Artículo de Giovanni Maria Vian, director de L'Osservatore Romano, sobre la segunda parte del libro ‘Jesús de Nazaret’, de Benedicto XVI<br /><br />
L'Osservatore Romano
El libro es el resultado de un largo camino interior, como lo expresaba explícitamente el Papa en el prólogo de la prima parte
El libro que acaba de publicar Benedicto XVI es verdaderamente un libro nacido del corazón. Tal vez por este motivo quiso anteponer su nombre al nombre papal también en la segunda parte de su obra sobre Jesús de Nazaret, escrita durante su pontificado. Se trata de otra forma de indicar que el libro es el resultado de un largo camino interior, como lo expresaba explícitamente el Papa en el prólogo de la prima parte.
Una maduración del corazón llevó a Joseph Ratzinger a concebir la idea y luego a desarrollarla en el curso de muchos años. En esta búsqueda inagotable, que desde casi dos mil años fascina e inquieta, ello no significa de ninguna manera renunciar a la razón. Esa búsqueda en los últimos siglos se vio revestida de exigencias nuevas, que el Papa no rechaza, sino que las hace suyas en los resultados esenciales y las integra con una visión más amplia y completa.
En definitiva, la exégesis bíblica científica —escribe Benedicto XVI— debe volver a «reconocerse como disciplina teológica, sin renunciar a su carácter histórico». También en la segunda parte de la obra, a la que el autor piensa agregar un "pequeño fascículo" sobre los relatos evangélicos de la infancia es, como la primera, un ejemplo logrado y feliz de esta elección, ya reconocida por estudiosos de prestigio indiscutible (Martin Hengel, Peter Stuhlmacher, Franz Mußner), avalada por libros metodológicamente análogos (por ejemplo los de Rudolf Schnackenburg, Klaus Berger y Marius Reiser) y ahora acompañada por un "hermano ecuménico", la obra del teólogo evangélico Joachim Ringleben.
En esta elección son emblemáticas de nuevo la atención al contexto judío de la época, a las perspectivas futuras de las relaciones con el judaísmos, a la obra del evangelista san Juan y a la exégesis patrística, sobre los cuales volvieron a centrar su atención los estudiosos en el siglo XX. Itinerarios que ya han suscitado interés y aprecio en diversos ambientes, y no sólo entre especialistas. En este sentido son significativas sobre todo las voces autorizadas del mundo judío.
«Queremos ver a Jesús», dicen algunos griegos a Felipe en un pasaje del Evangelio de san Juan, que tantas veces el Papa ha comentado y sobre el cual ahora vuelve poniéndolo junto al pasaje del macedonio que se aparece en sueños a Pablo y le suplica que vaya a Europa. Es el mismo deseo de Benedicto XVI, seguro de que su mirada de fe es, sobre la base de la razón, precisamente la que permite «llegar a la certeza de la figura realmente histórica de Jesús», que bendice, como en el día de su ascensión, a quien quiere verlo; para abrir el mundo a Dios.