mismo Eurobuilding donde Florentino Pérez se sienta y discurre sobre su equipo, Toni Nadal baja en ascensor a la tierra de este peloteo-conversación.
Pegado a la red. Respondiendo con seguridad a todas las bolas. Firme, compacto, coherente.
Asceta con piel de callos y espíritu libre. Virtuoso de los valores. Parco en superlativos. Exigente con él y con los suyos. Austero en sentimentalismos. Sobrio en posverdades de neón. Moderado en el juicio ajeno. Frugal en el deporte nacional de condecorar con adjetivos fatuos la inútil vanidad de vanidades
Seguro de sí mismo. Filósofo de las canchas. Relativizado de las histerias de masas. Apasionado. Duro. Marinero de prosas, de los que ve en las puestas de sol el momento de empezar a actuar antes que un verso o una foto para Instagram.
Los brazos cargados de entrenarse. Las piernas acostumbradas a no mirar para atrás. Los pies en tierra, los mitos desterrados y la cabeza en un mundo feliz construido entre todos con el sudor del trabajo de hoy, ahora, mañana, pasado y siempre
Toni Nadal es de granito a granito. De cuarzo, el mineral estrella de la corteza terrestre. Piensa en voz alta y se mueve sobre la pista así de suelto:
¿Entrenador, maestro o Toni?
Depende de quién me llame. Mi nombre es Toni. Si hablamos de mi profesión, he sido entrenador de Rafael, y si hablamos con según qué alumnos, seré maestro de tenis.
¿Qué demuestra quien sabe retirarse a tiempo?
Que no es necesario…
¿Dejar de estar en el deporte de élite para dedicar más tiempo a su familia lo entienden las sociedades del éxito por encima de las personas?
He dejado de estar en un sitio privilegiado, entrenando a mi sobrino, porque consideré que mi papel ya no era necesario. Al final, cada cual actúa según sus luces. Hay personas que habrían seguido, pero yo no, porque entendí que podría dedicarme a un trabajo que también me llenaba, al frente de la Rafa Nadal Academy de Manacor.
¿Usted tiene vocación de hombre trabajador discreto, o es una cuestión de genes?
Tengo vocación de trabajar. He tenido la suerte de dedicarme a lo que me gusta. Pero conozco mi papel, y sé que en mi camino junto a Rafael el importante era siempre él. No era una cuestión de discreción, sino de valores. He procurado hacer mi trabajo lo mejor que he sabido.
Se habla de Rafa y de usted. ¿Qué le deben los dos a sus padres?
Mis padres me educaron con el ejemplo, pero lo que nos conforma en esta vida es lo que cada uno reflexiona personalmente, mientras vamos distinguiendo lo que está bien y lo que está mal. La educación y la reflexión configuran el ser humano que somos.
¿Cuándo empezó a pensar en pensarlo todo sin caer en la comodidad global del pensamiento único?
Durante toda mi vida. De mi etapa de estudiante en Barcelona recuerdo la inquietud por pensar sobre las cosas que me enseñaban y sobre los temas que oía o leía. Había un interés general por conocer mejor las diferentes facetas de la vida que nos rodeaba. Hoy, la gente se centra en ser muy especialista de su tema, y manifiesta una despreocupación por lo que no forma parte de su mundo. Yo crecí en un ambiente en el que era común el interés por sacarle punta a todas las cuestiones candentes.
¿Qué tiene de Sócrates?
La máxima de que sólo sé que no sé nada… Ojalá tuviera su pensamiento, pero estoy muy lejos.
Rafa ha ganado. Ha sufrido. Ha trabajado. Ha vuelto a levantarse. Ha sido número 1. Ha vuelto a ser número 1. Ha caído. Ha llorado. Y, como persona, parece un ejemplo asequible. ¿Los héroes imposibles están sobrevalorados?
