Escrito por osservatoreromano.va / romereports.com.
Son unos invitados muy especiales: 21 refugiados sirios a los que se ha dado una segunda oportunidad en Roma
El Papa quiso comer con veintiún refugiados sirios acogidos en Roma, el jueves 11 de agosto, en la Casa Santa Marta. «Un momento de fiesta», dijeron los refugiados, pero también un gran mensaje de paz y de esperanza: «tan grande que no encontramos ni siquiera las palabras para expresarlo» confiesa a Francisco, en nombre de todos, Suhila Ayiad. Al inicio de la comida, el Papa rezó «por esta familia», para que el Señor «nos dé la paz en nuestra tierra». Luego tuvo ocasión de escuchar las dramáticas historias de los refugiados.
Las familias que acogió Francisco eran cinco, acompañadas por otras tres personas, también sirias, que esperan poder estar pronto con sus seres queridos. Todas estaban en el campo de refugiados de Lesbos. Forman parte del grupo nueve menores. Diecinueve son musulmanes y dos cristianos: uno siro ortodoxo y uno católico. El primer grupo (tres familias, formadas por doce personas) viajó en avión con Francisco, el 16 de abril. El segundo grupo (son dos familias y tres personas) llegó el 16 de junio.
Menú sencillo, de pescado, servido en una mesa ubicada en forma de herradura. Con la infaltable pasta con tomate y luego patatas fritas para los más pequeños. Festivo el intercambio de regalos: a Francisco le entregaron un álbum que recoge dibujos hechos por los pequeños para la ocasión. Representaciones que relatan «la belleza de tener una casa» sin olvidar «los horrores de la guerra».
«Estoy a salvo» es una frase que emocionó profundamente al Papa, junto con las representaciones de Siria devastada por la violencia. Masa, con la fantasía de sus ocho años y medio, dibujó al Papa como si fuese una mariposa. Porque, le explicó, «nos has rescatado, hacia la paz, sobre tus alas».
También Francisco había preparado un regalo para cada uno de los niños. Entregándoselos personalmente, quiso agradecer a todos por haber confiado en él y en sus colaboradores: «habéis venido aquí −dijo− sin saber adónde os dirigías». Confesó además que le emocionó el clima de alegría en el que están viviendo estas familias, testimoniado visiblemente por la incontenible vivacidad de los pequeños: sobre todo Ahmad, que nació el 1 de enero de 2015, y Riad, con poco más de dos años, que le robaron más de una sonrisa a Francisco. Y, después de dar las gracias por esta visita, el Papa pidió que recen por él.
En el encuentro, que comenzó a las 12.25 y duró cerca de una hora y cuarenta minutos, participaron también el arzobispo Angelo Becciu, sustituto de la Secretaría de Estado, Domenico Giani, comandante del Cuerpo de la Gendarmería vaticana, con Lucia Cintia y Stefano De Santis, los dos agentes que se ocuparon directamente de los trámites para los refugiados. Presentes también los representantes de la comunidad de San Egidio que hicieron posible la acogida: el fundador Andrea Riccardi estaba acompañado por Daniela Pompei y Cecilia Pani, comprometidas en el servicio a los inmigrantes, y por Moustafa Chahade y Youssef Atais, que están desempeñando el papel de mediadores con los refugiados.