Se ‘gastó’ hasta el último día con un desvelo incesante, fruto del amor a Dios y a los hombres
Nada hacía presagiar el fallecimiento, el pasado lunes por la noche, del Obispo Prelado del Opus Dei, Monseñor Javier Echevarría. Inmediatamente lo comuniqué al Obispo de la diócesis, Casimiro López, pues el Opus Dei es una institución de la Iglesia que desarrolla su tarea siempre en comunión con el Obispo diocesano, y compartimos las alegrías y las penas.
El Opus Dei es de ámbito universal, y cuenta con 91.892 miembros en estos momentos −como publica el Anuario Pontificio−, de los que 2.094 son sacerdotes. El 55% son mujeres. En la provincia de Castellón, 250 miembros y 4 centros del Opus Dei, bien conocidos, dos de ellos dedicados a jóvenes. Además, hay miles de cooperadores −un no cristiano puede serlo−, familiares, amigos y conocidos en la provincia, que acuden a medios de formación espirituales −es la finalidad del Opus Dei−, rezan o colaboran en iniciativas apostólicas con personas del Opus Dei, en tantas tareas que tienen su eje en las obras de misericordia, subrayadas recientemente por el Papa Francisco en el Año de la Misericordia. Buscan en esta institución formación para ser católicos coherentes, en la vida corriente, activos y con la humildad de no sentirse mejores sino en necesidad de convivir y aprender de los demás, con todos y de todos.
En la Concatedral, ya ayer a primera hora, el sacerdote celebró la misa por el Prelado del Opus Dei. Otros muchos lo hicieron a lo largo del día, y la inmensa mayoría no pertenecen al Opus Dei. Es la unidad, que es un tesoro para preservar en la Iglesia siempre. Son momentos de unidad, oración y gratitud.
Las últimas palabras de Monseñor Echevarría fueron a un sacerdote que le acompañaba en la habitación del hospital romano: rezó por la fidelidad de todos a la vocación cristiana, sea cual sea el camino de cada uno.
Javier Echevarría se gastó hasta el último día. En octubre viajó a Finlandia, para convivir con los del Opus Dei que llevan décadas en aquel gélido país. Les notó sobrecargados de trabajo. A su vuelta, pidió que alguien fuera a ayudarles una temporada, y allí está ahora una persona del Opus Dei que reside en Castellón. Una muestra paternal de desvelo incesante, fruto del amor a Dios y a los hombres.
22 años al frente del Opus Dei, comienzo en 16 nuevos países −Rusia, Indonesia...−, canonización en 2002 de San Josemaría, y la inauguración este año de Saxum, la casa de retiros en Tierra Santa, son algunos hitos visibles de su fidelidad.