No creo que haya héroes que nunca fallan. En cualquier ser humano hay momentos de triunfo y derrotas. Casi nadie tiene una vida únicamente ascendente, con asiento permanente en la cumbre. Quienes consiguen estar arriba después de conseguir sus objetivos, son las personas que han aprovechado las oportunidades, porque han estado dispuestos a afrontar la adversidad.
¿Saber ganar sin saber perder es un vicio del deporte de masas?
Todos sabemos perder, porque, al final, todos perdemos. La cuestión es perder bien o perder mal. Cuando el deporte se entiende como una lucha personal, las derrotas se consideran una vergüenza… Yo juego al ajedrez on-line y, a veces, cuando un contrincante tiene la partida perdida, me manda improperios… Son personas a las que la derrota les ofende porque no han sido bien educadas, y porque no han pensando suficientemente en el valor que podemos dar a nuestras acciones. Las derrotas son sólo derrotas.
¿El que pierde mal está abocado a la frustración permanente?
El que pierde mal está abocado a la mala educación, algo que deberíamos desterrar de la sociedad, y muestra una sobrevaloración personal que conviene revisar, porque no contempla la derrota como algo natural cuando tú no eres el mejor en todo. Perder mal es un mal hábito que no ayuda, ni profesional ni personalmente.
¿Cómo se puede entrenar ser feliz, en una sociedad donde el éxito parece la única meta que merece la pena?
El gran éxito es la satisfacción personal. He tenido la suerte de tener éxito con Rafael cuando ha ganado Wimbledon, Roland Garros, Montecarlo… No me ha hecho eso mucho más feliz que cuando trabajaba en el Club de Tenis de Manacor intentando que mi sobrino mejorara y se fuera convirtiendo en un buen tenista.
¿Qué lugar ocupa el deporte en su vida?
Profesionalmente ha ocupado una gran parte de mi vida, en la que yo pensaba asiduamente, en tenis. He intentado siempre no desvirtuar mi tarea, sabiendo que nos dedicábamos a un juego, pero me ocupaba mucho tiempo de reflexión para estudiar cómo mejorar. Hoy sigue ocupando un gran terreno de mi vida personal. Me apasiona el deporte entendido como superación personal. Correr por correr no me apasiona. Me apasiona superarme, y también me atrae la estética del deporte.
¿Es lógico idolatrar a deportistas y vibrar como locos con un equipo?
Yo no le veo ninguna lógica. Yo no idolatro ni a Messi, ni a Cristiano, ni a Rafael, ni a Federer, ni a nadie. Admiro aspectos concretos de sus capacidades deportivas, pero suelo limitarme a apreciar esos aspectos. Mi admiración en este ámbito no me lleva a admirarlos en su conjunto. Si tuviera que admirar a alguien −idolatrar, nunca− no creo que admirara a una persona por pegarle bien a un balón o a una pelota de tenis.
¿Y es lógico vibrar como locos con un equipo?
Yo no lo entiendo. No soy fanático de mí mismo, y tampoco lo sería de otros. Entiendo la emoción puntual que te produce un gol o un campeonato determinado, pero no cuando se lleva al extremo de lo irracional. En mi vida profesional he intentado no exagerar ni las victorias, ni las derrotas. Vibrar desmesuradamente con un deporte responde, a veces, a la frustración de no encontrar alicientes en la vida ordinaria, aunque siempre hay de todo, claro.
Cuando imparte una de sus conferencias a deportistas de élite, ¿cuáles son sus mensajes-clave?
Apasiónate por lo que haces, sé consciente de tus limitaciones, haz un trabajo consecuente, rehúye la queja, y lucha por lo que te mueve. Así conseguirás lo principal: la satisfacción personal.
¿El deporte es, de verdad, una escuela pública de valores, o eso es una aspiración bonita pero lejana?
Depende. No estoy de acuerdo con esa afirmación categórica sin más, porque vemos a muchos deportistas que no practican grandes valores. Prefieren lo contrario: el engaño, la trifulca, la falta de respeto al rival… Sin embargo, hay otros deportistas que sí lo son. El deporte, como casi todo en la vida en lo que quieras destacar, exige perseverancia, esfuerzo, lucha. Cuando entrené, nunca diferencié entre lo que era bueno dentro o fuera de la pista. Nunca entendí un deportista como una persona diferente a un carpintero o a un médico: un profesional que quiere destacar y que no se conforma.
¿Vio el Clásico del domingo pasado?
Sí.
Barça y Madrid. Los dos equipos que más siguen los españoles. De ese partido, ¿qué sería escuela de valores y qué no?
En el fútbol son normales las fricciones, porque es un deporte de contacto. La tensión siempre afecta, y en un partido dinámico es habitual que el estrés tenga sus 4 consecuencias. La lucha y el compromiso de los dos equipos fueron ejemplares. Ninguno de los dos se jugaba nada especial, y sin embargo los dos fueron a ganar y a dar el máximo. Al otro lado hubo entradas duras y simulaciones de faltas que no son buenas. Pero, al final, lo que vimos en el campo es lo que vivimos cada día en nuestra propia sociedad
¿El trabajo bien hecho es una obligación, una manera de servir a la sociedad, o una pértiga necesaria para la felicidad personal?
Es una decisión personal. Nunca hablo de servir a la sociedad. Cuando escucho ese mensaje, típico de los políticos, siempre veo detrás un engaño. El discurso de los políticos debería ser: “Yo estoy aquí para intentar hacerlo lo mejor posible, y así espero servir y ayudar”. Cuando entreno, mi decisión es hacerlo bien, porque estoy comprometido con mi trabajo. Así ayudo a la sociedad, con mi comportamiento y con mi ejemplo.
¿Cuántos entrenadores pueden permitirse el lujo de pensar más en su gente que en los resultados?
Todos los entrenadores tenemos que pensar un poco en los resultados. En mi caso, entrenando a un familiar, ha sido distinto. No hubiera cambiado la felicidad de Rafael por ningún resultado. Hace años le leí a Nastase una respuesta interesante, cuando le preguntaron si estaba preocupado por el dinero. Dijo: “No. Estoy preocupado por jugar bien. Si juego bien, voy a ganar dinero”. Pues es lo mismo: yo sé que, si hago las cosas bien, llegan los buenos resultados.
¿En Rafa hay algo más que la insatisfacción de un artista para seguir siempre dándose del todo?
Hay una concepción de la vida en clave de lucha personal. Le gusta ser muy competitivo en todo. Además, ha tenido la suerte de que las cosas le han ido muy bien, que es lo que ha buscado toda la vida.
¿Qué diferencia a los fanáticos del deporte de los fanáticos de la política?
Es todo lo mismo. El fanatismo imperante en la sociedad nos hace ver a los rivales como enemigos que nunca tienen razón, que siempre hacen las cosas mal… Todas… El juicio de una acción depende de si el protagonista es o no de tu equipo. En política, algunos son capaces de recriminar al contrario lo que hiciste tú antes, o harás después. Lo decía José Luis López Aranguren: en el gobierno se habla de política, y en la oposición, de ética. Este fanatismo es cíclico, porque faltan visiones y discursos ecuánimes de la realidad.
Yo soy aficionado del Barcelona. En el partido del domingo pasado, el gol de Luis Suárez fue falta, y la jugada de Marcelo es penalti. ¿Tuvimos suerte en algún momento? ¡Sí! Pero ser del Barcelona no me lleva a ver las cosas de manera distorsionada. Al menos, eso procuro.
No le pega ser de los que echan todas las culpas a los políticos…
Nunca echo la culpa a los demás de lo que me pasa, porque soy capaz de defenderme a mí mismo y de asumir mis errores. De los políticos me quejo de su partidismo y de su predisposición al engaño.
Habla usted de humildad, esfuerzo, entrega total, máxima intensidad, modestia, no sobrevalorar los éxitos ni magnificar las derrotas… ¿Qué tipo de políticos contemporáneos le compran su discurso?
Ninguno. Tengo mala venta entre políticos. Soy muy crítico con las personas a las que cedo mi confianza. Vivimos en un mundo de, o estás conmigo o contra mí, y nos cuesta ver lo positivo de los que no piensan como nosotros. Es curioso que un rival no acierte nunca, ni siquiera por causalidad…
Como aficionado, ¿se ha sentido maltratado con la politización del Barça?
No, porque yo no participo de eso. El deporte no debe estar tan vinculado a un posicionamiento político, y más cuando no es una postura unánime dentro de la sociedad. Soy aficionado del Barcelona, pero no soy un fanático. Me siento próximo a Cataluña, pero me gustaría que Cataluña siguiera integrando España. Me siento mallorquín, balear y español. No me siento ni muy mallorquín, ni muy balear, ni muy español. Me siento de aquí, de todos, contento de convivir. Politizar y sembrar enemistades no conduce a nada. Prefiero un Barça centrado en el fútbol y nada más, aunque entiendo que cada cual tiene sus razones. Pienso que el Barcelona tiene un presidente correcto, buena gente. El discurso apaciguador e integrador es el que debe abanderar un equipo como este.
Ciudadanos está pensando en fichar independientes, tipo Vargas Llosa…
Me parece muy bien.
Si llamarán a su puerta, ¿qué?
Hay personas mucho más preparadas que yo, pero, si me propusieran entrar en algún sitio en el que pudiera aportar algo sobre algún tema del que sepa, ofrecería mi participación. Nunca he tenido un posicionamiento político claro. En cualquier caso, pienso que el principal valor de la política no puede ser la adhesión a un partido, y no entiendo que la Educación o la gestión de un hospital respondan a criterios exclusivamente partidistas… Debemos impulsar la meritocracia, para que las personas preparadas asuman la responsabilidad política, y el fichaje de gente independiente ayuda mucho a eso. Ojalá que personas como Vargas Llosa se involucren en el futuro de nuestro país. Si los líderes de una sociedad son los más destacados, iría mucho mejor
Humanicemos a los ídolos del deporte para sacarles más partido. Dígame lo que aprende un maestro de gente como:
Andrés Iniesta: Además de haber disfrutado mucho con su juego de toque y su dribbling, aparte de haberle visto hacer cosas muy destacables en un campo, Iniesta es uno de esos jugadores que nos hacen quedar bien a los aficionados. Su comportamiento dentro y fuera del terreno de juego es ejemplar. Le estoy muy agradecido por lo que ha aportado al club y por su papel en la conquista del buen ambiente entre aficiones.
Pau Gasol: Es un referente del baloncesto español y europeo, y uno de los grandes jugadores también mundiales. Para los amantes del deporte, fue un hito que se fuera a la NBA y triunfara allí. Le une una buena amistad con Rafael. Cuando he tenido ocasión de hablar con él, siempre me ha parecido un tipo correcto y un referente interesante para nuestra sociedad.
Roger Federer: No hay un deportista que domine el juego como él, y que convierta su deporte en un arte tan plástico. Todo lo hace de manera excelente dentro de la pista. Es un jugador completo. Ha sido el gran rival de Rafael durante muchos años, y le tengo una admiración tenística, por lo que hace y por lo que ha ganado. En la pista se ve que es un ejemplo muy positivo de lo que debe ser el deporte.
Garbiñe Muguruza: Es muy buena deportista y tenista. Cuando le vi jugar por primera vez, pensé que llegaría ser número 1 del mundo. Después le vi en Roland Garros, y me reafirmé. El partido que jugó contra Serena Williams fue perfecto. Es una gran jugadora, aunque a veces le ha faltado una cierta estabilidad, no sé por qué razón. Es joven, y seguro que estará arriba muchos años.
Carolina Marín: He coincidido con ella en varios partidos de Rafael, pero no la conozco mucho. Lo que está claro es que ha marcado un hito en la historia del bádminton, un deporte que estaba dominado por las asiáticas y en el que ha tomado la batuta.
Rafa lleva 13 años con dolores y calmantes, pero en pista. ¿Quejarse limita nuestra capacidad de conquista?
La queja limita totalmente nuestras capacidades y es un mal hábito, porque conduce a pocas cosas. Cuando te instalas en la queja, sueles rehuir tu responsabilidad y no rindes al cien por cien. Rafael ha tenido muchos problemas, pero no se queja; y menos conmigo. Mi respuesta era siempre: “¡Es lo que hay! Con lo que tenemos debemos intentar lidiar. Estamos mucho mejor de lo que esperábamos, y supongo que mucho mejor de lo que merecemos”.
Usted habitualmente habla en plata, sin faltar a nadie. Tener que ser políticamente correcto con las formas de decir para evitar ser masacrado por las personas que sólo leen titulares, ¿le resulta incómodo?
No me gusta ser políticamente correcto, pero veo que hay personas a las que no les queda más remedio, porque nuestra sociedad está dispuesta a mirar con lupa cualquier expresión, y eso desanima a cualquiera al expresar su opinión real sobre las cosas. El lenguaje políticamente correcto me parece pura demagogia. En las sociedades maduras, las cosas se dicen claramente, intentando ser respetuoso y sin ofender a nadie. Es un mal hábito que se instauró en los países anglosajones, que a veces muestra una gran hipocresía. Hay muchos salvadores de la sociedad que tienen espejos distorsionados en sus propias casas. Son personas que se reconocen excelentes y no entienden nunca el error ajeno.
Rafa le ha obedecido y ha sido dócil. Eso, por ejemplo, hoy está mal visto por los defensores a ultranza de la independencia personal como dogma a ultranza…
Todos nos deberíamos dejar guiar, porque podemos aprender de los demás si no tenemos el ego demasiado hinchado. Después, cada uno tomará sus propias decisiones. Rafael ha sido un chico dispuesto a escuchar, y eso es un gran valor. La persona obediente que se deja guiar demuestra inteligencia, porque aprende más.
Caballero entre las aguas de Manacor: ¿Qué Mediterráneos se le han abierto después de 27 años de vida profesional junto a Rafa Nadal?
Rafael me ha enseñado la capacidad de la lucha llevada al extremo, de soportar bien la adversidad y de superarse a pesar de unos condicionantes complicados cuando han llegado las lesiones.
¿Qué papel tiene la familia en la estabilidad personal de un deportista de élite?
La familia es un puntal que siempre ayuda.
Usted forma a niños y niñas para el tenis ¿La educación diferenciada tiene sus razones?
El otro día les dije a los entrenadores de la escuela que nosotros no vamos a catalogar a la gente ni por edad, ni por sexo. A la hora de entrenar vamos a diferenciar solo por capacidades. Me da igual si es hombre o mujer, en el deporte y en cualquier ámbito de la vida. Ahora bien, negar que existen diferencias entre hombres y mujeres es una solemne estupidez. No hablo de que unos sean mejores o peores. Nunca haría del sexo de las personas un mérito. He leído hace poco Sapiens, y su autor, Yuval Noah Harari, dice que, si estuviéramos gobernados por más mujeres, seguramente nos iría mejor. De todas formas, no hago una defensa a ultranza de la mujer por ser mujer. Yo sé que, normalmente, un hombre juega mejor al tenis que una mujer. Si Serena Williams jugara con hombres no estaría dentro de los mejores jugadores del mundo. ¿Pasa algo? ¡No! Simplemente son diferentes capacidades en realidades concretas.
¿Qué es lo que de verdad le importa?
Ser feliz y ver felices a las personas que me rodean, y a las que no… Ojalá pudiéramos vivir en un mundo feliz, aunque no sé si el de Aldous Huxley precisamente… Ahora, lo que toca es ver cómo. Pienso que el trabajo bien hecho y el compromiso acercan más a la felicidad que la mera diversión. Una cosa es ser feliz, y otra estar contento.
¿Qué le dice Toni a los que dicen que Rafa es un dios?
Que están totalmente equivocados. Rafael es un gran jugador de tenis, nada más que eso: una persona cabal y correcta. Creo que no es un mal ejemplo, ni para la sociedad, ni para la juventud. Pero no es un dios…
¿Su meta está en esta tierra batida o tiene usted deseos de eternidad?
Ni lo que digo ni lo que hago es suficientemente trascendente como para pasar a la posteridad. No tengo ninguna meta más allá de esta tierra batida…
Me refería a si su meta vital acaba en este mundo, o si espera seguir disfrutando en otra vida.
No soy muy creyente. No sé lo que hay detrás de esa pared, porque no lo veo. Estudié las cinco vías de Santo Tomás, y entiendo que debe de haber un inicio de las cosas, pero se le escapa a mi razón. Me cuesta entender que somos a imagen y semejanza de Dios, por la teoría de Darwin. La religión ha perdido fuerza mientras ha avanzado la ciencia. ¿Hay algo después? ¡Ojalá! Yo, de momento, tengo mis dudas
¿Se puede entrenar la autenticidad?
Sí. Es un ejercicio que debemos hacer todos, aunque, si tu autenticidad está en ser un maleante, mejor que la desentrenes. Hacer creer a los demás que eres lo que no eres, ni es bueno, ni es inteligente. Al final, la gente no es tonta.
De todos los Grand Slam de Rafa, ¿con qué logro personal de su sobrino se queda?
Con su capacidad de superación. En 2005 nos dijeron que la carrera de Rafael estaba casi terminada: que era difícil mantener el nivel con la lesión que sufrió en el pie. Mucha gente le auguró un recorrido corto. Después de 13 años Rafael sigue arriba, y por eso me quedo con su capacidad de superación.
Y de todos los Grand Slam de Rafa ganados por él, con la ayuda de su entrenador, ¿qué tesoro se lleva usted conquistado para siempre?
Mi tesoro para siempre es haber vivido junto a Rafael unas experiencias que nunca había imaginado. En este camino, además, me he encontrado con cantidad de personas interesantes, más allá de las pistas. Nada de esto lo habría vivido si me hubiera quedado en mi pueblo.
Después de este partido de 55 minutos, un balance: listo, rápido, eficaz, honesto. Como un menhir a la intemperie. ¿Empático? Correcto. Interesante. Cuando el prestigio avala a una persona, lo demás no sobra, pero es muy secundario.
Pienso. Toni Nadal no es un libro abierto de autoayuda. Es la prueba del algodón de que el trabajo hecho con perfección mueve el mundo hacia adelante. Su pensamiento no son frases de calendario. Son poleas vivas que él ha movido primero para testar que no son una teoría bonita, sino la receta de la sana realidad.
Reflexiono. Se le ve en la cara que está por encima de los aplausos, los reconocimientos, los premios, los flashes. Se le nota en el rostro el gesto feliz de las metas logradas y las superaciones conseguidas.
Ando. Llueve. Se me viene a la cabeza una imagen de Velázquez: La fragua de Vulcano. Pico, pala, manos, forja, fuego, armas, hombres que escuchan, Apolos que deslumbran con razón, yunques. Realismo para pintar un mito.
De Manacor ha salido algo grande, más allá de Rafa.
Durante la entrevista, un señor amable ha entrado en escena:
−Perdonen que interrumpa. [A Toni] ¡Aprendo tanto de ti, macho, y no sólo de tenis, que es espectacular!
Punto. Punto de partido.
Sirve Toni Nadal. Responde la sociedad agradecida. No hay espectáculo sensacionalista en las gradas. El atractivo de la discreta responsabilidad y la pasión por la grandeza asequible de las conquistas nos representa.
Entrevista de Álvaro Sánchez León, en elconfidencialdigital.com.
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